‘Juego de Tronos’ 6x10 Season Finale: de reyes, reinas y sentidas venganzas

PorEider CalvoEider Calvo

(Ojito, SPOILERS. Y los lanzo con más mala leche que fuego los hijos de Daenerys)

La sexta temporada de ‘Juego de Tronos’ ha llegado a su fin. Este último episodio, sin ser técnicamente tan espectacular como su antecesor, ha sido interesante en cuanto al cierre de tramas y nos ha regalado alguna que otra sorpresa, teorías confirmadas aparte. Oh, y qué forma tan espectacular y emotiva de utilizar una (magnífica) banda sonora; música e imagen combinadas en perfecta armonía, en los momentos clave. Bravo por los responsables.

Pero vayamos mejor por partes, como le gustan las muertes a HBO.

Verde venganza

El Festival de la Madre ha llegado a Desembarco del Rey y, con él, los juicios contra Loras y Cersei. Margaery, su padre, el Gorrión Supremo y sus muchos feligreses se reúnen en el Septo de Baelor para presenciar y comenzar a repartir su peculiar justicia. El primero en confesar sus pecados por acostarse con hombres, traidores y demás es, aunque la leona también cabría en la definición, Tyrell. Al parecer opta por solucionar el asunto por la vía rápida: lo acepto todo y me uno a Los Siete para difundir, junto al resto, su Fe. La cara que pone su hermana despeja todas nuestras dudas: el plan (no tan) maestro que estaba maquinando acaba de fracasar estrepitosamente. Pero al menos todavía cree que podrá sacar a Loras de allí para llevarlo de vuelta a Alto Jardín.

Bueno, pues no. Y ella misma se da cuenta cuando aprecia la clara falta de Cersei y Tommen en el Septo. ¿No se suponía que también iban a juzgarla a ella? ¿No parece rara la ausencia de su hijo? A pesar de las crecientes sospechas que empiezan a formarse en la cabeza de Margaery, el líder de Los Siete resta la debida importancia al hecho y envía a Lancel a por la Lannister. El Gran Maestre Pycelle, a su vez, hace lo propio después de lo que parece ser haber satisfecho sus instintos más primarios con, es posible, una de las señoritas de Meñique. ¿Os he confesado alguna vez el asco que me da este tío? Más grande que el swag de Lyanna Mormont, que ya es decir.

El caso es que, al igual que el sobrino de Cersei, va en busca de esta para escoltarla hasta el Septo, obteniendo prácticamente el mismo resultado: mientras el Maestre es acuchillado hasta morir por el mini ejército de las no tan inocentes aves, Lancel es herido de gravedad en lo que podríamos denominar el sótano del Septo. Entonces, mientras arrojado en el frío suelo de piedra trata de frenar el sangrado provocado, ejerciendo presión sobre la herida, avista al fondo lo que podría ser, y sin duda fue, el final de todos: varias velas encendidas y casi consumidas sobre un lecho de fuego valyrio cuidadosamente derramado.

Y aunque lo intenta, no llega a tiempo.

Apenas un par de segundos es lo que tardan las llamas esmeraldas en envolver y consumir el sagrado edificio, haciendo volar, nunca mejor dicho, a todos sus gorriones. Desgraciadamente, pack Tyrrel incluido. Y aunque Loras había pasado sin pena ni gloria por mi cabeza, Margaery tenía un no sé qué que me hacía verla como una digna rival para la arpía Cersei así que, naturalmente, lamento su muerte.

Por su parte, desde una distancia prudentemente segura, la Fortaleza Roja, la rubia leona observa su destructora obra con lo que sin duda es regocijo y, ya tardaba, una copa de vino en la mano. Luego deja la tortura de la Septa Unella, que tanto le humilló durante su cautiverio con Los Siete, a merced del bicharraco putrefacto que tiene por guardaespaldas: “dije que mi rostro sería lo último que verías antes de morir”, le recuerda con oscuro placer.

Bueno, pues ahora sí que sí se acabó: los rivales más cercanos de Lannister han sido masacrados; todo lo que le queda es esperar las represalias que seguro le llegarán del sur. Y quien dice sur, dice Dorne. Pero al margen de estas, tengo la sensación de que la mujer no espera ninguna consecuencia más. Craso error, por supuesto, y quizá sea eso lo que al final le lleve a la ruina.

Por otra parte, flaco es el favor que esta le ha hecho a su propio cachorro ordenándole a la putrefacta Montaña retenerle en sus aposentos. Tommen Lannister (porque apellidarle Baratheon es casi un despropósito) termina por cumplir la profecía que aquella bruja hizo a la niña que Cersei otrora era tras contemplar la tiranía de su progenitora con absoluta perplejidad. Sin pararse a reflexionar, probablemente dominado por las emociones generadas con la explosión, se despoja de la corona que le reconoce como Señor del los Siete Reinos y se suicida, arrojándose por la ventana.

