Mi marido tiene familia Review Estreno: Una mezcla de drama y comedia para las tardes de Nova

Mi marido tiene familia Review Estreno: Una mezcla de drama y comedia para las tardes de Nova

Por Betty M. Martínez

Después del abrupto, incomprensible y más que cuestionable cambio de horario de La Ley del Corazón y de programar una batería de reposiciones, Nova decidió recuperar la senda de ofrecer nuevas telenovelas y lo hizo hace ya unos días estrenando Mi marido tiene familia, protagonizada por Zuria Vega y Daniel Arenas y con el sello inconfundible de Televisa.

¡¡CUIDADO SPOILERS!

Un arranque diferente

Lo primero que llama la atención en Mi marido tiene familia es que nos encontramos una pareja protagonista que ya es eso. Una pareja. No hay un encuentro casual, ni música de violines la primera vez que se miran a los ojos, ni la duda de cuándo se darán el primer beso. No. Aquí ya son una pareja sólida, consolidada, ya viven juntos y tienen ¡sorpresa! los mismos problemas que el resto de los mortales. El más importante: encontrar una casa en la que vivir y poder, al mismo tiempo, llegar a fin de mes.

Esto ya, de por sí, es un punto a favor en tanto que no es lo normal. Eso sí, la cosa empieza a torcerse (en el sentido de recuperar la senda habitual de las telenovelas) cuando los conocemos un poco más por separado.

Empecemos por él. Robert Cooper es un exitoso médico, con unos sólidos principios morales y solidarios, pero arrastra clavada la espina de haber sido abandonado por sus padres biológicos (o eso piensa él). Parece que fue feliz con la familia que lo adoptó, pero sigue pensando en buscar su origen real.

Por cierto, Daniel Arenas no está precisamente en mi lista de galanes favoritos. Siempre me ha parecido de la especie “pan sin sal”, pero creo que es justo darle una oportunidad más. Si Gabriel Soto, líder indiscutible de esa categoría hasta hace poco, ha conseguido sorprenderme para bien en sus últimos trabajos, ¿por qué no lo va a hacer Daniel Arenas?

Por ahora, pinta bien. Tiene feeling con su coprotagonista, que ya es importante. Eso sí, espero que en algún momento muestre algo más de personalidad porque, por ahora, está resultado demasiado políticamente correcto. Más que médico (donde sí se le ha visto algo más de carácter) parece diplomático y haría falta algo más.

En cuanto a Zuria Vega, interpreta a Julieta, una mujer joven, profesional, moderna, independiente, autónoma, con mucha personalidad, es decir, una mujer del siglo XXI. Me gustan estos personajes “normales” e incluso su condición de ser un tanto “especialita” en algunas cuestiones la hace más interesante. Es un personaje real, de carne y hueso, con virtudes y defectos. Para princesas de cuento, ya tenemos las películas de Disney. Además Zuria Vega se maneja bien tanto en los momentos dramáticos como en las situaciones cómicas.

Con la familia hemos topado

Por lo tanto, los protagonistas apuntan maneras, pero cuando, de verdad, empieza lo divertido es cuando aparecen las respectivas familias.

Por un lado, tenemos a los Córcega, la familia biológica de Robert, quien, por cierto, en realidad se llama Juan Pablo. No me gustaría spoilear demasiado, pero hay cosas que tengo que decir sí o sí. Digamos que por azares del destino Robert y Julieta acaban viviendo en el mismo edificio en el que tienen su panadería los Córcega. Obviamente ninguna de las partes sabe quién es la otra parte y aquí empieza lo interesante.

Es impagable el momento en que Blanca asegura que a día de hoy, treinta años después de la desaparición de su hijo, sería capaz de reconocerlo si lo tuviera delante. ¿Por qué es impagable? Porque lo tuvo delante, es más, lo tiene bajo su mismo techo, y no es que no lo haya reconocido, es que casi lo trata a palos.

Ojalá consigan mantener el ritmo y la edición de secuencias que hemos visto estos días porque son fantásticas. Por un lado, Julieta jurando en arameo por haber ido a caer en un edificio con unos vecinos insoportables y, por otro lado, Blanca, que lo más bonito que ha llamado a Julieta ha sido “fastidiosa”. Estas dos mujeres son literalmente agua y aceite. La suegra quiere una nuera tradicional, una mujer de su casa, tranquila, serena, calmada. Vamos, todo lo contrario que Julieta. Y la nuera apoya a su pareja a la hora de buscar a su familia, pero en su fuero interno desea que no la encuentre para no tener que lidiar con una suegra. Y eso que ni se imagina que la vecina “intensa” es precisamente su suegra.

