'Las Amazonas' Review Final: Cuatro aciertos y un par de decepciones
En los últimos tiempos Salvador Mejía ha firmado algunos de los mayores despropósitos que se recuerdan en el mundo de las telenovelas. ‘Las Amazonas’ era quizá una de sus últimas oportunidades para recuperar lo que un día fue (‘La usurpadora’, ‘Rosalinda’) o caer definitivamente en la lista de productores a evitar. ¿Qué ha sucedido? Pues que en el balance final de ‘Las Amazonas’ pesan mucho más los aciertos que los desaciertos y eso, vistos los antecedentes, es más que positivo. ¿Lo vemos?
¡¡CUIDADO SPOILERS!!
La veteranía es un grado
Para empezar, Salvador Mejía ha apostado a caballo ganador. Poner como pareja estelar a César Évora y Victoria Ruffo es casi sinónimo de acierto total.
De él todavía sigo esperando poder decir algo negativo y esta vez tampoco va a ser. Ha destacado en todos los matices del personaje y ha tenido unos cuantos. El Victoriano Santos padre ha sido implacable en la defensa de sus hijas, aunque pasándose un par de vueltas con su machismo recalcitrante. El Victoriano Santos hombre ha surfeado entre su joven esposa y su amor de toda la vida. El Victoriano Santos terrateniente ha cumplido a la perfección la tarea de proteger el legado de su mejor amigo.
Y a todos esos Victorianos Santos nos los hemos creído en todas y cada una de sus escenas. Victoriano no ha sido ni de lejos el héroe por antonomasia, pero tampoco ha representado a un villano. Simplemente ha ido reaccionando a las circunstancias según le parecía más adecuado. A veces ha acertado y a veces se ha equivocado, pero gracias a esas decisiones buenas y malas hemos podido disfrutar de toda la capacidad interpretativa de este actor. Insisto, sigo esperando el día en que pueda criticar negativamente a César Évora, pero cuanto más pasa el tiempo, más me convenzo de que es más que improbable que eso suceda.
En cuanto a Victoria Ruffo, ha vuelto a hacer de Victoria Ruffo. Mujer dulce, enamorada, maternal, que llora y sufre como ninguna. Aunque estemos un poco hartos de verla siempre en el mismo registro, hay que reconocer que lo borda. De hecho, debería ser ella quien enseñara a las jóvenes actrices de Televisa cómo llorar en primer plano porque ella lo hace aparentemente con gran facilidad capítulo sí y capítulo también.
Y, desde luego, su conexión con César Évora es más que evidente. El romance entre Victoriano e Inés ha sido de lo más interesante de la telenovela porque han sido lo suficientemente hábiles como para irnos contando a cuentagotas por qué no se casaron cuando podían. Pudieron explicárnoslo todo en el primer capítulo, pero lo fueron revelando poco a poco y ese ha sido uno de los grandes aciertos de ‘Las Amazonas’: no desvelarnos desde el principio todas las claves de la trama.
Diana y Alejando, una pareja realista
Vista globalmente la historia de Diana y Alejandro ha sido un romance de manual: chico y chica se enamoran, todos se oponen, pero al final triunfa el amor. Sin embargo, si nos fijamos en los detalles, esta historia ha ido más allá. Podría decirse que han representado una pareja real del siglo XXI.
Ella es una mujer actual que no se rasga las vestiduras ni le da mil vueltas a la cabeza para dejar a su prometido por otro hombre que le gusta más. Él es un hombre con cargas familiares que tiene claros sus sentimientos, pero también sus obligaciones. Y aquí son claves las hijas de Alejandro. No nos han vendido un cuento de hadas donde las niñas quieren desde el minuto cero a la nueva novia de su padre, sino que se ven los problemas que surgen cuando alguien ajeno entra a formar parte de la familia, problemas que se acrecientan cuando aparece una ex esposa vengativa. Repito. Se agradece que se nos cuenten problemas reales, cotidianos, y no cuentos de hadas (aunque el final haya sido de libro).
En cuanto a los actores, de Danna García hay poco nuevo que decir. Al principio le costó tomarle la medida al personaje, pero poco a poco ha adquirido más fuerza y ha vuelto a demostrar que es una de las grandes protagonistas de la actualidad.
De Andrés Palacios solo puedo decir que los galanes de toda la vida de Televisa deberían estar bastante nerviosos porque este actor viene pisando muy fuerte. Ha convencido como galán enamorado de Diana, ha brillado como el padre de dos niñas pequeñas y nos ha conquistado resistiéndose a las “maniobras” de Lisete. Lástima que no hayamos podido verlo más como hijo de Inés y, sobre todo, de Victoriano porque probablemente hubiera dado aún más de sí. Lo dicho. Andrés Palacios. Un nombre para no olvidar porque apunta a un futuro más que prometedor.
Los villanos y sus pecados
La primera villana que conocimos fue Débora, que, además, fue la más predecible de todos. Desde la primera secuencia sabíamos lo que pretendía, pero una vez más tuvieron el acierto de tardar bastante en explicarnos tanto sus planes reales como las razones de su actuación. Débora estaba llena de ambición, pero también de venganza y llegó un punto en que toda su realidad giraba única y exclusivamente en su afán de destruir a Victoriano. Solo así se explica que fuera capaz de acabar con su propio hermano.
