'Juego de tronos' 6x04 Review: la resurrección del dragón

Por Eider Calvo Eider Calvo

(SPOILERS. SPOILERS, everywhere. Hasta en el carné de identidad)

Una semana más aquí, compañeros de armas. ¿Qué? Menudo capítulo el que vengo a comentar ahora. Se palpa la guerra por todos los frentes. El ambiente se caldea (en más de un sentido, ¿eh, Dany?). Hasta diría que empieza a cocerse el apoteósico final que le auguro a esta temporada. Puñetera HBO, cómo te gusta dejarnos con las ganas. Te lo perdono a medias porque me has devuelto a Jon.

Bueno, basta de preliminares que como le coja el gusto acabaréis por contarle al Septón Supremo mis pecados. Mejor vayamos ya al meollo del asunto.

Fraternal reencuentro

Jon está a punto de abandonar el Muro. Ni Caminantes ni mierdas. Yo me piro y aquí os las veáis, es más o menos lo que le dice a su colega Edd antes de que un “¡Se aproximan jinetes!” ponga punto y final a su discusión. Anda, son Sansa, Brienne y Podrick, parece que la escapada de nuestro querido Nieve se retrasará un pelín más de lo debido. ¿Hace cuánto que estos dos no se ven? ¿Qué, como cuatro temporadas y media?

Casi se me cae la lagrimita tonta cuando se abrazan. Por el enano Lannister bailando desnudo sobre una tabla de planchar, cuánta emotividad en un simple gesto. Y eso que estos dos tampoco es que se llevaran precisamente bien, como oportunamente le recuerda Sansa a Jon antes de pedirle disculpas por su comportamiento.

Luego directamente le “sugiere”, por decir algo, que lidere a los salvajes hasta Invernalia, se cargue al no-muero-ni-a-tiros Ramsay y recuperen su hogar. El problema es que Jon “está cansado de luchar” y no le atrae mucho la idea… así como a la loba tampoco le hace ni pizca de gracia su respuesta. Mala suerte, Sansa, parece que va a haber que ir a ahogar las penas en sopa.

De desacuerdo en descuerdo y tiro porque aparece Brienne en medio: Davos pregunta a Melissandre por Shireen y recuerda a esta su fidelidad a Stannis. Al menos, hasta que la mujer explica que su lealtad siempre ha estado con el “príncipe que el Señor de Luz eligió”. Y como puntualmente Brienne se encarga de revelar que gracias a ella Stannis se ha convertido en poco menos que estiércol para abonar la tierra, está claro que la bruja roja se refiere a Jon Nieve.

Puede palparse la tensión entre ambas mujeres: “te cargaste a Renly, ¿no?” bien podría querer decir la mirada de Brienne, “pues donde las dan las toman, querida”. También os digo que por una parte sigo pensando que se está marcando un farol; para mí que en cualquier momento un moribundo Stannis regresará para volvernos locos a todos. Pero por otra parte… no concibo a Brienne como alguien que se dedique a mentir por mero placer (es casi la versión femenina de Eddard Stark, por Dios), así que en realidad tengo más dudas que Robert Baratheon hijos bastardos. Cuervo de Tres Ojos, pásame un poco de eso que fumas a ver si me aclaro.

Bromas aparte, Tormund hace ojitos a Brienne. Qué adorable es pese a su imponente y salvaje apariencia. Lástima que siga pensando, de un modo absolutamente retorcido y poco lógico, que la Doncella de Tarth terminará liándose con Jaime (¡Oh, vamos! El viaje de vuelta a la Fortaleza Roja con el amputado Lannister me tocó muy dentro). Lo siento, tengo corazón. A veces no sé muy bien dónde, biológicamente creo que en la zona izquierda del pecho, pero tenerlo lo tengo. Y creo que harían una pareja estupenda. De un modo muy raro pero, oye, dicen que para gustos se hicieron los colores.

Por su parte, Ramsay también parece querer a Nieve, pero para otros propósitos evidente e infinitamente más sádicos: el capullo se acuerda de él, y de su amorcito Sansa, así que le manda una carta tan plagada de buenas intenciones como huevos tiene Tommen. Básicamente le dice que, o le devuelve a su esposa, o se carga al Rickon que ahora tiene ahora en su poder y después lleva su ejército de cinco mil hombres a arrasar el Castillo Negro y a todos los que hay en él.

Al final la pelirroja Stark se sale con la suya: Nieve no va a permitir que asesinen a su medio hermano, y si para eso tiene que entrar en el juego de Lord Bolton y suplicar apoyo humano a los aliados del norte, lo hará sin titubear.

El niñato del Valle

Otro que también cae en el juego de alguien es Arryn júnior, Señor del Nido de Águilas, Defensor del Valle y Con Menos Luces Que Un Apagón. Pero bueno, se le perdona porque el que le ningunea no es otro que el genio y figura Petyr Baelish, Meñique para los amigos (si es que tiene alguno). No obstante, hay que decir que el chaval, quién lo diría si nos retrotraemos a Tyrion y su juicio por combate, es fácil de complacer: un halcón (perdón, gerifalte) y, ala, dispuesto y servil a las intenciones del proxeneta este.

