'El Ministerio del Tiempo' 2x13 Review: el mejor episodio (o un adiós en lo más alto)
Por Juan Carlos López SáezJuan Carlos López Sáez
Aún con las emociones a flor de piel, y lamentándome de que la mejor serie española tenga un futuro incierto, solamente puedo aplaudir al equipo por este impresionante episodio que cierra la temporada (me niego a verlo como final de serie, así que lo trataré como tal).
Hay mucho que agradecer a “El Ministerio del Tiempo”, y es que ha sido arriesgada desde un principio, ha llevado la cultura a nuevas generaciones que solo saben ver la realidad a través de pantallas, ha llevado su mundo más allá de la televisión y mostrado la fuerza de la transmedia, y que todos los que nos dedicamos al sector audiovisual nos muramos por trabajar en élla.
Ya hemos visto las consecuencias en caso de que los protagonistas no consigan realizar sus misiones, pero en esta ocasión, un personaje importante de la historia es el que acude al ministerio, y sus consecuencias no repercuten solo a España, sino que afecta a todo el mundo.
(¡Cuidado SPOILERS!)
Un rey de armas tomar
Felipe II comienza a desesperarse cuando ve que perderá la guerra contra los ingleses tras la pérdida de la Armada Invencible, y decide torturar a un funcionario afincado en la época (hay que recordar que los monarcas y altos cargos saben de la existencia del ministerio) para que le revele que puerta lleva al futuro (nuestro presente).
Finalmente, los guardias del rey consiguen una pistola y la libreta del funcionario, por lo que no solamente tiene la información, sino que descubren su pistola.
Una vez tienen todo listo, el rey y sus guardias aparecen en el ministerio actual y van frente a Salvador para exigir que se cumplan sus peticiones. Pero en el despacho, Salvador no puede reprimir cuanto le disgusta Felipe II, y no se corta a la hora de revelarle como fue su patética muerte, y como aún siendo rey vivirá avergonzado por su incompetencia gestionando a sus tropas en las guerras.
Y aunque tras este inesperado momento el director llama al presidente Rajoy, y pide ayuda, recibe dos disparos por parte de Felipe II, con la pistola del funcionario asesinado, y dos disparos que ya de por sí cambiarán al mundo.
La suerte de estar de viaje
El equipo protagonista no se encuentra en ese momento en el ministerio porque se encontraban en una importante misión, salvar a Agustín de Argüelles de un fusilamiento del 3 de mayo de 1809 (genial la recreación del famoso cuadro de Goya), porque de morir él, sería el final de la constitución, y no solo en España, sino en otros países.
El hecho de que se encuentren viajando entre las puertas del tiempo, produce que sean las únicas personas a las que no se le cambian de la memoria los hechos históricos por los que se producen por las acciones de Felipe II.
En esta nueva época, la Santa Inquisición sigue actuando como antaño, manteniéndose firmes contra todo aquel que no siga las normas que establecen. No ha existido la democracia, y el absolutismo ha estado a sus anchas hasta nuestros días. Esto produce que las mujeres, artistas y homosexuales sean las principales víctimas de las fechorías de dicha organización. Y que mejor ejemplo que Irene, que finge ser una feliz esposa, y ahora no goza de su puesto habitual, sino que es la secretaria de Ernesto (el nuevo y nada simpático director) que le trata de forma despectiva dándole permiso para asistir al cumpleaños de su hija.
Amelia se da cuenta de lo sucedido, pero Julián y Alonso se emocionan al saber que Maite y Elena les esperan en casa, la primera no murió, y la segunda espera un hijo de Alonso.
Pero Amelia tiene claro que no puede vivir en una vida sin derechos ni libertad, y decide ir sola a por Felipe II en su el momento en que puede paralizar lo que ha causado el cambio.
En esta parte, y aún con tanto drama, nos han regalado momentos cómicos como ese 'Saber y Triunfar', conducido como no por Jordi Hurtado.
Cuerpos sin alma
Alonso y Julián pasan de la ilusión al horror cuando ven que aunque son las mismas físicamente, Maite y Elena parecen otras al venerar a Felipe II de forma incondicional, abducidas por la estricta educación que han recibido por parte de la Santa Inquisición.
Amelia por su parte, se encuentra con Irene a la que hace confesar su homosexualidad besándola para contarle lo que está sucediendo, y pedirle su colaboración. Lejos de la habitual Irene, esta nueva versión se aterra al pensar que todo es una trampa, y se lamenta por haber recaído tras tantas formaciones para no volver a caer en el pecado.
El verdadero equipo
el plan de Amelia consiste en ser llevada por los guardias ante Felipe II para chantajearle, pero depende de sus compañeros, en los que confía desde un principio porque de lo contrario, la quemarán.
Julián y Alonso reaccionan y vemos como por fin Julián supera lo de Maite y comienza a ver al equipo (en especial a Amelia) como una familia a la que proteger, aunque eso conlleve perder a esa versión de Maite. Así que como trama Amelia, Alonso viaja a un año en el que el rey no era más que un niño, pero Julián se las tiene que ver con Ernesto, que lo tortura para que desvele el plan de Amelia.
Torturados cada uno en su época, Ernesto y Felipe II se comunican vía skype (si, un poco surrealista) para que ambas víctimas (Amelia y Julián) hablen al ver al otro sufrir, pero Alonso llega a tiempo, y el plan de Amelia surge efecto, Felipe II le perdona la vida, y reescribirá la historia para dejarla tal y como era, porque de lo contrario, será asesinado siendo un niño.
La gran Amelia
Felipe II cumple su palabra y admite su derrota (de nuevo) para que todo siga tal cual ha de ser, hasta que en el momento de su muerte, aparece Amelia vestida de monja que trata de agradecerle el haber cumplido su palabra en sus últimos instantes con vida (impecables Aura Garrido y Carlos Hipólito)
Una vez más, Amelia se ha mostrado como el mejor personaje y la heroína de la serie, mostrando un desarrollo impresionante durante toda la temporada, y recordando poco a aquella chica inocente que se limitaba a seguir órdenes, y para la que ser escuchada era una meta.
No tenemos un final típico de temporada o serie, ni siquiera con un cliffhanger, pero irse de esta forma solo hace más grande a la serie, y los que la seguimos, solo queremos decir una cosa:
Hasta la próxima
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