Fatmagül: Prometedor debut de las telenovelas turcas en España
Fatmagül ha llegado a España y con ella llegan las telenovelas turcas a las pantallas de este lado del Atlántico, donde había muchas ganas y, también, mucha curiosidad, dado que todos habíamos oído hablar del boom que las producciones de Turquía han supuesto en América Latina. En estos pocos días ya hemos visto varias claves que avalan los buenos comentarios que habíamos leído.
¡¡CUIDADO SPOILERS!!
Una protagonista indiscutible
Lo primero que nos que claro es que Fatmagül es la protagonista indiscutible de la historia. Es el centro en torno al que gira todo lo que sucede. Llama la atención que en España el título de la telenovela sea sólo el nombre de la protagonista, cuando en otros países era ¿Qué culpa tiene Fatmagül? Y es que, si lo pensamos bien, esa pregunta ha estado en la cabeza de absolutamente todos los que hemos descubierto esta producción. Y también todos tenemos una respuesta clara. Ninguna.
Pero, empecemos por el principio. ¿Quién es Fatmagül? Pues bien, Fatmagul es una humilde muchacha que vive en un pueblo costero de Turquía junto a su hermano y su cuñada. La joven trabaja en la lechería familiar (sinceramente el momento pastora a mí me ha sobrado) mientras prepara su boda con su novio de toda la vida, Mustafá. Sin embargo, todos sus planes saltan por los aires cuando una madrugada se cruzan en su camino cuatro “individuos” con demasiado alcohol en la sangre y ningún escrúpulo.
Es curioso. A pesar de ser la protagonista, en estos capítulos Fatmagul es uno de los personajes que menos ha hablado. Es el centro de atención, pero su voz es casi inaudible. Apenas hay un par de conversaciones con Mustafá y alguna discusión con su cuñada. Sin embargo, pese a ese cierto mutismo, Fatmagül deja muy claro en cada momento qué piensa y qué siente. La verdad es que Beren Saat está siendo todo un descubrimiento por su capacidad para transmitir y comunicar emociones y sentimientos sin pronunciar palabra.
Es muy interesante la forma en que han construido este personaje. No nos ha dicho casi nada, pero en menos de una semana la conocemos mejor que a muchas otras protagonistas después de media telenovela. Todos somos muy conscientes de la presión a la que se ve sometida por su cuñada, de la ilusión con la que planea su vida de casada con Mustafá y también de la angustia y desolación que siente tras la violación.
Cuando todos deciden su futuro sin siquiera preguntarle, cuando todos aprovechan su fragilidad emocional para influenciarla, los espectadores compartimos su impotencia, su rabia y su indignación. Es más, estoy segura de que más de una le ha gritado cuatro cosas a la pantalla al ver la sarta de injusticias que se han cometido estos días con Fatmagül. A todos nos ha indignado ese intento de culpabilizarla cuando, en realidad, es víctima, ya no sólo de la violación, sino también de todo el tinglado que han montado entre unos y otros para tapar la verdad.
De cara al futuro la gran pregunta es si Fatmagül asumirá su destino en silencio o si, en algún momento, conseguirá que su voz sea escuchada. De qué decida y de cómo actúe dependerá en gran medida el ritmo de esta telenovela, que sin duda, ha arrancado con una fuerza y una intensidad a la que no estamos demasiado acostumbrados, pero que nos mantiene pegados a la televisión.
¿Galanes o villanos?
A Engin Akyürek le ha tocado el rol no sé si de galán o de villano. Es villano en tanto que ha formado parte de la violación (aún no tengo claro si como ejecutor o como testigo), pero el desarrollo de los acontecimientos ya se ha encargado de darnos las suficientes pinceladas como para que nos caiga mal, pero no del todo.
Desde el principio se intenta que empaticemos con Kerim. Es el amigo pobre de los niños ricos. Cree que es uno más del grupo, pero los detalles no engañan y queda muy claro en varias ocasiones que sus “amigos” no lo ven como a un igual. Es más, cuando hay que hacer frente a las consecuencias de sus actos, todos tienen claro que él debe ser quien pague por todos “porque no tienes un futuro como el nuestro”. Reconozco que me sobran las ganas para abofetear a Kerim, pero en esa fracción de segundo me compadecí de él.