En serio, no me canso de decirlo. El romance entre Robert/Juan Pablo y Julieta podrá ponerse muy interesante en el futuro, pero la razón fundamental para sentarse cada tarde a ver ‘Mi marido tiene familia’ es ver cómo evoluciona la relación entre Blanca y Julieta. Si ya de vecinas casi desconocidas no se soportan mutuamente, si la relación casera – inquilina es una lucha constante, ¿qué pasará cuándo descubran el vínculo que las une? ¿Harán de tripas corazón para no lastimar a la persona que tienen en común? ¿Sacarán las garras para defender cada una su territorio?

Insisto, esta relación suegra –nuera puede dar mucho de sí. Espero que no decepcionen porque materia para desarrollar este tema hay de sobra en la vida real. Es más, si necesitan ayuda, les puedo pasar el contacto de cierta amiga mía que lleva años en una guerra fría con su suegra que no tiene nada que envidiar a ninguna telenovela.

Por cierto, antes de que se me olvide. Diana Bracho está impresionante. Lo borda como afligida madre que lleva más de treinta años buscando a su hijo desaparecido. Lo borda como madre culpable que no puede ni celebrarle el cumpleaños a su hija Daniela. Lo borda como mujer incomprendida por parte de su marido. Lo borda como nuera que sufre los reproches de su suegra (tampoco podemos perder de vista esta relación porque Silvia Pinal como gran matriarca Córcega apunta maneras). Lo borda como casera que no se entiende con unos inquilinos demasiado modernos. Por si no ha quedado claro, lo repito, lo borda.

Y si por el lado Córcega, la familia es peculiar, la madre de Julieta es todo un personaje. Puede ser uno de los personajes simpáticos de la historia porque reconozcámoslo es muy complicado justificar que has invertido el dinero de tu hija y tu yerno en un negocio de “lombrices”. No sé cómo los actores contuvieron la risa porque a mí se me escapó una carcajada. Claro, el dinero no era mío. Eso sí, si lo fuera, no creo que reaccionara tan serenamente como Julieta y Robert. Por cierto, recuperando lo de la normalidad de la pareja protagonista, todos conocemos el caso de familiares que han tenido problemas por préstamos de dinero, ¿no?

Cara y cruz en los secundarios

Todavía no hemos visto demasiado, pero ya hay secundarios que acaparan nuestro interés y también hay algunos que quisiéramos evitar todo lo posible.

El primer grupo lo encabeza Daniela, interpretada por Laura Vignatti. Es uno de los personajes a priori más interesantes porque arrastra una importante carga emocional. No debe ser fácil lidiar con el hecho de que parte de tu familia te culpe por la desaparición de tu hermano ni debe ser cómodo convivir con una madre que no entiende ni tu peinado ni tu sentido de la moda ni tu forma de entender la vida. Es un personaje atípico que destaca más aún cuando le toca compartir escena con su hermana Linda, pero que con su sola presencia consigue casi opacar a Jade Fraser. Y, que conste, que en estos pocos capítulos ya ha conseguido sorprenderme. Yo pensaba que iba a evolucionar de una manera, pero ya he comprendido que me pasé con los prejuicios. Lección aprendida para el futuro.

Y en el otro extremo tenemos a René Casados y su indescriptible Antifaz. Y digo indescriptible porque me reconozco incapaz de describirlo o definirlo con otra palabra que no sea sobreactuado. Una cosa es darle el toque cómico a la historia con un personaje un tanto estrafalario, pero con Antifaz se les ha ido la mano. Por favor, si yo entro en una inmobiliaria y me lo encuentro a él ofreciéndome una casa, salgo corriendo. Es cierto que dice verdades como puños y que se esfuerza por mediar, pero tiene el grave problema de que las formas hacen que el fondo se diluya.

En definitiva, Mi marido tiene familia tiene una línea general que, por diferente, puede resultar bastante interesante. Y la combinación entre drama y comedia parece estar bastante bien estructurada. Veremos cómo evoluciona.

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