‘The Flash’ 03x13 Review: Bienvenidos a ‘Gorilla City’
Como reza el título, sed bienvenidos todos a este doble capítulo especial en el que un antiguo conocido de Barry y los suyos, Grodd, reclama el protagonismo que le fue arrebatado antes de desaparecer de la serie cuando fue desterrado a Tierra 2. En esta primera parte de la historia dedicada al gorila telepático nuestros amigos abandonan Central City para adentrarse en las profundidades de la selva de África y encontrar Gorilla City, la ciudad gobernada por primates. Algo así como ‘el planeta de los simios’ –y muy de moda, ahora que se ha estrenado la enésima versión de King Kong en cines–, pero más local y tribal. Eso sí, durante su ausencia dejaron a Kid Flash y Jesse Quick como guardianes de la ciudad, no fuera que las cosas se desmadraran demasiado como bien apuntaría la ley de Murphy. Así pues, si todos los preparativos están listos, ¿quién se apunta a una escapada al campo?
(Spoilers muy monos)
Veloz vs Supergorila
La extraña expedición formada para salvar al Dr. Wells de Tierra 2 no tenía desperdicio: Barry vestido de Flash, Cisco y Caitlin ataviados como turistas nerds que obviamente carecen de la debida experiencia de campo, y por último, Julian Albert, caracterizado como ‘Indiana Jones’. Sólo le faltaba el látigo. Incluso sus compis hicieron alusión al famoso arqueólogo en referencia a su ropa.
Al iniciar su aventura no tenían todas consigo. Vagar por la selva es algo a lo que ninguno está acostumbrado a juzgar por la respiración entrecortada y jadeos durante las conversaciones. Pero al vislumbrar unas huellas de gorila y el localizador del doctor Wells su esperanza se vino arriba. Estaban cerca, ¿ahora qué? No tuvieron que responderse: Grodd les estaba esperando para tenderles una emboscada vía cerbatana somnífera.
Una vez capturados, en las mazmorras de la ciudad utilizó a Henry para comunicarse de viva voz con sus prisioneros, a pesar de que puede transmitirles sus pensamientos telepáticamente. Pero supongo que así sonaba más formal la proposición que tenía para ellos: Barry debía matar al líder de la comunidad, Solovar, quien le retaría a un duelo por haber traspasado los límites de la ciudad. De esta forma, el jefe de los gorilas perdería su autoridad y Grodd podría erigirse como el nuevo mandamás de esa tribu. ¿Qué ganaban Barry y los demás con esto? Además de su libertad, impedir que Solovar invadiera Central City.
Y aunque claramente se veía venir la traición, y aunque Grodd no resultó nada convincente al decir que Central City era todavía su hogar y quería protegerlo, a Barry no le quedó más remedio que enfrentarse a Solovar. Y ganó, como todos esperábamos. Como siempre, gracias a la inestimable ayuda de sus amigos en la retaguardia, que desde la jaula observaban cómo su colega se jugaba el pellejo por ellos una vez más, con un pequeño morbo parecido al del público del circo romano cuando los gladiadores luchaban a vida o muerte. Ciertamente la arena donde se batieron Barry y Solovar tenía esta estética. Sólo que en el graderío el gentío estaba formado por primates que rugían pidiendo sangre ante la amenaza humana. Y eso fue lo que vino a continuación.
Con Solovar vencido, Grodd desveló sus verdaderos planes: llevar a la comunidad de gorilas a Central City y castigar a sus habitantes. El simio resentido pretendía arrasar su primer hogar con ayuda de los suyos, temerosos del poder humano que había conseguido vencer a su líder. Pero afortunadamente Barry lleva el traje de Flash por algo. Se le da bien pensar, además de correr. Y gracias a Killer Frost y sus poderes de congelación, hicieron creer a Grodd que Barry había fallecido. Al verlo por debajo de su temperatura corporal, lo sacó de la celda –que anulaba sus poderes, pero no los de Caitlin, curioso– y lo echó junto a los restos de otros huesos, como un desecho más. Craso error, amigo. Una vez libre, el veloz corredor y su gente salieron por patas y abrieron un portal de vuelta a casa antes de que Grodd pudiera darles caza. Aparentemente el equipo se había salvado por los pelos y Wells había sido liberado.