Admito que esto sí que no me lo esperaba. Es decir, tenía mis sospechas que el citado rumor que mantenía con Dr. Frankestein sobre “algo” que llegaba “más, mucho más lejos” de lo que creían, estaba relacionado con el fuego esmeralda. A fin de cuentas, una de las visiones de Bran así lo confirmaba. Sin embargo, no preveía la muerte del rey. Y aunque Tommen siempre me ha parecido un inútil de tomo y lomo, títere de todos y con menos personalidad que una estatua, me produce algo de lástima su marcha. A idiota no le ganaba nadie, eso lo tenemos todos bien claro, pero también tenía buen corazón; solo buscaba lo mejor para su familia y esposa, pero su privilegiada posición como rey y su total falta de carácter fueron determinantes para que sus objetivos pasaran por todas las manos menos por las suyas propias.

El salida de Tommen de la ecuación real provoca el obvio nombramiento de Cersei como Señora indiscutible del Trono de Hierro, hecho que el pueblo parece aceptar sin mayor discusión (bueno, también habría que ver al valiente que se atreve a discrepar después de haber visto cómo las gasta…). No obstante, quien no parece estar del todo de acuerdo con la decisión tomada es precisamente su querido Jaime, quien tras su regreso de Los Gemelos contempla atónito el terrorífico monstruo que termina por comprender que su hermana es. ¿Pasará de Matarreyes a Matarreinas? Yo es algo que todavía no descarto.

La maldición de la lista negra

En Los Gemelos, Walder Frey y los Lannister celebran la recuperación del fuerte. Justo después de que Bronn se esfume para ir a satisfacer sus propios y carnales deseos, Jaime mantiene una conversación de lo más entretenida con Walder: básicamente le dice a la cara lo inútil que le parece, incapaz de mantener lo que ellos, la Casa de Simba, les ha entregado.

Trivialidades varias atrás, lo verdaderamente importante del asunto sucede horas después, una vez terminado el banquete. Cuando Frey sénior, solo en aquel amplio comedor, pregunta a una criada cuya procedencia desconoce por el paradero de sus hijos. La mujer, que ha venido a traerle el postre (lo que sin duda es un trozo de pastel de carne), indica que ya están allí, en el Cruce. El hombre, que no capta la ironía a la primera, aunque aquella mujer tampoco trataba precisamente de serlo, insiste en conocer su ubicación exacta. Varias veces.

Así que la joven prueba enfatizando un poco más su “ya están aquí”, y es entonces cuando Frey descubre, y me duele en el alma escribirlo ahora porque estoy en mitad de mi hora de la comida, que, efectivamente, sus hijos están allí, junto a él…

Hechos pastel.

Para cuando Walder descubre la verdadera identidad de la camarera, que no es otra sino la asesina de muchos rostros Arya Stark, dispuesta a completar su listado de víctimas, ya es demasiado tarde: es degollado por ella, eso sí, no sin antes, como últimamente viene siendo habitual, presentarse oficialmente con nombre y apellido. Con el artífice de la Boda Roja borrado del mapa, solo le quedan dos: Cersei Lannister y La Montaña. Y a ambos los encontrará en el mismo lugar. La duda que nos queda es si partirá directa hacia Desembarco o hará un alto en el camino por, no sé, ¿el Norte?

No nos queda más remedio que esperar a la séptima temporada para saberlo.

Paraíso bibliográfico

Por su parte, Sam, la salvaje Elí y el hijo de ambos llegan por fin a Antigua. Sin embargo, cuando el ex guardián de la noche cruza las puertas de la Ciudadela para iniciar su largo recorrido como maestre, ya encuentra su primer obstáculo en lo que sin duda debe de ser la recepción del lugar.

A pesar de que Tarly le entrega la carta que Nieve escribió para él antes de su marcha, nombrándole a él como (futuro) maestre del Muro, el tipo que tiene delante no parece muy inclinado a aceptarle. “La Guardia de la Noche ya tiene un maestre y no eres tú, y en el caso de que ya no esté, a nosotros nadie nos ha dicho nada, cometiéndose aquí una irregularidad”, es más o menos lo que le suelta hasta que Sam concluye que “será que la vida es irregular”.

