Informe

La otra verdad de Ángela Rodicio

Cuando el pasado 18 de diciembre, Angela Rodicio, 40 años, la corresponsal de TVE en Jerusalén, emitía su crónica en el Telediario 2 probablemente no imaginaba que sería la última. «El primer ministro israelí amenazaba con mandar al Ejército a acabar con lo que él denominaba escuadrones de terroristas suicidas si los palestinos no toman medidas. Hoy en Naublus morían cinco en una redada», acababa su intervención a las 21.12 de la noche. Sí sabía que algo iba mal. Esa misma mañana, ha contado la periodista después en un comunicado, la habían llamado de la redacción en Madrid. Alfredo Urdaci, el jefe de los servicios informativos, le decían al otro lado del teléfono, quería verla urgentemente, en persona, en Prado del Rey. La corresponsal, que estaba trabajando en Hebrón, cogió inmediatamente un vuelo a Madrid. Tras el encuentro, celebrado en la tarde del día siguiente, 19 de diciembre, Angela Rodicio, una de las profesionales más contrastadas del medio, abandonaba las instalaciones de TVE desprovista de su cargo de corresponsal y de la tarjeta visa que la cadena había puesto a su nombre. El portazo ponía punto y aparte a un desencuentro que comenzó a gestarse en julio pasado. Fue entonces, aseguran en TVE, cuando se observó que los gastos de la corresponsalía de Jerusalén eran demasiado abultados y se decidió enviar a Israel a personal del departamento de Gerencia para que estudiara con lupa las cuentas. Los informes que éstos trajeron bajo el brazo desencadenaron dos decisiones: «apartar de sus funciones» temporalmente a Angela Rodicio mientras se aclaraban las «irregularidades económicas» detectadas y poner en marcha una segunda auditoría. Joyas, ropa de grandes firmas, antigüedades, artículos de regalo, viajes, hoteles... Según ha sabido Crónica, Angela Rodicio habría gastado grandes sumas de dinero en compras personales (pagadas con la tarjeta de TVE) que luego habría justificado como gastos de la corresponsalía. Los auditores encontraron, por ejemplo, dos facturas por valor de 1.995 y 2.545 euros que Rodicio dijo haber gastado en el alquiler de dos equipos de cámara, pero que según los justificantes de la tarjeta de crédito corresponden a una jornada de compras, el 8 de agosto pasado, en Madrid. En la Boutique Prada Milano, dice el rastro dejado por la visa, Rodicio se dejó 1.995 euros, y los otros 2.545 fueron a parar a la caja de la exclusiva joyería Pomelatto. Igualmente, el arreglo del aire del coche blindado con el que la periodista se mueve por Israel (1.140 euros), el cambio de la batería y de la caja de cambio (1.468,8 y 1057,73 euros respectivamente ) y la revisión del vehículo (681,85 euros), que Rodicio justificó con facturas, fueron gastados, según los extractos de la tarjeta de crédito, muy lejos de Jerusalén. Concretamente en la tienda londinense de pasminas Thehearne & Bear (1.140 euros), en el hotel romano Senato (681,85 euros), en Georgio Armani (1.468 euros) y en la Boutique de Cartier en el aeropuerto de Fiumicino (1.057,73 euros), también en Roma.

Así las cosas, supuestamente, Angela Rodicio habría utilizado la Visa de TVE para sus lujos. Luego, cuando le llegaban los justificantes de lo gastado con la tarjeta de crédito, estampaba las cantidades en facturas inventadas para cubrirse las espaldas.El paso de la periodista por la firma Gucci en Jerusalén en las notas de gastos enviadas a Madrid se habría transformado en un curso de árabe. Y tres plumas Montblanc, compradas también en la capital israelí, en pequeñas averías del ordenador.

Así, hasta completar 16.667 euros entre agosto y octubre de 2003.En todo el año pasado, se le acusa de haberse quedado con al menos 36.147 euros. En esa cantidad se incluyen también los 8.404 euros que, según TVE, debería tener la cuenta de caja de la corresponsalía y que el personal de la cadena, enviado el pasado 20 de diciembre, a Jerusalén encontró vacía.

La respuesta de Ángela Rodicio El viernes pasado, después de que TVE le comunicara de qué se le acusaba, Angela Rodicio enviaba una nota a Crónica a través de Palacio y Asociados, el despacho de abogados que le lleva el asunto. En ella asegura que el pasado 22 de diciembre -tres días después de su cese como corresponsal- se dirigió a la oficina de TVE en Jerusalén para depositar 10.000 dólares en su caja.Ante la imposibilidad de acceder al inmueble, dice, dejó la citada cantidad bajo la custodia del Cónsul General de España. Se quejaba también de que le hubieran retenido ilegalmente 8.000 euros de su nómina del mes de diciembre y de que se hubiera accedido de manera «ilegal» a los datos de su tarjeta de crédito personal «a través de Internet».