Una proposición indecente
Mientras esto ocurría en Africa 2, Jesse y Wally tenían por fin tiempo para pasar juntos. Sin embargo, lo que tenía que haber sido una luna de miel adolescente resultó ser un reencuentro tibio entre dos conocidos que llevaban demasiado sin verse. Más de lo que a Jesse le habría gustado. Además, la noticia de que Wally también era un veloz no pareció sentarle muy bien a la hija de Wells, quien confesó haberle echado mucho de menos. Después de salir juntos en una primera ronda –caracterizados como superhéroes– para detener un atraco, la química no fue la ideal. Wally se percató de esto y fue a pedirle explicaciones a Jesse. Y ésta se sinceró: ahora que él tenía sus poderes parecía completo. No la necesitaba. Y esto le hacía sufrir. Pero Kid Flash no sólo la contradijo, sino que le hizo la proposición de quedarse a vivir con él en su universo.
Esto pilló por sorpresa a Jesse, que en ese momento sólo tenía cabeza para pensar en su padre. Sin embargo, ¿quién le iba a decir que el homólogo de su progenitor sería quien la ayudaría en esta difícil decisión de mudarse a un universo paralelo y probar suerte con Wally? Y efectivamente, parece que la chica ha aceptado la oferta de su noviete y se ha abierto al amor. Esto responde a la pregunta que nos hacíamos hace unas cuantas semanas sobre el destino que correría su personaje. Si decide compartir el mismo plano que Barry y Wally, está claro que tendremos Jesse Quick para rato. Y con ella ya serían tres corredores los que tendríamos en el equipo. A este paso deberían montar una academia. Aunque claro, aún está por ver la reacción de su padre cuando se entere de sus planes. Con lo sobreprotector que es, una de dos, o intenta prohibírselo o se muda con ella. Y de ser así, tendríamos a dos H.R. Wells –que no se soportan el uno al otro– en el mismo universo. Too much, ¿no creéis? Sobre todo para el pobre Tom Cavanagh, que tendría que estar haciendo todo el tiempo un doble papel. De serio y de majo.
Todo lo que necesitas es amor
Una vez superada la mofa de Indiana, había que preguntarse el verdadero motivo por el que Julian Albert puso en peligro su vida con esa expedición. Estaba claro: proteger a Caitlin. El joven forense cada vez está más pillado de ella. Y la doctora Snow, cautelosa, le pide espacio y le recomienda alejarse de ella porque es una bomba de relojería. En cualquier momento Killer Frost puede tomar el control y hacer daño a los de su alrededor. Vamos, que está cagada la muchacha.
Pero Albert, lejos de amedrentarse, la invitó a compartir su remedio contra el miedo: un chuletón con salsa y puré de patatas que levanta la moral hasta al más lúgubre. Y con una sonrisa –¡cómo resistirse ante tal oferta!– Caitlin decidió hacer caso omiso a su barrera natural y dejarse llevar por esta nueva oportunidad que la vida le brindaba para conocer a alguien especial. Que disfrute mientas pueda. Ya se encargará la Caitlin del futuro de enfrentar lo que venga.
Por su lado, Barry y Iris ponían fin a otra entrega sentados cómodamente en el sofá de su apartamento –ya empieza a ser una costumbre–, disfrutando plácidamente del final de una jornada con los deberes bien hechos. Wells había sido rescatado y descansaba sano y salvo en los laboratorios STAR. Poco podían imaginar que muy lejos de allí, en una realidad paralela, Grodd reorganizaba a sus filas para invadir Central City. Pero, ¿cómo se las apañaría para abrir un portal hacia otra dimensión? Un momento, ¿qué pinta Gypsy, la recaudadora de Cisco, con él en Gorilla City? ¿Por qué lo está ayudando? ¡La solución –como no podía ser de otra manera– en el próximo capítulo!
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