‘Girls’ 6x01-02 Review: Dos viajes, errores en bucle y una historia de terror
Por Marta Ailouti
La última temporada de ‘Girls’ empieza con dos viajes. De fondo aún no se avista el final de la carretera pero a juzgar por el paisaje que avanza hacia algún lado estamos en camino. Con la dirección aparentemente adecuada, es seguro que habrá curvas. Hasta entonces, disculpadme, es posible que la emoción empañe algo las cosas. Empecemos con unas preguntas simples. ¿Vosotros sois más de mar o de interior? ¿De los Hamptons o de Poughkeepsie? ¿De Hannah o de Jessa? ¿De Ray o de…? ¿Ray? ¿Qué tal si lo averiguamos? Las respuestas, después del tráiler de lo que nos deparará esta temporada.
¡CUIDADO SPOILERS!
La visita de Hannah a los Hamptons
La sexta temporada de ‘Girls’ retoma la historia seis meses después del final de la anterior, con Hannah convertida en una escritora de “éxito” y todo el reparto de la serie, sin excepción, al otro lado del periódico. Un capítulo doble, de cuarenta minutos, que sitúa a nuestra joven Horvath nada menos que en los Hamptons, donde le han encargado acudir para escribir un artículo sobre un campamento de surf femenino. Allí conocerá a Paul-Louis. Interpretado por el omnipresente Riz Ahmed (‘The Night of’), es posible que lo mejor de todo el episodio sea precisamente él.
‘All I Ever Wanted’, así se titula, es un capítulo distendido, quizás demasiado para una última temporada. Eso sí, hasta que se demuestre lo contrario, y apuesto que ocurrirá, parece que Hannah ha regresado algo más relajada, también más sensata. No hablo de madurez. Aquello es ya una etapa pasada de moda y hasta aburrida que ni interesa. Sea como sea, su viaje a los Hamptons es un recorrido introspectivo, lejos de su anhelado Nueva York, que le permite dejarse llevar por el placer del momento y sacudirse todos sus prejuicios. “¿Por qué enfadarse con la diversión?”, se pregunta su personaje. Y lo cierto es que no tenemos razón alguna para hacerlo. Menos, si eso implica un poco de baile.
El viaje a Poughkeepsie o el eterno bucle de Marnie
Por su parte, algunas cosas continúan más o menos como la dejamos y otras, incluso, como antes de como las habíamos dejado. Marnie, al menos, parece abocada a cometer el mismo error –el ahora llamado Desi, antes conocido como Charlie– en bucle. Que el daño colateral de sus inseguridades sea Ray, no va a ser fácil de perdonar. Con él no hay elección posible. Es él y punto.
Así las cosas, con tintes de género de terror, el segundo episodio de la serie convierte a Desi en más que un villano perfecto y a la casa de Poughkeepsie en el mejor escenario posible. La actuación estelar de Ebon Moss-Bachrach, la música, el maletín porta pastillas, el uso de las ventanas y el juego de café, que era fácil prever cómo acabaría, lo convierten, sin duda, en uno de mis momentos cómicos favoritos de toda la ficción. Que la secuencia termine con una escena Marnie-Hannah, es el broche final perfecto. Echábamos de menos momentos así, que nos recuerden su relación de amistad, y puede que con suerte tengamos alguna dosis más de esto.
Los trenes que perdemos
Mientras tanto, en Nueva York, las que no parecen atravesar su mejor momento son Jessa y Shoshanna quienes acuden, acompañadas por Elijah, a un evento para mujeres profesionales que han organizado dos antiguas amigas de Shosh, Rachel y Zeva, con las que, influenciada en parte por su prima, perdió el contacto hace años. Ahora ellas son dos exitosas mujeres de negocio y Shosh apenas acaba de empezar. Todos hemos estado ahí en algún momento de nuestras vidas. Y pica. Claro que escuece.
Ahora bien, puede que Jessa sea desconsiderada y egoísta al autoinvitarse a una fiesta, por muy pretenciosa que esta sea, que, de algún modo, es importante para Shoshanna. Es egocéntrica al insinuar que todo se reduce a ella y a Adam, a pesar de que sus amigos no terminen de perdonar su relación. Es infantil, incluso poco empática, al robar comida y no callarse ciertas opiniones. Es cierto.
Pero el huracán Jessa no tiene la culpa de todo el desastre que se origina fuera de ella. No fue ella, al menos, quien dejó tiradas a Rachel y Zeva para ir a Rockaway a comer helados italianos y poder conocer a Vincent Gallo. Y es que, por mucho que escueza ahora, cada uno es responsable de sus actos y de los trenes que pierde en la vida. Lo que no parece del todo justo es reclamárselo después a los demás.
Se avecina tormenta
En cualquier caso, las nubes poco a poco se van concentrando en la misma parcela del cielo. Ahora que Shoshanna, incluso Jessa, conocen el secreto de Marnie (Elijah no ha tardado ni veinte minutos en contarlo), ¿cuánto durará Ray sin enterarse? A lo lejos, se divisan nuevas tensiones. Tal vez, una terapia al más puro estilo ‘Beach House’. Ojalá.
Mientras tanto, si me lo preguntáis, prefiero Poughkeepsie a los Hamptons, a Ray sobre todas las cosas y, ¿Jessa o Hannah? Yo soy más de Shosh o de la odiosa Marnie. Según el momento. Tal vez un día os cuente por qué. Hasta entonces, como siempre, nos leemos en el próximo capítulo.
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