Gonzo vuelve con 'Salvados': “Parece que entretener a la gente es no querer contarles las cosas que pasan”

Gonzo en la presentación de 'Salvados' en el FesTVal

Adrián Ruiz / Laura Pérez

Vitoria —

Gonzo estrena la noche de este domingo 7 de septiembre la nueva temporada de Salvados en laSexta. El periodista la presentó el jueves en el FesTVal de Vitoria, antes de volver al plató de El Intermedio para bromear con el que será su primer entrevistado: El Gran Wyoming. El presentador del programa diario de laSexta es, sobre todo, un gran amigo de él y su familia, hasta el punto de que Gonzo reconoce que “en mi casa solo han sentido que somos fans, fans, fans de El Gran Wyoming” en su atención a los periodistas, entre los que se encuentra verTele.

El periodista también tiene palabras de agradecimiento para Jordi Évole, el primer presentador del formato y ahora su productor, que en su momento reconoció apartarse de Salvados porque la responsabilidad le había pesado mucho a nivel personal. De su mano, ahora Gonzo está intentando ponerse límites: “Jordi siempre ha sido un gran apoyo para que el trabajo no nos coma la vida”. Y celebra que “su trabajo”, como simplemente le ha inculcado a sus hijos cuando le preguntan por qué la gente le conoce por la calle, incluso le ayuda con su familia: “Ser el presentador de Salvados, claro que me hace mejor padre”.

No le ha sido fácil, ni se lo debe seguir siendo, porque haciendo el programa se da cuenta de que “hoy somos un país intencionadamente enfadado, donde los mensajes que se nos hacen llegar desde muchos partidos políticos es la división”. Y aunque reconoce que es “una frustración no poder llegar a contar todos los temas que sabemos que podríamos trabajar”, espera fomentar el espíritu crítico con la mirilla en un objetivo claro: “A quien hay que responsabilizar, si las cosas no salen, es a quien tienen que sacarlas, no a los que nos dedicamos a contar los problemas que hay en este país”.

¿Cómo ha sido la selección de capítulos de esta temporada de 'Salvados'? ¿Cómo decidís a qué dedicáis vuestros esfuerzos?

Este año tuvimos un mes que lo llamamos de preproducción. Recopilamos muchas ideas durante el invierno, historias que hemos visto, personajes... pero luego cuando llegamos y las ponemos en común, buscamos que la temporada, que son 14 programas, sea conceptual. Es decir, intentamos que cuando tú acabas de ver Salvados, si te ves con los 14 programas seguidos, veas que hay un hilo conductor. Puedes hacer desde una entrevista a un político hasta una historia que no tenga nada que ver con ellos. Pero las preguntas, por dónde las hacemos, el tono en el que nos gusta mantener las conversaciones, sí condicionan mucho si elegimos hacer una historia o un personaje, o no. Y luego, en el caso de las historias, buscamos primeras personas. Que nuestros entrevistados puedan decir, 'a mí me pasó, yo viví', y no 'a mí me contaron, a mí me dijeron'.

Contamos historias de mucha piel y la emoción que transmite alguien que lo ha visto o lo ha sufrido, cambia mucho. Por ejemplo, ahora ya no llegamos, pero estuvimos viendo si podíamos hacer un reportaje sobre los incendios. ¿Qué llegamos, a los presidentes de las comunidades, o a los bomberos? A nosotros en Salvados nos gusta que nos lo cuenten los bomberos o los vecinos de los pueblos. Esa es una norma que tenemos a la hora de ir viendo qué historias podemos contar. La pasión con la que nosotros debatimos sobre los programas, a veces nos ayuda a verlo. Jordi [Évole], con el que tenemos muchas reuniones para contarle en qué estamos trabajando, dice: 'joder, solo con ver cómo lo estáis contando, haced eso, porque estáis convencidos de qué hay que hacer'.

