'Girls' 4x10 Review: Un final que parece un comienzo

Por Marta AiloutiMarta Ailouti

A veces, una season finale es lo más parecido que tenemos a un cumpleaños o a un 31 de diciembre. Ese momento en la vida en que toca mirar hacia atrás y hacer balance del curso que acabamos de vivir con vistas hacia el futuro. La cuarta temporada de 'Girls' se despide así con un episodio que lo pone todo en perspectiva. Porque es inevitable mirar hacia atrás y comprobar, con cierta satisfacción, lo mucho que han cambiado algunas cosas, muy especialmente para Hannah Horvath y en general para la serie. Home Birth es el título de este punto y aparte con sabor agridulce que más que un final parece un comienzo. ¿Lo comentamos?

(¡cuidado SPOILERS!)

¿Dónde se ha metido Desi?

Si la cuarta temporada de 'Girls' comenzó con Marnie y Desi, aún con novia, tocando juntos en un local de brunch y jazz, ahora se despide con la cantante actuando en solitario, pero igual de perdida que siempre. Entre medias ha habido tiempo para una ruptura, una mudanza, un contrato discográfico y un compromiso de boda absurdo para mitigar una discusión por derecho.

El problema con Marnie es que es de esas personas que se buscan más en la imagen que desean proyectar que en lo que en realidad son. Ray, que está aquí para hacernos la vida más fácil a todos, lo sabe. Y advierte a Desi, en uno de los mejores discursos de todo el episodio, de que él nunca la hará feliz. Sus palabras son las responsables directas de que el músico -no sabría decir si en el primer gesto noble que le vemos hacer o en uno cobarde de entre tantos- no aparezca en el concierto que el presidente de la discográfica, interpretado por Spike Jonze, les ha organizado a los dos. El que sí está, cómo no, es Ray. Que de momento ha cumplido con su palabra. Alguien debería hacerle escribir a Marnie que Desi no se merece tanto, ni Ploshansky tan poco. Y así mil veces.

Nuevo empleo, nueva vocación

Por su parte, una de la buenas noticias que trae consigo Home Birth, la otra tiene nombre de Jessa-Hannah, es que Shosanna ha conseguido un trabajo. Dicen que a la décima va la vencida y diez, como el número de episodios que han pasado desde que se graduó, ha necesitado ella para que le den un empleo, de marketing y redes sociales. Lo que ocurre es que es en Japón. Y Tokio, sobra decirlo, no es Iowa.

Así que Scott, ese hombre exitoso, mono y agradable, conocido también por aquí como el magnate de la sopa, no está muy por la labor de que se vaya, ahora que los dos están tan cerca de enamorarse del otro. En realidad, aunque lo parezca, no hay decisión posible ante esta disyuntiva. O al menos no debería. Hay que ser, en palabras de Hermie, el paseador y no el perro. Pero que Scott esté por aquí cuando ella vuelva, sería mucho decir. Apenas están empezando y a mí se me antoja que el saber esperar solo está reservado a los héroes de algunas historias. Y en esta, ya se ha colgado el cartel nuestro querido Ray Ploshansky.

Mientras tanto, también Jessa, la más irregular de las chicas, tiene una nueva vocación (y con ella ya son tres, todas menos Shosh, las que han cambiado su inclinación profesional alguna vez en la serie). Ella quiere ser terapeuta. Y es probable que sea lo que más encaje con su enorme sensibilidad y sinceridad desbocada. En la memoria queda su recuerdo más emotivo y cariñoso protagonizado en la despedida de su amiga y jefa Beedie (4x01).

Directa y práctica, la decisión la ha tomado justo después de asistir al parto de Caroline y Laird, a quienes ha tenido que convencer, contrariando su deseo de un parto natural en casa, de acudir inmediatamente al hospital más cercano. La pareja vuelve así al universo de 'Girls' en un episodio donde sus intervenciones han sido precisamente las más surrealistas y divertidas. Por un momento, incluso, llegué a temer que la fantástica Gaby Hoffmann, embarazada en la vida real cuando se grabó el capítulo, se pusiera a dar a luz allí mismo.

