El “pirulí”, un gigante de 1.200 escalones
El 7 de junio de 1982 los Reyes de España inauguraron uno de los edificios representativos del paisaje de Madrid, Torrespaña, más conocido como el «pirulí». Todavía hoy sigue cumpliendo su función como uno de los ejes de comunicación más importantes del país, además de ser la torre más alta de la capital. Su puesta en marcha en 1982, coincidiendo con el Mundial de Fútbol, fue un ejemplo del esfuerzo de modernización que todo el país estaba haciendo. Nacida para llevar a cabo las emisiones de radio y televisión de RTVE, Torrespaña, obra del arquitecto Emilio Martínez de Velasco, es hoy uno de los principales centros de comunicación del país desde el que emiten ocho cadenas de televisión, catorce cadenas de radio analógica, trece canales de radio digital y veinte canales de televisión digital terrestre. A día de hoy, la torre acumula en total 2,4 millones de horas de emisión que llegan a más de doce millones de hogares. El «pirulí» es un ejemplo de la conjunción de la arquitectura con la ingeniería. Su construcción marcó un hito en la historia de este tipo de edificaciones por la celeridad con la que se terminaron las obras y las avanzadas técnicas empleadas. Esta obra fue asignada por concurso internacional a Dragados-Agroman, que comenzó a edificar el 17 de febrero con la excavación del agujero para la cimentación, en la que se utilizaron 2.000 metros cúbicos de hormigón, que se vertieron en una sola noche. El fuste trepó cuatro metros al día durante 45 días. Tan sólo doce meses después Torrespaña estaba terminada y preparada para la instalación de los equipos técnicos. En mayo empezaron a transmitirse señales de televisión y radio. Al principio, el interior del fuste estaba dotado de una escalera con un total de 1.200 peldaños, por lo que muy pocos se deciden a subir a pie, y por un ascensor, pero más adelante se instaló otro elevador de menor recorrido, que se desplaza a un metro por segundo, con lo que el «viaje» desde la planta baja hasta la primera dura dos eternos minutos. Además, la torre se mueve, pero no por un error de construcción, sino porque si no fuera así se partiría. El desplazamiento por el viento puede llegar a alcanzar los 40 centímetros y, de hecho, los técnicos instalaron en una de las plantas un péndulo casero. Subir allí no es un buen consejo para personas con vértigo, pues alrededor del primer nivel el suelo es transparente, por lo que da la sensación de flotar a 114 metros de altura, hecho poco común. De hecho, hay quien dice que muchos de los altos cargos de la historia de TVE no han puesto sus pies a tan elevadas alturas. Al igual que la de Torrespaña, existen también otras grandes torres de telecomunicaciones. En España destaca la torre Collserola (Barcelona), que con sus 288 metros, cumple este año su décimo aniversario. En el mundo existen más de 130 edificaciones de este tipo, la más alta de las cuales está en Toronto (Canadá) y tiene 553 metros de altura. Torrespaña ha vivido otros acontecimientos alejados del mundo de las telecomunicaciones. Su fuste de hormigón ha sido objeto de escalada en múltiples ocasiones. La primera vez por parte de los integrantes del programa de Al Filo de lo Imposible y posteriormente por un bombero de Madrid que lo escaló con una cuerda fija en el programa ¿Qué apostamos?. Durante la construcción de esta gran torre fueron muchos los madrileños que temieron su desplome o cualquier tipo de incidente, ya que una edificación de ese tamaño no era habitual por aquel entonces. Éste es el caso de una señora que, cuando se estaba elevando el fuste, llamaba por teléfono todas las noches advirtiendo del riesgo que la torre suponía para los aviones y en particular para Aerolíneas Argentinas, sin ningún motivo comprensible. Además, antes de iniciarse el hormigonado algunos vecinos se quejaron de que por el fondo de su piscina refluía hormigón. Artículo publicado en La Razón, María Cerrato, 8/7/02