Angela Rodicio además presentó una denuncia contra TVE el pasado 21 de diciembre, después de que el personal de la cadena entrara en la corresponsalía. «Han entrado en la mencionada oficina forzando la cerradura de mi despacho y cambiándola después, procediendo a una intervención sin previo aviso de los documentos de la misma, incluidos documentos de mi archivo personal sobre comunicaciones con Televisión Española», argumentaba su denuncia.

«Voy a esperar a que todo se resuelva en los tribunales», es todo cuanto responde por teléfono a Crónica. Mientras la auditoría sigue su curso (el informe final será entregado a la Fiscalía para que actúe de oficio), la periodista, tras unos días de vacaciones en Italia, ha vuelto a Jerusalén, donde una compañera, Esther Vázquez, ocupa ya su puesto.

En su entorno aseguran que la corresponsal no es sino la «víctima de una persecución ideológica», que «su cobertura de la guerra de Irak no gustó mucho a la dirección de la casa» y que «la auditoría la ha desencadenado su mala relación con Urdaci». «No pertenecía a ninguna tribu política, ni en la vida política ni en la propia TVE. Y se quejaba de que esta independencia ideológica la desprotegía», dice un amigo.

Pero, frente a las informaciones que han apuntado estos días a que alguna de las crónicas de Angela Rodicio podrían haber sido censuradas, el Comité Antimanipulación informativa de TVE, formado por trabajadores de la cadena, lo niega: «Durante la guerra de Irak fueron cambiadas informaciones elaboradas por los redactores de Madrid, pero a Angela Rodicio nunca se le ha tocado nada». Según apuntan todos los datos, la posibilidad de una maniobra de Urdaci para provocar su destitución parece quedar descartada. En esta ocasión, la ya ex corresponsal no tendría excusa que justificara su actuación.

Un periodista de guerra que la conoce bien y la estima dice que Angela Rodicio tiene una capacidad infinita para llevarse mal con la gente. Cierto es que no se puede decir que despierte muchas simpatías en la redacción de TVE. Tampoco entre periodistas de otros medios que han coincidido con ella.

«Es bastante diva», «tiene un carácter muy difícil», «es excesivamente competitiva», «ha digerido muy mal el éxito», «tiene gestos muy bajos con su propio equipo, hasta el punto de dejarlos sin hotel», dicen quienes la han tratado. Sobran los descalificativos cuando se pregunta por ella como compañera, pero la misma proporción de elogios surgen si se pide una definición de su valía como periodista. «Es lista, inteligente y brillante, y se mueve mucho y muy bien. No hay nadie en televisión que sepa más que ella de Oriente próximo», dice un cámara que ha trabajado con ella.

«Es una mujer muy valiente, tiene muchos recursos y se estudia muy a fondo los temas. Se relaciona bastante con la gente de los sitios donde va, camina por las calles, prueba la comida local... Teniendo en cuenta la de periodistas de hoteles que hay, en este sentido es admirable», dice un colega de otro medio.

Un rostro con credibilidad Angela Rodríguez-González Rodicio (San Cristóbal de Regodeigón, Ourense, 1963) se licenció en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Tras pasar por las redacciones de El Faro de Vigo, La Voz de Galicia, El Independiente, la CNN o la BBC aterrizó definitivamente en TVE, como becaria, en 1988.En sólo dos años dio el gran salto. Tras la invasión de Kuwait, fue enviada a cubrir la Guerra del Golfo y pasó de ser una desconocida a convertirse en uno de los rostros con más credibilidad.

En una entrevista concedida a la revista Consumer, relataba así cómo fue su camino hacia el estrellato. «Cuando estudiaba, mis amigos me decían que me dedicara a escribir para periódicos, sobre cosas de cultura, porque era muy puntillosa y me iban esos temas. Es más, me comentaban que no me veían en una vida dura, porque pensaban que yo era muy fina, pero ahora son ellos los que viven en despachos estupendos, y yo quien se busca la vida y duerme en jergones. (...) Estalló la Guerra del Golfo y tuve la oportunidad de ir allí, y por el camino fui descubriendo que podía mantener la calma en los momentos más duros, que soy lúcida cuando la gente se vuelve muy confusa, que afronto situaciones y problemas con la mente fría».