Eso sí, la gran lección que ha dado a sus amiguitos millonarios es que él tiene el suficiente valor para asumir el error cometido, aunque ni él mismo tenga claro qué parte de responsabilidad tiene en lo sucedido. Obviamente, debería hacerlo de otra manera, pero, al menos, pongámoslo en cuarentena hasta ver cómo evolucionan los acontecimientos. Kerim ni ha hecho ni está haciendo bien las cosas, pero tiene la conciencia necesaria como para reconocerlo y enfrentarlo, y, visto cómo se han comportado los demás, que han salido corriendo a la primera oportunidad, tiene cierto mérito.
En el otro extremo tenemos a Mustafá, que ha sido ya la primera gran decepción de la telenovela. Mucho cuidar de Fatmagül. Mucho hablar de acabar la casa. Mucho planear la boda. Mucho defenderla de Mukaddes, pero ha sido el primero en darle la espalda a Fatmagül. Cuando ella más lo necesitaba, él no ha estado. Es más, si no tienes la empatía suficiente como para consolarla, al menos ten el corazón necesario para no causarle más dolor. Pero no. Primero va el orgullo y después ya vendrá todo lo demás… si es que viene.
Y precisamente estos dos personajes son de lo mejor que hemos visto hasta ahora en el sentido de que los guionistas han sabido dibujarlos de tal forma que los espectadores ya hemos ido intuyendo lo que podría pasar. De primeras, deberíamos aborrecer a Kerim, pero antes de la noche clave ya nos habían mostrado matices positivos de su personalidad, lo que hace que tengamos la tentación de añadir un “pero” a su comportamiento. Lo mismo pasa con Mustafá. Su rechazo a Fatmagül casi nos lo olíamos después de ver algunos detalles de su (mal) carácter.
Los secundarios llevan la voz cantante
Llama mucho la atención que los tres grandes protagonistas apenas hayan tenido capacidad de decisión en estos primeros días. Las grandes decisiones las han tomado los secundarios.
Por un lado, tenemos a los niños ricos. No voy a gastar demasiadas letras en ellos porque creo que no hay mayor desprecio que no dar aprecio y espero que en algún momento todo el peso de la justicia caiga sobre ellos. Al margen de la violación, lo cierto es que tampoco tienen demasiado recorrido.
Selim vale justo lo que valga su compromiso con Meltem. Sin embargo, Erdogan sí puede dar mucho juego si sigue mostrando esa rebeldía hacia su tío y encauza esa rabia hacia un duelo directo por el poder y el dinero familiar. Y si sigue esa línea va a ser interesante ver la reacción de Resat, el todopoderoso patriarca Yasaran, que no se baja ni por un segundo de su pedestal de cacique millonario.
Aunque, entre todos los secundarios hay un personaje que brilla. Mukaddes. ¿Quién necesita una madrastra como la de Blancanieves o unas hermanastras como las de la Cenicienta teniendo a Mukaddes por cuñada? ¿Cómo se puede acumular tanto rencor? ¿De dónde viene esa ojeriza hacia Fatmagül? ¿No es capaz de sentir ni un mínimo de compasión por la muchacha? ¿Cómo es posible ser tan insensible?
El personaje que interpreta Esra Dermancioglu está en la línea de las mejores villanas de las telenovelas latinas, pero con la particularidad de que está mucho menos sobreactuada de lo que suele ser habitual. En estos días ha dicho frases mucho más cortantes que el filo de algunos cuchillos, pero con una naturalidad que espanta.
Lo que hay que reconocer es que sabe aprovechar las oportunidades. En menos de una semana ha pasado de ser la encargada de una lechería a poner contra las cuerdas a la todopoderosa familia Yasaran y también en menos de una semana ha colaborado activamente para destrozarle la vida a su cuñada. Lo dicho. ¿Quién necesita enemigos cuando tiene en casa a alguien como Mukaddes?
No sé cómo se las ingeniarán Fatmagül y Kerim en su matrimonio (no va a ser fácil), pero espero que les vaya bien aunque solo sea por fastidiar a todos los que se pusieron de acuerdo para organizarles la vida y tapar así sus propias vergüenzas. Eso sí, espero y confío en que en algún punto de los capítulos que tenemos por delante todos paguen las consecuencias de sus actos. Los buenos y los malos.
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