Un principio y un final (nacimiento y ruptura)

Su escena rocambolesca, especialmente cómica cuando se llevan a Caroline entre todos a hombros por las calles de Nueva York, termina con el nacimiento de Jessa-Hannah Bluebell Poem. No sé a vosotros, pero a mí me gusta imaginar que en 'Girls' habrá un departamento creativo exclusivamente dedicado a pensar nombres para sus personajes, donde la gente trabaje día y noche sin parar. Cómo olvidar, ni quiero, a Mimi-Rose Eleonor Howard.

La otra consecuencia directa es el reencuentro entre Adam y Hannah, que termina con ellos dos especialmente tocados alrededor de una incubadora mientras él, de nuevo soltero, le confiesa su intención de volver con ella. Es curioso, porque tendemos a pensar que habrá una especie de justicia, o de karma cósmico, por el cual, todo aquel que se va termina volviendo. El problema es que no se puede volver. No a las cosas, ni al momento. Y Hannah, que empieza este Home Birth con un ataque de ansiedad y, por primera vez, sin muchas ganas de hablar, (“no tienes que contármelo” le dice Fran), ya no es la misma Hannah que vimos marcharse y regresar de Iowa. Ahora ella se mantiene en un discreto segundo plano, mucho más comedida, y con la voz parca en palabras. No se trata por tanto de que no quiera a Adam, sino más bien de que simplemente ya no puede hacerlo. Seguramente porque, algunas relaciones, también, se acaban rompiendo por el desgaste.

Sea como sea, con ello, 'Girls' pone punto (voy a decir suspensivos) a uno de los pilares de la serie, la relación entre Adam y Hannah, con la que han estado jugando a lo largo de estas cuatro temporadas en un constante y disfuncional vaivén de rupturas y de reconciliaciones. Si la serie quiere tomarse realmente en serio a sí misma, y Lena Dunham siempre presume de ser abanderada de la realidad, tal vez sea esta, incluso, la definitiva. Por lo pronto, al menos seis meses después, Hannah se pasea - en un guiño probablemente al inicio de la temporada donde la vimos en similares circunstancias con Adam-, del brazo del divertido, algo más soso y bueno de Fran en lo que, de momento, parece una relación al menos bastante más sana. Y ya tocaba.

¿Qué pasará en la quinta temporada?

Que Hannah, y las chicas (tal vez menos Marnie), han madurado es ya un hecho. Con sus vidas por primera vez orientadas hacia un futuro y cierta estabilidad se despide esta cuarta temporada, que nos deja capítulos, capitulazos más bien, como Sit-in (4x05) o Ask me my name (4x07), y la espinita clavada de haber pasado demasiado rápido por Iowa, y no haberlo sabido aprovechar. Quizás Shoshanna, ahora en Japón, nos dé la oportunidad de explorar un poco más la realidad de esa distancia. Aunque espero que eso no signifique que nos vayamos a perder demasiado a este personaje que, a ratos, se convierte en mi favorito.

¿Será, por tanto, la quinta temporada el paso definitivo hacia la edad adulta? ¿Perderán Hannah y la serie su esencia en el camino? ¿Será posible imaginarnos alguna vez a Adam sin ella y a ella sin Adam? ¿Y Marnie? ¿Abrirá finalmente los ojos o tendrá que perder a Ray para darse cuenta de todo lo que ha perdido? Un comienzo nuevo, como ese bebé, también para Jessa como terapeuta y para Ploshansky en su carrera política, que deja atrás personajes como la adorable Mimi-Rose, el excéntrico Ace e incluso Desi, al que de algún modo ya me había acostumbrado. Veremos si los volveremos o no a ver. Porque con 'Girls', como pasa en la vida real, nunca se sabe.

Por último, os propongo el tráiler que promocionaba su cuarta temporada, como examen de conciencia. Porque a veces, para poder mirar hacia adelante, uno tiene que mirar hacia atrás y darse cuenta, de que todo lo que ha vivido no es poco.

Hasta la quinta temporada.

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