Después de tantos reportajes, en los que obviamente la clase política es mucho más responsable que las personas de a pie, como puede ser el caso del descarrilamiento del Alvia de Santiago; ¿no os frustra que en este país nunca haya responsables ni consecuencias para esa clase política que según demostráis en muchos reportajes son los verdaderos responsables?

No diría nunca, perdón, porque por ejemplo en el caso del Alvia, la primera fase de la instrucción acaba con que solo hay un acusado, el maquinista. Hoy hay dos personas condenadas, el maquinista y el jefe de seguridad de Adif, y eso es un cargo público, un cargo político, que además había sido perito en el metro de Valencia. Yo sí creo que las cosas cambian. Que cuesta mucho, por supuesto, pero la intención no es tanto que cambien las cosas por arriba, sino dar elementos de pensamiento crítico.

Las cosas no van a cambiar arriba si no se presiona desde la sociedad, y lo que nos gusta es hacerle ver a la sociedad o transmitir historias donde la gente que peleó, luchó y no se conformó con la primera verdad que le dijeron, sí que consiguen cambiar ciertas cosas. Ahí sí que creo que es donde tiene que haber más cambio. Hoy somos un país enfadado, intencionadamente enfadado, donde los mensajes que se nos hacen llegar desde muchos partidos políticos es la división. Queremos cambiar la perspectiva. La verdad está en la calle, no en las ruedas de prensa de los políticos.

A veces parece que entretener a la gente es no querer contarles las cosas que pasan

Gonzo

¿Crees que faltan en televisión espacios que fomenten ese pensamiento crítico? ¿Cada vez hay menos espacios donde se consiga?

Alguien que ha trabajado nueve años en El Intermedio, y llevo seis en Salvados, imagínate que ahora voy y digo 'no, no hay espacios para el pensamiento crítico'...

¿Pero no crees que cada vez se reducen más?

Creo que la oferta está mucho más fragmentada. Yo trabajo en una cadena, laSexta, donde el prime time, de lunes a domingo, son programas de contenido: El Intermedio, laSexta Columna, laSexta Xplica y Salvados. Y es una de las grandes cadenas de este país. Yo no puedo decir que no se estén reduciendo, la actualidad sigue estando ahí. Pero bueno, a veces también parece que entretener a la gente es no querer contarles las cosas que pasan. La peña necesita entretenerse, o a veces necesita llegar a casa y olvidarse de los problemas que hay. Y ahí el entretenimiento es terapéutico incluso. Pero ya digo, yo estoy muy orgulloso de estar en una cadena que cuando saben que más gente nos está viendo, han decidido programar desde hace años El Intermedio, laSexta Columna, laSexta Xplica y Salvados.

Gonzo en la presentación de la nueva temporada de 'Salvados'

¿Qué te pide la gente por la calle? ¿Ha habido algún tema que te hayan pedido y no hayáis querido hacer?

Evidentemente la gente te dice que tienes que tocar ciertos temas, y eso es una maravilla. Que te pidan eso es porque confían.

¿Y qué temas te han pedido?

Últimamente me han hablado sobre todo padres de niños o niñas con enfermedades raras. Suele ser gente muy desesperada. ¿Y quién está desesperado? Quien tiene un problema muy grave de salud en casa, pero como solo son cuatro por toda España nadie pone los recursos necesarios para atajarlo. El verano pasado, en Vigo, una señora vino y me presentó a su nieta, que tenía una enfermedad rara. Estuvimos media hora hablando con ellos, pero ¿qué podemos hacer? Intentaremos hacer un programa, pero son 14 entregas y no siempre podemos llegar a todo.

Nosotros no creemos que solo en Salvados podemos echar un cable. Yo, como presentador y persona más o menos conocida, cuando no podemos llegar a hacer un programa o tratar un tema, intento en mi vida personal dedicar horas. No puedo decir que no, pero nunca engaño a la gente. Lo intentamos, pero tenemos 14 programas al año.