Por otro lado tenemos a Loreto, a cuya ambición y ansias de venganza habría que sumar la envidia. Loreto quería dinero, de ahí que chantajeara a más de un personaje. Loreto quería vengarse de Victoriano, pero, en el fondo, le tenía una profunda envidia. Por haber quedado en libertad aun siendo el posible asesino de Vicente, por ser el dueño de la hacienda, por haber podido criar a sus hijas y, sobre todo, por conservar el amor de Inés. Por cierto, hay que destacar la brillante interpretación de Guillermo García Cantú.
Y si hablamos de Loreto, hay que hablar de doña Bernarda. Jacqueline Andere ha interpretado a una mujer en la que confluían ambición, venganza y, sobre todo, avaricia. El problema es que este personaje se ha quedado en un quiero y no puedo. Al principio parecía que iba a ser un pilar fundamental, pero a lo largo de la historia ha quedado un tanto desdibujado. Sí, quería la hacienda y meter a Victoriano en la cárcel, pero las artimañas de Loreto o Débora han resultado mucho más interesantes que sus movimientos. Era una más en la lista de enemigos de los Santos, pero nunca consiguió representar una amenaza de peso.
El único pero al clan de los villanos es que casi todos han tenido un final dramático y eso ha resultado un tanto excesivo. Ya sabemos que en las telenovelas los villanos deben pagan sus fechorías, pero esta vez creo que se les ha ido un poco la mano.
Unos terceros en discordia a la altura
En este punto debería hablar de los terceros en discordia, pero han sido tantos (¿demasiados tal vez?), que voy a concentrarme en la más destacada. Lisete, uno de los personajes que más he detestado. Los villanos tenían sus particulares razones para atacar a sus enemigos, pero Lisete parecía vivir en una realidad paralela. ¿Desaparece seis años y regresa como si hubiera salido a comprar el pan? ¿Qué pretendía? ¿Qué Alejandro y las niñas la recibieran con los brazos abiertos como si solo hubiera estado fuera seis horas? Su actitud con María José parecía la más adecuada dadas sus perversas intenciones, pero su trato a Sabi no tiene ninguna justificación y precisamente esa torpeza hizo que su estrategia fracasara. Además, su final de “lo siento mucho”, “estaba equivocada”, etc ha sido tan brusco que ha resultado demasiado irreal.
Una pareja decepcionante
En ‘Las Amazonas’ también ha habido alguna que otra decepción. La primera ha sido la pareja de Casandra y Eduardo. Al personaje de Grettell Valdez nos lo presentaron como una brillante arquitecta que tenía que pelear por hacerse respetar en un mundo de hombres. Eso fue en el primer capítulo, pero después esa destacada profesional casi desapareció. Sí, se ha hablado de su trabajo, pero nunca más la vimos como víctima de machismo laboral y esa hubiera sido una subtrama bastante interesante por novedosa.
En cuanto a su romance con Eduardo, ha sido el menos creíble de todos los de la telenovela. En teoría iban a tener que enfrentarse a los problemas propios de su diferencia de edad, pero eso apenas han sido menciones. También tenían en contra a sus respectivas familias, pero tampoco hemos visto ninguna secuencia a lo Romeo y Julieta. De hecho, han sido bastante más entretenidos los movimientos de Fabricio y Montserrat que los de ellos dos.
Y, lo siento, pero tengo que decirlo, ¿qué le ha pasado en esta telenovela a René Casados? Si fuera la primera vez que lo viera, lo hubiera mandado sin duda a mi lista de actores a evitar. Sin embargo, es un actor que no suele desentonar y aquí ha sido sinónimo de sobreactuación, sobregesticulación, y, sobre todo, de desastre. Eduardo Mendoza era un gran personaje, pero a mí me queda la sensación de haber visto una caricatura.
Algunos ajustes necesarios
Pero la mayor crítica que se le puede hacer a ‘Las Amazonas’ tiene que ver precisamente con su mayor acierto: su duración. Ha sido una telenovela corta, lo que ha evitado cansancio, saturación o aburrimiento.
Sin embargo, los productores deberían tener en cuenta que no se puede contar en 60 capítulo lo mismo que en 180. O, al menos, no se puede contar igual. Si recortas duración, tienes que recortar personajes, subtramas o secuencias porque, si no, pasa lo que ha pasado en ‘Las Amazonas’.
Hemos estado un par de capítulos casando a Constanza con Robi (subtrama) y nos hemos enterado en un par de minutos de que Alejandro es hijo de Victoriano (trama fundamental). El amago de romance entre Emiliano y Jacinta duró varios capítulos, pero la custodia de María José y Sabi se ha resuelto en una charla de cinco minutos (o eso suponemos porque ver no lo hemos visto). Bernarda ha entrado y salido del casino varias veces, pero lo del tesoro lo descubrimos casi cuando ya salían los títulos de crédito. Nos hemos cansado de ver los desvaríos de Diana Elisa, pero de su milagrosa recuperación nos enteramos casi por casualidad. No hemos perdido detalle de la inauguración del restaurante de Montserrat, pero el embarazo de Diana han sido dos frases. Hemos visto las mil y una cámaras que colocó Débora, pero a Bernarda casi no le da tiempo ni a reaccionar cuando descubre que tiene una nieta.
Lo dicho, ‘Las Amazonas’ ha merecido la pena. Ha sido una buena historia con un gran elenco, pero si van a seguir con esta excelente idea de recortar la duración de las telenovelas, por favor, intenten hacerlo mejor. Hay que ajustar las tramas al número de capítulos para evitar que tengamos que ver minutos y minutos de aspectos secundarios prescindibles y que al final, lo fundamental, lo importante, las claves básicas, se resuelvan en unos segundos tan escasos que como nos despistemos, nos lo perdemos.
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