'Tyrant' 2x10 review: una explosión revoluciona a los Al Fayeed de palacio

Por Betty M. Martínez

La semana pasada ‘Tyrant’ nos regaló algunos de los momentos más esperados de la temporada con más sombras que luces, así que en este capítulo había mucha curiosidad por comprobar, por un lado, cómo evolucionaban los acontecimientos, y, por otro lado, por analizar si se cumplían las expectativas o si sufríamos una nueva decepción. Lo cierto es que el balance es bastante positivo. Veamos por qué.

¡¡CUIDADO SPOILERS!!

Amenaza cumplida

Reconozcámoslo. Durante esta última semana todos los espectadores de 'Tyrant' nos hemos preguntado si Jamal sería capaz de ejecutar la orden que le dio a Mahmoud. Si bien es evidente que el presidente ha perdido bastante el rumbo de su país, su vida y su familia, también es cierto que siempre ha tenido la capacidad de sorprendernos. Es capaz de lo peor, pero también hay momentos en los que abandona su traje de tirano cruel para convertirse simplemente en un hombre castigado por su conciencia.

Existía la posibilidad de que recapacitara, de que comprendiera que Rami, lejos de ser un traidor, es su mejor aliado. Sin embargo, la mente de Jamal tiene tal grado de confusión, paranoia, miedo, desesperación, que no es capaz de ver más allá y ratifica la orden. El general Rami Said, el hijo bastardo superhéroe, debe morir por el bien del presidente Jamal Al Fayeed.

Si la semana pasada fui muy crítica con la narración de los hechos, en esta ocasión he de reconocer que me han sorprendido y para bien. Esa escena en la que Jamal entra en palacio y se encuentra frente a frente con el hombre que debería ir camino de la muerte ha sido de aplauso. Reconozco que yo no aplaudí, pero sí me incorporé en el sofá y solté un suspiro de alivio. Nuestro héroe número dos sigue en la brecha.

Efectos colaterales

Lo único negativo es que el coche de Rami sí explotó y sesgó la vida de quien menos se lo merecía. Eso sí, ha sido todo un castigo del cielo para Jamal. Si ya se sentía culpable por matar a su hermano, no quiero ni pensar lo que pasará por su cabeza tras haberse convertido en verdugo de la persona que probablemente más lo ha querido, con sus virtudes y sus defectos.

Lo curioso de esto es que Jamal no pensó en un castigo divino cuando ordenó matar a su propio hijo. Insisto. Su mente es muy, pero que muy retorcida. Se flagela día sí y día también por haber condenado a su hermano, pero ni pestañeó en dictar la misma sentencia para Rami. Es más, cuando es consciente de lo que finalmente ha pasado, no es capaz de asumir su responsabilidad y culpa a Amira de haber cometido el error de llevar a Rami a palacio. La culpa de todo lo que ha pasado no es de Jamal, sino de su madre. La mente humana es un misterio, pero, visto lo visto, la de Jamal Al Fayeed merecería un estudio específico.

A pesar de esos razonamientos que nos hacen dudar de su salud mental, Jamal siempre tiene una solución para todo. Cuando Rami iba a ser la víctima, la culpa sería adjudicada al Califato. Tras lo sucedido, la culpabilidad de cara al público será del Califato, pero, de puertas adentro, el culpable tiene nombre y apellidos. Rami Said. No importa que no tuviera motivos. No importa que nadie lo crea capaz de semejante atrocidad. No importa que sea el general del ejército un día antes de la batalla decisiva. No importa que los mercenarios se nieguen a luchar bajo las órdenes de Jamal. Lo que importa es cumplir la voluntad del señor presidente y el deseo presidencial es que Rami Said es culpable.

Explosión familiar

Si desde el punto de vista gubernamental, el capítulo ha sido de infarto; en el ámbito familiar las cosas no han ido mejor.

Por un lado tenemos a Ahmed. Pobre Ahmed. Finalmente se le ha caído la venda de los ojos y por primera vez ha visto cómo es su vida en realidad. Por un lado, observa la buena relación entre Rami y Nusrat y enfurece. ¡¡Al fin!! Ya era hora de que mostrase algo del carácter Al Fayeed. En algún momento parecía adoptado. Culpa a su todavía esposa de dejarlo por su propio hermano y a Rami de querer quedarse con todo.

Rami no ha podido defenderse de esa acusación, pero Nusrat ha sacado toda la rabia acumulada y confiesa la verdad a Ahmed. Sus padres son unos monstruos. A priori, lo más probable sería que el heredero Al Fayeed no la creyese, pero ya hemos ido comprobando que el niñato mimado de la primera temporada ya es un hombre y reconoce que toda su vida ha estado teledirigida por sus padres.

Nunca creí que vería a Ahmed enfrentarse a su madre, pero ha sucedido. Al mismo tiempo que Abbudin se resquebraja como país, los Al Fayeed terminan de romperse como familia.

Alianzas inesperadas

Otra que ha sorprendido en este capítulo ha sido Leila. Por primera vez hemos visto a la perfecta primera dama perder totalmente los nervios. Está asustada y mucho. No sólo teme por su vida, sino que también ve cómo todo su mundo se está desmoronando. Su hijo se le rebela y es perfectamente consciente de que Jamal no está capacitado para gobernar ni el país ni la familia.

Pero Leila es una mujer de recursos y siempre hace lo que tiene que hacer para salir a flote. Si Jamal no es una opción, hay que buscar una alternativa. ¿Quién es el primero de la lista? El general Said. La semana pasada ya nos sorprendió la cooperación entre madrastra y bastardo, pero esta vez hemos ido a más. Con toda la sangre fría de la que es capaz (que es mucha), Leila propone a Rami que la ayude en un golpe de estado para que Ahmed sea nombrado presidente. Increíble. Otro Al Fayeed intenta jugársela de nuevo a Jamal.

El problema es que Rami parece tener principios (al contrario que el resto de su familia) y no está dispuesto a ser el ejecutor de su propio padre, a pesar de su traición. No hay problema. Leila se encargará.

Y en medio de todo esto ¿qué ha pasado con nuestro héroe protagonista? Bassam ha estado bastante ocupado. Por un lado, ha tenido un acercamiento físico y emocional con Sammy. Han tenido que convivir en medio de una guerra para que padre e hijo se perdonen errores del pasado y empiecen a entenderse. Pero, además, Khalil ha tenido que preparar la ofensiva de la Mano Roja contra el Califato.

Es curioso. Mientras que los Al Fayeed de palacio de desmoronan como familia, los Al Fayeed de Pasadena empiezan a reconstruir su unidad familiar. Ojalá que la ayuda de Molly y Sammy eviten que Bassam tenga que pagar por los errores de su hermano.

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