Resulta que Baelish tiene sus objetivos puestos en el Norte. Concretamente en Invernalia. Y ahora cuenta con el ejército de la Casa Arryn para conseguirlos. Masacrando a Ramsay, supongo. Con qué fines todavía no lo tenemos muy claro pero, oye, Jon, mira qué bien, ¿a que con este no contabas?

Una alianza poco común

De reencuentros entre hermanos va la cosa; Margaery consigue ver a Loras después de soportar la incesante palabrería del Gorrión, enfocada en esta ocasión en su viciosa etapa pre Fe. Charla que, dicho sea de paso, influye en la joven Tyrell lo mismo que en Ramsay un tratado moral. Pero es aquí cuando la bella pelirroja nombra no sé qué versículo del Libro del Desconocido y por fin entendemos a santo de qué venía el título del presente episodio. Recordemos que La Fe alude al Dios de los Siete Rostros: el del Padre, el del Guerrero, el del Herrero, el de la Madre, el de la Doncella, el de la Vieja y, finalmente, el del Desconocido. La figura del Desconocido representa la muerte y el misterio. Los partidarios de este último rostro son a menudo transgresores de la ley. A partir de aquí, queridos míos, que cada uno saque sus propias conclusiones…

Centrándonos un segundo en la efímera reunión familiar, Loras (con un aspecto tal que a su lado Ygritte parecería una dama) asegura a su hermana que está harto de todo aquel sinvivir y que lo único que de verdad desea es salir de allí. Y si para ello tienen que empezar a gustarle las mujeres, pues oye, todo es intentarlo y a ver qué sale. Sin embargo, Margaery no está dispuesta a ceder y pretende hacer pagar al Septón y a sus fanáticos feligreses por todo.

Exactamente igual que Cersei.

La leona Lannister propone al Consejo Privado (bueno, a Olenna Tyrell, la abuela con más “swag” de Tierra Media) una especie de acuerdo común porque “los enemigos de sus enemigos son sus amigos”. Imagino que también tendrá algo que ver que el segundo ejército más poderoso de todo Poniente, como casualmente recuerda el Matarreyes, esté en su poder, pero eso ya no se dice porque queda muy feo y, visto lo visto, estamos aquí para “entablar amistades”.

El plan es que Olenna traiga a su gente, arremeta contra Los Siete y baje al Septón de su pedestal. Y si lo matan mejor que mejor, ¿no, Jaime? Entonces la venerable mujer podrá recuperar a sus amados nietos y Cersei vengarse a gusto del cabronazo que le hizo atravesar medio Desembarco en cueros. Todos ganan, a excepción del Gorrión, claro, cuyos restos se comercializarán como comida para gatos. Sí, parece que ese es el concepto, justo después de que Tommen, en confianza, le contara a su madre parte de la charla confidencial que había mantenido con el Líder de Los Siete.

Trato de favores

Theon is back, pero la bienvenida que le da su hermana no despierta tanta ternura como la presenciada en el Castillo Negro. Hasta en Muy Lejano (recordemos, nombre poco original que habitualmente empleo para referirme a la cueva perdida donde Bran se va de viaje con el hombre árbol) haría más calor, ya que Asha opina que el listo de él ha vuelto a Las Islas del Hierro para apoderarse del Trono de Sal. El mismito que quiere para ella.

Y a pesar de que ignoro a qué distancia está exactamente dicha acusación de la verdad, lo cierto es que el joven Greyjoy acaba por resignarse y opta por mantener viva la llama de la ilusión de Asha. “Reina tú, que yo paso. Pero a cambio, déjame ayudarte a hacerlo” es más o menos al término que llegan al final de la conversación. No, si tonto no es: tú serás la imagen y yo el cerebro. O al menos, creo que eso es lo que espera conseguir. Qué cachondo el tío, tantos años fuera de casa que ha olvidado la mujer de armas tomar que es su hermana. Pues sí que va a ponérselo fácil, sí. Antes Tyrion cambia el whiskey por zumos détox.

La manzana podrida

Mientras tanto, en Invernalia Ramsay se está marcando un “Drapple” (o la cuanto menos curiosa manía de parte del fandom de ‘Harry Potter’ por emparentar a Draco Malfoy con la manzana que se come en la tercera película). Entonces entra Osha en sus aposentos y Ramsay pregunta que si le han lavado bien. Uno aprende a sumar y, al igual que la salvaje, cree entender las perversas intenciones del joven Bolton para con ella (para con su cuerpo, más bien).