A quien hay que responsabilizar si las cosas no salen es a quien tienen que sacarlas, no a los que nos dedicamos a contar los problemas que hay en este país

Gonzo

¿Y por ejemplo sobre la Ley ELA? Que todos los partidos están de acuerdo, pero no acaba de salir.

Yo recuerdo en El Intermedio hacer un reportaje sobre ella, cuando yo conocí la enfermedad, con Francisco Luzón, que había sido vicepresidente del BBVA. Y a partir de ahí se empezaron a hacer reportajes o entrevistas de ella. Jordi, sin ir más lejos, entrevistó a Unzúe. ¿Y qué hizo Unzúe? Aprovechar que es una persona conocida, y que Jordi le daba el espacio, para hacerle a los políticos ponerse las pilas. Y desde aquella entrevista avanzó bastante. Pero a quien hay que responsabilizar, si las cosas no salen, es a quien tienen que sacarlas, no a los que nos dedicamos a contar los problemas que hay en este país, porque hay muchos.

¿Volverías a dedicarle un programa para hacer presión?

Volveríamos a contar una historia en la que creamos que, contándola, transmitiremos a la gente la urgencia que tienen los enfermos de ELA y sus familias de que se le ponga solución al problema de la dependencia. Pero es que, ¿y la gente que son familiares con demencias, o en el Alzheimer? Te dicen: oye, ¿y por qué no de Alzheimer? Por eso, ¿qué intentamos?, pues contar historias que puedan aglutinar problemas pequeños y apelen a que hay que solucionar cuestiones. Salud mental: pues oye, hablas de dos o tres cuestiones de salud mental, pero en eso estás englobando todo. Nos va la vida un poco en esto. Una frustración es no poder llegar a contar todos los temas que sabemos que podríamos trabajar. Pero lo que sí intentamos es que al final de la temporada todos los espectadores digan: mira, este habló de algo que me afecta, este otro de algo que me interesa.

Nosotros podemos contar la historia, pero esto no significa que se vaya a solucionar

Gonzo

Al dedicarte a tiempo casi completo a contar este tipo de historias hay cierta adrenalina, o adicción. ¿Tienes que poner algún tipo de límite para poder desconectar y decir: bueno mira, yo llego hasta aquí?

El límite lo intenté poner, el trabajo que he ido haciendo es cómo me afecta a mí en lo personal. Inevitablemente cuando cuentas historias, muchas como las que contamos en Salvados o antes en El Intermedio, cuando llegas a tu casa puede que hasta te sientas culpable de la suerte y los privilegios que tienes. Entre periodistas que son corresponsales de guerra hablan del umbral de sufrimiento, ¿dónde lo tenemos situado? En mi caso particular, ahora que está pasando el genocidio en Gaza, pues evidentemente después de haber estado dos veces en Gaza, cuando vuelves a España y te cuentan ciertos problemas la gente, dices: hostia, ¿pero qué problema es ese? Incluso con tu propia familia... A mí alguna vez después de un viaje mi mujer una vez me dijo: Fer, el que te has sido has sido tú, el que ha visto la mierda has sido tú. Que el niño te pida un chupachús, no es responsabilidad suya, él no sabe de dónde vienes.

El esfuerzo ha sido un poco eso. Este es mi trabajo y no puede tener demasiadas consecuencias en mi vida y en las del equipo, porque ahora en Salvados yo soy el que hace las entrevistas, pero cuando se siente alguien delante, es que hemos tenido una compañera o un compañero que igual ha estado una semana o un mes hablando habitualmente con esa persona. Tienes que mentalizarte de que la esperanza que das a alguien cuando cuenta su historia en televisión es limitada. Nosotros podemos contar la historia, pero esto no significa que se vaya a solucionar. Pero bueno, es que haciendo estas propias historias y haciendo este trabajo también aprendes a cómo gestionarlo con las personas con las que tienes que contactar, y contigo mismo. Porque lo que yo quiero es poder seguir haciendo mucho tiempo esto. Y hubo un día en el que dije: hay que empezar a cuidar la cabeza, porque sí, me tenía muy afectado. Y diciendo: es que llego a mi casa y me sobra todo.