No obstante, las palabras del buenazo de Tarly no terminan por convencer al recepcionista, así que de momento el amigo de Nieve podrá usar su biblioteca, pero nada más. Y nada más es lo que este necesita tras contemplarla: al igual que en el cementerio de los libros olvidados de Zafón, hileras de manuscritos surcan las paredes en una vorágine de tinta y sabiduría. El archivo de la Ciudadela es tan impresionante como conocimientos parece contener, y Sam está más que dispuesto a explorarlo.

El problema aquí es que es posible que la mal vista presencia de Elí y Little Sam le complique enormemente la tarea.

El Rey en el Norte

En Invernalia, Jon tiene jaleo: Davos se reúne con él y Melissandre para exigirle que eche a la arpía roja de allí. “Quemó a la joven e inocente Shireen en la hoguera”, es lo que logra hacerle confesar a la sacerdotisa, “quería a esa niña como si fuera mía”. Y aunque el Caballero de la Cebolla demanda la muerte de la bruja (ojo a la respuesta de esta, que va con guiño y codazo incluido): “llevo preparada para morir desde hace muchos años” (teniendo en cuenta que por lo menos debe de tener unos ochocientos años, yo la creo), lo único que consigue es su exilio inmediato. Pero algo es algo, supone, y de momento se conforma con eso.

Sansa también tiene que hacer frente a su propio demonio, al que todos conocemos por el sobrenombre de “Meñique”. Ahí le ves, acercándose a la pelirroja para declarar, por vez primera, sus más sinceras intenciones: “me veo a mí, en el Trono de Hierro contigo a mi lado”. Al parecer, Petyr ve en Sansa una versión más joven de Catelyn. Y viva, cosa bastante importante. Sin embargo, es rechazado por esta, aunque no sin antes recordarle que ella debería ser la dueña indiscutible del Norte: la única heredera, dados el resto de varones Stark por muertos. Ay, cuando aparezca Bran veréis qué risa.

“No podemos librar una guerra entre nosotros”, le dice Jon a Sansa, a su vez, durante aquel breve encuentro en, seguiré refiriéndome a eso así a falta de una denominación más apropiada, “mirador” del castillo. Además, Nieve, al igual que Meñique, reconoce a la loba como la auténtica Señora de Invernalia.

Pero una cosa es lo que Jon y Baelish admitan para sí, y otra muy distinta lo que la pequeña pero matona Lyanna Mormont considere: el Rey en el Norte es Nieve y no Sansa, por muy bastardo que este sea. Punto y final, y a ver quién es el guapo que se atreve a contradecirla. Dicho esto, el resto del equipo norteño se suma al reconocimiento y, de pronto, Stark y Meñique cruzan una mirada en la que parecen transmitirse todo: después de que todos parecían haberle comido la cabeza con que ella era la Reina del Norte por derecho propio, logrando quizá hasta ilusionarla, es probable que la noticia del nombramiento de Jon no le haya sentado demasiado bien. Petyr, por supuesto, desea una y no un Gobernante. Así que, dadas las circunstancias, es posible que ambos ¿se alíen en un futuro? ¿Será Sansa capaz de traicionar a Nieve? Desgraciadamente no es algo que podremos confirmar aún.

“Fuego y Sangre”

Estamos de vuelta en Dorne, algo que a estas alturas creía bastante improbable. Pero sí, tras la tragedia valyria, Olenna Tyrell se ha reunido con las serpientes de Oberyn para doblegar fuerzas, buscando derrotar a Cersei Lannister, foco de todas sus desgracias familiares. Estas, como no podía ser de otra manera vistas sus propias circunstancias, se comprometen con la causa de la poderosa mujer.

Luego aparece Varys quien, recordemos, partía hacia Poniente en busca de (más) aliados para Daenerys, y pronuncia tres solitarias palabras: “Fuego y Sangre”, el lema de los Targaryen.

Pobre Cersei, no tiene ni idea de la que se le viene encima.

La teoría se confirma

Bran y Meera, acompañados por un tío Benjen de rostro cadavérico, llegan a orillas de el Muro. A partir de entonces, el hombre les dice que su viaje con ellos termina aquí. Entonces se va y Bran, al que como digno sucesor del Cuervo de Tres Ojos ha descubierto que le mola eso de alucinar, por muchos Caminantes con los que se encuentre después, se acerca al árbol de ojos sangrantes sobre el que Ben le ha postrado y posa una mano sobre aquel rostro de madera.

Rápidamente regresa a La Torre de la Alegría.

Por fin seguimos al joven Ned hasta el interior quien, recordemos, había estado buscando a su hermana. Efectivamente, Lyanna Stark aguarda allí, tumbada sobre una cama y cubierta de sangre, provocada por un complicado parto. Aparte de ella, no hay más que una matrona.