Tras la primera Guerra del Golfo, en 1992 se hizo con la corresponsalía de TVE en el centro y Este de Europa. Tenía despacho en Budapest, pero siguió muy de cerca la guerra de Bosnia y pasó gran parte del tiempo en Sarajevo. Era entonces una de las pocas mujeres metidas a cronista bélica y la tribu de los corresponsales no la recibió precisamente con los brazos abiertos. «Pagué un precio muy alto por intentar introducirme, en plan profesional y sin ir de prima donna, en un mundo masculino de tribu de pata negra», decía Rodicio a Consumer.

En Territorio Comanche, Arturo Pérez Reverte le dedica párrafos muy duros: «Acudían todos, salvo la niña Rodicio, que después de sólo dos años de periodismo activo se había transformado directamente de modosa becaria en pozo de experiencia, y no necesitaba doctrina de nadie, ni siquiera cuando confundía los calibres, hablaba de los B-52 bombardeando en picado, o permitía que Márquez o los cámaras que trabajaban con ella le sacaran las castañas del fuego». «Como decían Miguel de la Fuente, Fermín, Alvaro Benavent y los que tuvieron el privilegio de vivir de cerca el asunto, trabajar con ella era igualito que hacerlo con Ava Gadner».

A la corresponsalía de Jerusalén de la que ahora se ve apartada, Angela Rodicio llegó el 15 de Agosto de 2000. Se convertía así en responsable de una de las delegaciones con más peso dentro de la cadena. Entre las de larga distancia, sólo Nueva York, Bogotá y Jerusalén disponen de cámara propio. Con el suyo, José Luis Márquez, Angela Rodicio tampoco parece haber hecho buenas migas. Cuentan que apenas se dirigen la palabra, lo justo, y que a veces llegan a comunicarse a través del traductor. Y eso que la pareja ya trabajó junta en la primera Guerra del Golfo, en 1991.

La corresponsalía la completan una administrativa y el chófer.El testimonio de este último ha sido clave en la investigación abierta a Rodicio. El pasado 21 de diciembre, ante una letrada de TVE, Haled Abu Laban, el conductor, declaraba que esa misma mañana Angela Rodicio le había telefoneado para pedirle que dijera que la periodista le había prestado 5.000 dólares para pagar la construcción de su casa. Añadía también que el vehículo que conduce, el mismo que Rodicio dice haber reparado cuatro veces en los últimos meses, no había tenido que ser arreglado en un taller en los tres años y medio que él llevaba como chófer.

Pese a todas las sombras sobre la gestión de Rodicio, lo cierto es que al menos en 2001 su corresponsalía figuraba entre las que menos gastaban dentro de TVE: 193.500 euros frente a los 712.200 de Nueva York, los 550.500 de Bruselas o los 315.000 de París.

La rutina de Jerusalén En los últimos tres años y medio, sólo ha abandonado Jerusalén para cubrir

la reciente Guerra de Irak. En Bagdad se la recuerda tirando de su pesada bolsa de Coronel Tapioca, siempre pendiente de la CNN, con la cama llena de papeles, o persiguiendo algún libro antiguo en las tiendas de la ciudad. Pero la imagen que todos los periodistas españoles tienen grabada de su paso por la guerra es el encontronazo que tuvo con Fran Sevilla a las puertas del hospital donde ingresaron a Couso. El enviado de RNE llevaba varias semanas sin chaleco antibalas. Nada se sabía del que le enviaba su emisora, y que debía haber llegado con los de TVE.Sevilla estalló de rabia cuando vio que lo tenía puesto el traductor de Angela Rodicio. «Has puesto en peligro mi vida», le espetó.

En los días previos a los bombardeos, casi todos los españoles se reunían por las noches en la habitación de Antena 3. Angela Rodicio siempre causaba baja. Siempre a su arie, sola. Como ahora, cuando se refugia de las acusaciones en Jerusalén. Y donde probablemente añore su rutina como corresponsal. «Voy a la compra un par de veces al mes, si me acuerdo, ya que la vida doméstica la solventas a salto de mata. Me levanto por la mañana, leo la prensa, veo los canales internacionales para saber cómo está el mundo, cómo va la cosa. Echo un vistazo a las flores. Leo. Yo leo muchísimo, es fundamental para hacer este trabajo. Después me voy acercando a la corresponsalía y en el camino aprovecho para hablar con la gente de la calle, las personas de mi ciudad».

*Con informaciones de Gregorio Fernández

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