Hace unos meses Jordi Évole nos decía que uno de los motivos por los que se apartó de Salvados era esa presión, ese estar en el foco, que le terminó pasando factura incluso a nivel personal. ¿Habéis hablado de todo esto para ayudarte a gestionarlo?

Sí, yo he aprendido, me he fijado mucho. Yo recuerdo cuando Jordi hacía Salvados y la dimensión que iba pillando, tenemos amigos en común y siempre preguntaba: oye, ¿cómo lleva Jordi lo que se convierte de puertas a afuera? Porque luego es una personita normal y corriente, pero nuestro trabajo te convierte en una especie de personaje. Y el personaje que alcanzó el presentador de Salvados, Jordi en este caso, era de mucha responsabilidad. Dicho esto, yo recuerdo que cuando Salvados lo hacía Jordi, igual eran veintipico, treinta programas, llegaron a hacer al año. Nosotros hacemos catorce. Y eso también te permite respirar.

Nosotros, por ejemplo, acabamos la temporada a principios-mediados de diciembre, que yo vacilo a mis hijos diciéndoles que en las vacaciones de Navidad estoy yo antes que ellos. Y yo ahí tengo mi estrategia cuando no estoy trabajando, que es encerrarme en mi familia, en mis cercanos, en mi Vigo, en mi Grove y en mi Río Torto, que son mis lugares de Fernando González, donde yo me siento yo. Y ahí es donde digo: ¡guau! Pero bajas, pero tienes que bajarlo. Sí, Jordi en ese sentido siempre ha sido un gran apoyo para que el trabajo no nos coma la vida.

Ser el presentador de 'Salvados', claro que me hace mejor padre

Gonzo

¿Y cómo es conciliar la vida laboral con la familiar? Hablabas de los niños, ¿habláis de estos temas, veis los programas?

No vemos todos los programas. El de redes sociales, por ejemplo, con mi hija mayor que tiene 14 años, vimos los dos; pero con el pequeño, vimos el de la entrevista de Arturo Béjar, la otra me parecía demasiado impactante lo que se contaba. Pero creo que se sienten privilegiados, porque lo que yo les puedo contar en casa, cuando vengo de un viaje o cuando vengo de contar una historia, aunque sea en Alcorcón al lado de casa, tiene una profundidad. Yo les puedo contar unas lecciones de vida, que en mi propia vida no me permitiría tener esas lecciones. Pero claro, les voy contando cosas que he aprendido de esta entrevista, y de esta otra, y de esta historia, y de esta otra. [Ríe] Esto como titular, me parece que puede quedar guay la frase: ser el presentador de Salvados, claro que me hace mejor padre.

¿Cómo lo conciliamos? Mi pareja ya era mi pareja antes de que yo llegase a la televisión, y en ese sentido, como le digo, “menos mal que estás tú”. ¿Nos toca conciliar y es complicado? Sí. Insisto: hay madres y padres que, aunque no duerman nunca fuera de casa, seguro que ven a sus hijos y a sus parejas, menos que yo. Hay peña que tiene que hacer 16 horas de curro, o 14, y moverte entre un viaje y otro de ir al curro 2, 3, 4 horas. Hay peña que pasa en su casa 5 horas al día, y duerme todos los días en casa. Yo soy un privilegiado.

Y en lo práctico, un poco más banal, ¿cómo es tener un padre famoso? ¿Ellos lo notan en algo, cuando vais por la calle y alguien te para y se hace una foto?

