'Mr. Robot' 1x03 Review: debilidades, problemas de comunicación y normalidad
Por Marta AiloutiMarta Ailouti
Tras el final del segundo episodio una lectura parecía clara: nuestras debilidades nos hacen vulnerables a los demás. De eso, precisamente, sobre fallos y errores en el sistema trata esta semana también 'Mr. Robot' en un capítulo en el que poco se avanza, en cuanto a su trama general, pero que sirve como pretexto para focalizar algo más nuestra atención en Tyrell Wellick.
Y es que el director de tecnología provisional de E-Corp tiene mucho más en común con nuestro querido Elliot que su mutuo interés por conversar sobre sistemas operativos. Ambos, probablemente, sean los personajes más dañados de toda la ficción. Al menos, y sin olvidar al propio Mr. Robot, por lo que sabemos hasta ahora.
¡CUIDADO SPOILERS!
Descodificando a Tyrell Wellick
Y lo que sabemos de Tyrell Wellick no es del todo de nuestro agrado. O sí. Porque el que se perfila, poco a poco, como gran antagonista de Elliot, tiene demasiadas aristas como para que no me guste como personaje. No es casualidad que su apariencia de chico bueno contraste tan fuertemente con su oscura y perturbadora personalidad. Además, su presencia suele regalarnos siempre esos maravillosos planos de los despachos y pasillos de E-Corp.
Allí es donde empieza este capítulo con un Wellick dispuesto a todo por cambiar su condición de director de tecnología provisional a permanente.
Poco se le puede reprochar a estos primeros minutos que culminan con Tyrell despechado -la empresa está barajando a otros candidatos- y pagando su frustración con un vagabundo, al que ha ofrecido 300 dólares a cambio de que se deje golpear por él en una brutal paliza.
La clave la da Mr. Robot en otro contexto y en un momento posterior del capítulo: “La gente que se vuelve violenta lo hace porque no puede comunicarse”. Y con violencia, aunque consentida, parece que es el modo en que Wellick se entiende con su mujer. Al menos en la cama. De ella, que está embarazada, sabemos poco. Pero por lo que hemos visto, fría y con cierta afición al sado, resulta la horna de su zapato.
Ambos, además, parecen capaces de cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos. Por lo pronto, él se ha acostado con Anwar, el asistente del director general de su empresa, para poder piratear su móvil y obtener el nombre del nuevo candidato, Scott Knowless, que empieza a sonar a víctima.
La disyuntiva sobre Mr. Robot
Por su parte, después de la última escena del segundo episodio, Elliot se despierta algo aturdido en el hospital. Resulta curioso, y algo incoherente, que sea Shayla y no Angela su contacto de emergencia. La que también está allí es Krista, a la que confiesa que ha estado consumiendo morfina. Es por eso que a condición de concederle el alta, la psicóloga le hace prometer que se someterá voluntariamente a un test de drogas cada dos meses.
Sin embargo, lo que ocurre con estos controles es que todos pasan por el ordenador y ya sabemos de lo que él es capaz de conseguir con un teclado.
Así las cosas, una vez de vuelta en AllSafe, el ingeniero estrella de la empresa de seguridad cibernética tiene una visita inesperada. Mr. Robot sigue apareciendo en la pantalla como un fantasma. Solo él parece verle y solo con él interactúa. Y eso a pesar de sus esfuerzos por dirigirse inútilmente al camarero en el bar donde, aunque se intuye que ambos llegan a la vez, antes de que Elliot pida, él ya tiene su propia bebida.
Que el personaje de Christian Slater pase tan desapercibido no resulta del todo realista, pero la ficción, ya lo dije en el capítulo anterior, se cuida demasiado de que así lo parezca. Y demasiado quiere decir que no me parece casualidad que todo, llegado a cierto punto, sea tan obvio en una serie donde, al menos en apariencia, todo lo demás parece tan cuidado.
Yo, personalmente le hago otra lectura, también porque me resulta más atractiva, aunque empiezo a quedarme sin fe. Mr. Robot existe y es Elliot y su modo distorsionado de ver la realidad el que hace que lo veamos de esta peculiar manera. Cada uno que saque sus conclusiones. Tiempo habrá, y me temo que así será, para volver sobre ello más adelante. Una y otra vez, posiblemente.
La vida “normal”
Mientras tanto, a consecuencia de la salida “momentáneamente definitiva” de FSociety, vemos a un Elliot algo más relajado y dispuesto a llevar una vida más “normal”. De hecho, prueba de este arrebato de optimismo es su petición a Shayla -de cuyo personaje es difícil no enamorarse-, de que le acompañe a la cena que dará Gideon esa noche para él y otros empleados.
La cena es la excusa ideal para que el nuevo Elliot, que intenta integrarse en la sociedad por primera vez desde que le conocemos, interactúe en un momento algo más distendido y cómico que en el tono general de la serie. Pero también para que Gideon le confiese a su trabajador favorito sus sospechas sobre él. En realidad al jefe de AllSafe no se le ha pasado por alto su extraño comportamiento de los últimos días.
Lo contrario sería lo ilógico. Como tampoco su reacción cuando en su propia casa estalla la noticia de que Terry Colby fue uno de los responsables directos de la muerte de los 26 empleados de E-Corp, entre los que se encontraban la madre de Angela y el padre de Elliot, por tipos similares de leucemia.
El bug de Elliot
Nuestro protagonista se autoengaña si piensa en verdad que su único bug, léase error de software, es su pasado común con su amiga. En realidad, de poco le sirve ese laberinto que ha creado para esconder sus otras debilidades. Porque el problema de Elliot es que se le ven demasiado algunas costuras. Especialmente todo lo relacionado con su padre, aunque no tanto cuando interviene en escena su madre (¿será ella su verdadero bug?).
Pero también cuando se trata de su más íntima amiga quien acaba de descubrir el chantaje al que está siendo sometido Ollie, en una trama que o bien la mejoran, o la cruzan con la general pronto, o va camino de convertirse en el único “pero” de la serie hasta la fecha.
Sea como sea, es esta última revelación sobre el que fuera director general de Evil-Corp, el detonante de que él regrese a su particular parque de atracciones. Elliot, que en palabras de Mr. Robot es la clave de todo esto -también de la serie-, ha tomado una decisión. Y una vez que empiece, ya no habrá vuelta atrás. Mientras tanto el círculo se sigue cerrando. Ni Gideon, ni en especial Tyrell Wellick, lo dejarán pasar por alto llegado el caso.
Se avecinan demonios. O así, al menos, se titula su cuarto episodio, cuyo avance lo podéis ver a continuación:
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