'Girls' 4x05 Review: Algo ha cambiado en Hannah
Por Marta AiloutiMarta Ailouti
A veces 'Girls' se pone seria y se marca capítulos como este 'Sit-in' capaz de convencer a los más agnósticos. Hay una honestidad casi abusiva en sus menos de treinta minutos que te hacen plantear si, acaso, no te estarán rompiendo el corazón a ti. Algo que tiene que ver con nuestras propias vidas, cuando la realidad se impone y todo cambia, con esa franqueza que cuesta encontrar, incluso dentro de nosotros mismos, y que hace que este episodio, el mejor de lo que llevamos de temporada y uno de los mejores de toda la serie, se convierta en la razón de por qué 'Girls' a veces simplemente enamora. Pobres los que no lo entiendan.
(¡Cuidado SPOILERS!)
'Sit-in' empieza justo donde lo dejamos. Con Hannah, Adam y Mimi-Rose en la sala de estar de la que fuera casa de nuestra protagonista que, para su tranquilidad, no solo se acaba de enterar de que la han cambiado por otra, sino que además han empaquetado y guardado todas sus cosas en un trastero situado en Fort Greene. Sin embargo, como el piso sigue siendo su piso, Hannah decide encerrarse en su habitación, probablemente en un intento bastante inútil de que al salir nada de todo aquello haya ocurrido, mientras ellos dos de manera respetuosa procuran darle su tiempo y su espacio para asimilarlo.
Pero... ¿quién es Mimi-Rose?
En un episodio donde, uno a uno, van desfilando todos sus personajes, incluidos Caroline y Laird,- esa extraña pareja-, y marcado únicamente por la ausencia de Elijah, al que hemos dejado en mi preciada Iowa, Shoshanna es la primera en acudir a la llamada de Adam, después de que este trate de localizar a Marnie. Gracias a Shosh descubrimos, aparte de un enorme agujero en la pared, algo más de Mimi-Rose Howard, ese nombre que es un “nombre de mujer y un nombre de hombre con una flor atrapado en medio”. Por ejemplo, que es licenciada en bellas artes con especialidad en escultura y que no se le da del todo mal hablar en público.
No obstante, es precisamente Jessa, después de tomar el relevo de su prima Shoshanna, quien, casi sin verlo venir, confiesa que fue ella misma quien actuó de celestina entre los dos. A Jessa, a la que todavía se le nota el enfado con Hannah por su marcha a “Idaho” (léase Iowa), no se le puede reprochar su falta de sinceridad, aunque sí su ausencia total te tacto e, incluso, de empatía. Sea como sea, es cierto, como le recuerda, que dos años es demasiado tiempo para pretender que alguien te espere aunque apenas haya pasado un mes desde que te fuiste. Luego está lo otro. Lo otro es que Adam es feliz, algo que también Caroline le acabará corroborando. Y eso, de una manera egoísta, duele. La reacción de Hannah es un golpe en el brazo de su amiga, que esta no tarda en devolverle para salir de la habitación reconociendo su derrota.
Hay que encontrar a Marnie
Pero el que aparece, de momento, es Ray que le presenta su consuelo de la manera más sincera, con un abrazo y un “no te lo mereces”, a pesar de lo que, como siempre cuando se trata de los personajes de 'Girls', termine hablando de sí mismo. Primero por su lucha contra la contaminación acústica, que le ha provocado su actual estado de alteración, más de lo que ya está él de por sí. Y más tarde también, mientras le envuelve con un guante de cocina la mano a Hannah, que se acaba de quemar, cuando la conversación se tuerce hacia Marnie y algo cambia en su expresión. Es una pena que Ray se dé por vencido tan pronto con ella. Una pena para ella, que siempre gana cuando comparten escena, para él y para el propio espectáculo.
Lo malo de Marnie, como si solo tuviera una cosa, es esa sonrisa autocomplaciente que se asoma por encima del hombro de cualquiera, también por el de Hannah, cuando cree, y solo cree, que todo le va bien a ella. Por ahora se ha ido a vivir con Desi, ese ser, mientras siguen grabando su disco. En cualquier caso, con o sin sonrisa, lo cierto es que es una buena amiga. Y aunque su situación es similar a la de Mimi-Rose, -no hay que olvidar que, aunque en circunstancias distintas, Clementine dejó a Desi como Hannah a Adam-, parece que su preocupación y consejos son de verdad. No solo eso sino que además son buenos. Ella es sincera cuando, en un tono dulce y cariñoso, le dice a Hannah que tiene que olvidar a Adam y dejarle ser feliz o se lamentará toda la vida. Al fin y al cabo, acaba de averiguar que tal vez no sean una de esas parejas que duran para siempre. De momento, la consuela, al menos se tendrán la una a la otra. Y tal vez no sea mucho. O quizás sí. Sea como sea son instantes como estos los que nos recuerdan por qué ellas dos siguen siendo amigas a pesar de todo.
Una conversación pendiente
Así las cosas, no está siendo un día fácil para Hannah. Ni siquiera una temporada. No le ha ido demasiado bien en Iowa, donde sus compañeros del posgrado se han hartado de decirle lo que estaba mal en ella. Tampoco el regreso a casa, donde de repente todo se ha vuelto tan extraño. De una manera u otra, ella siempre ha tenido a Adam como esa persona a la que volver cuando las cosas se ponían feas. Pero él ahora está feliz con Mimi-Rose, de la que lo poco que sabemos, además, es bueno. Es por eso que, después de su conversación con Marnie, ella decide marcharse. Es lo más cercano a la madurez de lo que ha estado nunca. Y justo en ese instante reaparece él en escena.
Decía la semana pasada que ambos nos debían una conversación. La tercera temporada terminó con el anuncio y decisión unilateral por parte de ella de ir a estudiar a Iowa y la cuarta empezaba mostrándonos una pareja demasiado feliz. Algo fallaba en medio. Probablemente la falta de una discusión. Pero algunas palabras resultan demasiado crueles, y Hannah lleva ya unas cuantas en solo este episodio, que es casi una paliza emocional para nuestra protagonista. Como oír a Adam decir que su marcha fue en realidad un alivio o calificar su relación, aunque real y bonita, de rara y terrorífica. La cara de ella, que ha aprendido a marchas forzadas simplemente a escuchar, lo dice todo. Y asiste con calma a su ruptura. No hay mucho más que añadir. Salvo que por favor, deje de llamarla niña. Tal vez sea esta la última vez que se lo escuchemos. Lo echaremos de menos, para qué nos vamos a engañar.
Un viaje al trastero
Y para terminar, después de todo, solo parece posible este final, que es perfecto. Hannah, consciente de que ahora ella también es parte de las sobras de su propia relación, se dirige a su trastero, ese lugar donde han almacenado por ella sus cajas con material sensible y rótulos de frágil, dispersos alrededor del sofá en el que se tumba.
Mañana será otro día. O un nuevo capítulo en el que podremos comprobar si la evolución hacia la madurez que se atisba al final en Hannah es o no real. Para muestra, este avance del próximo episodio, en el que por lo pronto sabemos que reaparecerá Elijah:
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