Nacieron con eso. Mira, cuento una anécdota para ver, que creo que explica muy bien la importancia que en mi casa le hemos dado a esto de que a papá le paren por la calle. “Papá, ¿ese por qué te saluda?” Por el trabajo. “¿Por qué te pide la foto?” Por el trabajo. Y un día, me dijeron: “Joder, papá, pero tu oficina tiene que ser gigantesca”. Y al preguntarle que por qué, me dijeron: “Para que entren todos los que conoces del trabajo...”. Es darle una pátina de normalidad. Y luego, cuando sí se van haciendo algo más mayores, y llegas al cole y eres 'el hijo de', digo: tío, ¿de verdad que tú crees que eres mejor? Si tú eres de puta madre ya, no necesitas ser el hijo de nadie. Al contrario, siempre les digo: si la que mola es vuestra madre.

En casa le damos muy poca importancia, somos poco mitómanos. Y cuando vemos la tele, la vemos de otra manera. Yo creo que en mi casa solo han sentido que somos fans, fans, fans de El Gran Wyoming. Y esto lo digo de verdad, porque cuando les decimos que vamos a ver a Chechu, ellos van a ver a alguien que es más que un amigo de sus padres. Y cuando lo ven en la tele, se quedan a verlo. Yo he tenido que escuchar en mi casa a mi hijo pequeño decir: “Papá, me gustaba mucho más cuando trabajabas en El Intermedio que en Salvados”. ¿Por qué? “Estabas más en casa y aparte te veía con Wyoming, que a mí es lo único que me hacía reír. Porque el resto de tu reportaje a mí no me hace reír”. Y claro, eso en un niño de 6, 7 años. Entonces, bueno, es eso, la normalidad y creo que también el comportamiento que ven. Lo único que notan es que tenemos más suerte que muchos otros compañeros o compañeras..

¿Qué has descubierto de Wyoming ahora que le has podido entrevistar de tú a tú para Salvados? ¿Estás sorprendido con algo?

Somos amigos desde hace años, hemos estado mucho tiempo juntos en vacaciones, comer en su casa es algo que llevo haciendo mucho tiempo... Aun así, sí. Algo de El Gran Wyoming no, de Chechu: y es que no quiere que se le adule. En esas partes de la entrevista en las que yo le hacía ver lo importante que fue para mí, él me hacía ver que por ahí no quería ir. Que estamos de igual a igual, y que lo otro es casualidad.

La política siempre tiene peso en Salvados, y siempre hay margen para la actualidad, pero de momento más allá del caso del Alvia, no hemos visto peso político. ¿En dónde te gustaría poner el foco? ¿Estáis moviendo hilos para algún entrevistado?

Sí, eso es un trabajo que es incesante. Nosotros al presidente del Gobierno, al presidente de la oposición, lo pedimos continuamente. Estamos gestionando con partidos políticos hacer programas, o con entrevistas solo a una persona o que se junten varios. Y las que más ganas o las que más impetu le ponemos a la hora de conseguir la entrevista, es con aquellos personajes que más nos han camelado. Es decir, los Ábalos, Koldo, Cerdán; este año. La peña que mete la mano en el bolsillo de todos. Porque sabemos que esas son las personas a las que creo que la ciudadanía tiene más ganas de escuchar. Y nosotros tenemos esa capacidad de hacerle las preguntas de: si te sientas, vas a tener que responder a estas cosas.

Ahí lo que tenemos son unos sabuesos y unas sabuesas en la redacción que... bueno, no podemos adelantar nada porque es generar una expectativa que luego nunca depende tanto de nosotros, es “o te doy la entrevista o no”. Pero tenemos cosas muy, muy calentitas que creo que la peña va a decir: qué ganas de ver a este tío dando explicaciones.

Jordi Évole decía que Ayuso no le coge el teléfono, ¿a ti te lo coge?

A mí me lo coge Miguel Ángel Rodríguez. Pero de las veces que me lo cogió, solo una vez fue para decirme que sí. Le he llamado mogollón de veces desde aquella, y me dice: estás flipado, ya te gustaría, ni de coña. Pero es que ese no es tu trabajo. El “no” es el día a día, pero es que cuando te dicen que sí... ¿Cómo consigues al Papa? Pues es llamando un año, y otro año, y otro, y otro... no dándolo nunca por perdido. Eso es algo que aprendí en Salvados.

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