Luego la navaja con la que estaba pelando la fruta que pensaba comerse justo antes de que esta llegara le atraviesa el cuello. Así, porque soy el cabrón de Ramsay y no puedo dejar correr un episodio de esta temporada sin asesinar a alguien. El tío comenta que es por haber ayudado a los pequeños Stark a escapar de Invernalia cuando Theon se hizo con ella, pero a estas alturas de la liga ya estamos lo suficientemente familiarizados con su manera de actuar como para pensar que tiene que tener una motivo. El psicópata Bolton mata por matar. No es por ti, por esa, este o aquel. Es que le absolutamente igual. Tiene la misma facilidad para acabar con la vida de la gente que Eduardo Manostijeras para peinar y cortar el pelo de sus vecinas.

Una pena, Osha me caía bien. Luego ves a Ramsay limpiar la navaja, encogerse de hombros y meterse un trozo de manzana en la boca. Pues nada, oye. Que te aproveche. A ver si hay suerte y está llena de ántrax.

La que no arde

Tyrion, Missandei y Gusano Gris se reúnen con los Amos de Bahía de los Esclavos para tratar de cerrarles el grifo económico a Los Hijos de la Arpía. Digamos que… lo consiguen a medias. A cambio, los Amos tendrán un plazo de siete años para abolir completamente la esclavitud, además de un generoso donativo extra. El encuentro llega a su fin (para algunos) con la llegada de tres prostitutas, convenientemente contratadas por Tyrion. Negociar, lo que se dice negociar, a lo mejor no sabe todo lo que debería, pero sin duda tiene los conocimientos necesarios sobre cómo sellar un trato.

Pero como no podía ser de otra manera, dadas las circunstancias, el pueblo de Meereen no secunda el plan del enano. Gusano Gris y Missandei aparentemente tampoco, pero igualmente optan por defender la palabra de su compañero ante los primeros descontentos. Yo, personalmente, soy de las que pienso que en lugar de mejorar las cosas, se han empeorado, pues dudo mucho que los meerinienses (¿se les puede llamar así?) se queden de brazos cruzados cuando la noticia se extienda. Han probado el sabor de la libertad y definitivamente les ha gustado. Quitársela ahora es un error.

Cambiando de tema, Jorah y Naharis llegan al asentamiento dothraki donde tienen presa a Daenerys porque el primero parece conocer las costumbres de la comunidad nómada como la palma de su mano (como su muñeca ya es otro cantar, pues el psoriagrís continúa avanzando lenta pero seguramente por su piel). Por lo que, gracias a la sabia recomendación de Mormont, optan por deshacerse de todas las armas que llevan encima antes de ingresar en él; “Está prohibido llevarlas”, asegura el hombre, “la ciudad es sagrada”. Así que, naturalmente, cuando son asaltados por dos dothrakis en mitad de la noche, Jorah agradecerá que Naharis sea un transgresor de normas como la copa de un pino.

Por su parte, Daenerys logra abandonar el Templo de las dosh khaleen en el que permanece encerrada para, escoltada por otra khaleesi, tomar el aire. Por azares del destino, de un modo absolutamente caprichoso y nada predecible, acaba siendo encontrada por los otros dos. Luego todos son secretos y un plan maléfico que, en opinión de la joven de cabello oxigenado, les servirá, entre otras cosas, para asegurarse una digna salida.

Entonces llega el momento, por parte del Khal de turno, para decidir qué diantres hacer con la Madre de Dragones: si matarla, violarla, hacer ambas cosas o dejar que sea el propio aburrimiento el que acabe con ella en ese templo de viudas. Por supuesto, la Khaleesi de Drogo se pone chula y pronuncia un discurso solemne que reduce a esa especie de consejo guerrero que la está juzgando, a poco más que sonoras carcajadas.

Al menos, hasta que Dany calcina el templo y a todos los que están en su interior por medio de varios soportes ígneos que servían para, y he aquí una estúpida evidencia, iluminar el lugar.

El pueblo dothraki se apresura a llegar hasta allí, desconcertado, pues aquella especie de recinto sagrado está siendo completamente devorado por las llamas. Jorah y Naharis contemplan, en principio indiferentes, la obra de Daenerys. Minutos después se inclinan ante su Reina, anonadados.

Y no es para menos, pues la joven sale desnuda, sola y auténtica del Templo de las dosh khaleen para presentarse frente a su multitudinaria audiencia sin un solo rasguño. Los pelos de punta, escalofríos invadiendo cada fotograma. La boca entreabierta. Qué jodido final. Simplemente, ella. La Khalessi. La Madre de Dragones. Daenerys de la Tormenta. La dura rival de Poniente.

… La que no arde. Una auténtica Targaryen.

En fin, vaya capítulo más calentito. Y nada, antes de irme, lo de siempre, os dejo la preview del 6x05 de ‘Juego de Tronos’: The Door (“La Puerta”), para que la disfrutéis tanto como yo (aviso: el final del vídeo es tan épico como el de este episodio).

'Juego de tronos' 6x04 Review: la resurrección del dragón 360

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