Y aunque la hermosa Lyanna tiene miedo a la muerte, más miedo tiene de que su hijo encuentre, quizá, peor destino que ella. Así que, naturalmente, pide a su hermano que le proteja y cuide como uno más de los suyos. Entonces la matrona le entrega el bebé, que Ned toma en sus brazos, y Lyanna reúne las fuerzas suficientes para acercar sus labios a su oído y pronunciar unas palabras que Brandom no llega a oír, pero que nosotros sí podemos intuir; por la cara de sorpresa de Eddard, probablemente la joven le haya revelado la identidad del padre de su primogénito: Rhaegar Targaryen, hijo del Rey Loco y hermano de Daenerys.

La teoría se confirma cuando de un primer plano del rostro de la criatura, pasamos a un primer plano del de Jon Nieve. Es un bastardo, sin duda, pero medio Targaryen, y eso marca la diferencia.

Rumbo a Poniente

Por recomendación de Tyrion, Daenerys tiene una breve aunque emotiva conversación por parte de su interlocutor, que no es otro que Daario Naharis, quien espera impaciente partir hacia Poniente.

Es una pena que La Jefa no esté de acuerdo. Básicamente le dice que tiene que quedarse en la ciudad de Meereen para custodiar el pueblo en paz que por fin este es y velar por sus intereses allí. Oh, y luego está el tema ese plantea la posibilidad de casarse con otro hombre a modo de alianza, así que no puede tenerles a él y a sus músculos rondando por allí porque le distraería. O algo así.

Así que el tío termina aceptando la decisión de la joven porque no le queda más remedio. Eso sí, antes se encarga de decirle a Dany lo mucho que la ama.

… Otra cosa en la que discrepan, al parecer. Pues cuando después se reúne con Tyrion para nombrarle Mano de la Reina porque “son sus consejos lo que quiere y no su espada”, y le relata lo sucedido, asegura “no sentir nada” por el chaval al que acaba de despachar y con quien había estado manteniendo una especie de relación no demasiado bien definida.

Ello me hace pensar que, si Jorah consigue sobrevivir al psoriagrís, tal vez pueda al fin salir de la temida friendzone.

Un plano fantástico de Daenerys junto a los hermanos Greyjoy, la pareja Missandei-Gusano Gris, Tyrion y un teletransportado directamente de Dorne, Varys, emprendiendo en barco su largo viaje hacia Poniente, dragones incluidos, pone el broche de oro a una temporada impresionante, de principio a fin.

A pesar de ser un episodio bastante completo, tendremos que esperar que la próxima temporada resuelva varias de las incógnitas que su predecesora ha dejado en el aire como, por ejemplo, ¿con quién se aliará Daenerys? ¿Qué ocurrirá entre Sansa y Meñique? ¿A dónde se dirige Melissandre? ¿Qué pasará con Elí y Little Sam? ¿El regreso de Bran podría torcer el nombramiento de Jon como Rey del Norte?

Por lo pronto, tengo la sensación de que la Madre de Dragones verá precisamente en Nieve su futuro marido: Señor de Invernalia, medio Targaryen y con todas las papeletas, además de sí misma, para ser el héroe que derrote a los Caminantes y ocupe el deseado Trono de Hierro. Por otra parte, Meñique ha comprendido que no podrá seguir exprimiendo a los Stark; no con Nieve al frente, al menos. Así que auguro que la llegada del joven Brandom y (más) presiones sobre Sansa podrían ser su última baza, básicamente porque no le veo acercándose a Daenerys con Varys tan cerca de ella.

En cuanto a Melissandre, bueno, admito que no sé muy bien cómo predecir su paradero: considera a Jon El Elegido, así que dudo que sirva a los propósitos de quienes ella estima como perdedores. De momento, el único destino medianamente fiable es que se termine o bien con sus colegas los de la Hermandad sin Estandartes, o con Bran y Meera.

Supongo que en Antigua Elí y mini Sam no serán muy bien recibidos, por decir algo, así que mantengo el presentimiento de que un largo y posiblemente pedregoso y mal asfaltado camino será el que Papá Tarly tendrá que recorrer para alzarse como Maestre. Finalmente la aparición de Bran, a quienes todos dan por muerto, sí opino que podría desestabilizar el gobierno de Nieve, aunque con la joven Mormont cantando las cuarenta a todo aquel que ose contradecirla, es posible que el asunto no llegue a mayores, por mucho Meñique que ande zumbando de por medio.

Bueno, pues esto ha sido todo. Y como odio las despedidas, seré breve y concisa: hasta el año que viene, compañeros de Poniente.

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