Opinión

8 deseos para la TV igualitaria que necesitamos (y merecemos)

Queremos y merecemos una televisión feminista. Es más, llevamos demasiado tiempo esperándola. Mujeres y hombres necesitamos una televisión igualitaria, aunque todavía no sepamos lo que es. Y por eso tenemos que pedirla, reivindicarla y lucharla. No importa cuánto se use Twitter, cuánto se lean noticias en Internet ni cuántos vídeos de apenas unos segundos veamos en Instagram, la televisión sigue siendo adalid del imaginario colectivo, reproductor de dinámicas machistas, generadora de cambios y perpetuadora de estereotipos. Y también la “mejor amiga” de millones de personas cada día, que acuden a ella a invertir/matar su tiempo.

La 'caja tonta' tiene el poder de crear y sustentar líderes de opinión; y es una industria. Un ámbito con relevancia delante y detrás de las cámaras. Lo suficientemente relevante como para poner en ella el foco este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. El día -aunque deberían serlo todos- en el que reivindicar la lucha feminista: la lucha por la igualdad. Para celebrarlo, hemos decidido mirar hacia el futuro con una mezcla de rabia y entusiasmo por lo que debería estar por llegar. Si la televisión es el mejor escaparate, que exponga con criterio, compromiso y conciencia. Aquí nuestra lista de deseos.

Más mujeres, para empezar

Así de claro y así de “simple”. Que seguimos siendo pocas, la representación continúa siendo escasa y poco variada. Delante de las cámaras, nos faltan más periodistas que lideren formatos. Por ejemplo, en el access y prime time, horarios de máxima audiencia. Tenemos ya muy vistos a Pablo Motos y a Wyoming. Qué bonito sería poder cambiar de canal y encontrarte a una profesional, en un formato a su altura. ¿Y después? Roberto Leal en OT, Santi Millán en Got Talent, Carlos Sobera en Volverte a ver, Manel Fuentes en Tu cara me suena y un largo etcétera. Lo mismo en los concursos de la tarde: Juanra Bonet en Boom, Arturo Valls en Ahora caigo, Christian Gálvez en El tirón... o los propios Risto Mejide en Todo es Mentira y Dani Mateo en Zapeando.

Y sí, en El Intermedio está también Sandra Sabatés, en Cuatro Marta Flich o Cristina Pedroche en laSexta. Pero ahí las veis, en un segundo plano y con papel de secundarias en formatos liderados por hombres. Eva González en La Voz, Ana Pastor por partida doble y Cristina Pardo no deberían ser excepciones. El late night mejor lo dejamos, que eso sí que es cosa de Buenafuente y Broncano. Las que faltaban, siguen faltando.

Mujeres con perfiles, constituciones, tallas y edades diferentes

Estaría bien que para poder ser periodista en televisión no hubiera que pasar un casting de belleza. Ya está bien de exigir a las mujeres que cumplan un canon concreto que, además, dista mucho de ser sano y realista. La sociedad no está únicamente compuesta por mujeres altas, guapas y delgadas. Ni tampoco jóvenes. Somos de diferente altura, diferentes tallas, diferentes cortes de pelo, edad y envergadura. A nadie hace bien reproducir un “ideal” femenino tóxico. Empezando por los niños y niñas que por lo que ven en televisión creen ver a lo que tienen que aspirar -y desear-. Si nuestra sociedad es diversa, que nuestra representación en la pequeña pantalla también lo sea. Ah! Y podemos estar igual de guapas vistamos con la ropa que vistamos, calzado incluido. La cantidad de piel que mostremos y la altura de los tacones que somos capaces de soportar no miden nuestro talento. Ni de cerca.

De paso, pedimos que se erradique la figura de la azafata. Una petición que puede parecer de otro siglo. Pero no lo es. Programas como El precio justo, ¡Ay, qué calor! o Goles son amores -que sí eran otros tiempos pero tampoco lo justifican- instauraron esta figura. Mujeres vestidas con bastante menos ropa que sus compañeros, que básicamente estaban para que se las viera. Afortunadamente hemos mejorado en este sentido, ya no es habitual que haya mujeres participando en programas y se les de tan poca relevancia como para que ni si quiera hablen. No obstante, todavía hay algún espacio rezagado que no se ha enterado de que ya estamos en el siglo XXI, empezando su tercera década.

Que no se reproduzcan dinámicas machistas

Si la televisión es fundamental a la hora de construir modelos sociales, también lo es para perpetuar los machistas. Invitados con discursos que desacreditan el feminismo, permisión de actitudes machistas, comentarios y esas “bromas” que por mucho que lo sean, inmortalizan igualmente aquello que debe eliminarse. Una larga lista -más que el pergamino de Albert Rivera en el último debate electoral- en la que se suma el trato hacia las mujeres en programas y, ahora más que nunca, las dinámicas que se generan en los realities.

Resulta bochornoso tener que incidir en este aspecto, pero el caso Carlota Prado en GH 17 hace evidente y necesario criticar, una vez más, el injustificable abuso sexual que se permitió dentro del formato. Si en el último GH Duo sí que decidieron sacar de la casa a Julio Ruz por su “conducta inaceptable” sobre su ex María Jesús Ruiz, bastante lejos se quedaron de prohibir y erradicar la violencia de José María López. Por ello, porque visto lo visto todavía queda muchísimo camino por recorrer, pedimos bastante más atención al respecto. Y si se fomenta el feminismo, como están haciendo en OT con Noemí Galera -y Anna Pachecho- a la cabeza, mejor.

Que haya más mujeres en retransmisiones deportivas

Más allá de la retransmisión de deporte femenino, que bien daría para otro punto, queremos a más mujeres comentando partidos de fútbol, baloncesto, tenis y balonmano. Hubo que esperar al pasado Mundial femenino celebrado en junio para que Danae Boronat y Sara Giménez se convirtieran en las primeras comentaristas en narrar partidos de balompié.

Y no nos conformamos con Paloma del Río y Amaya Valdemoro ni con que sean en su mayoría mujeres las que estén a pie de pista en los encuentros entrevistando a jugadores y entrenadores en los intermedios y finales de encuentros. Las queremos con sus voces en primera plana.

Actitud de “señoros” no, gracias

Por favor, que aquellos que entrevistan estén a la altura de los entrevistados, especialmente cuando son mujeres. Es realmente patético ver determinados comentarios de “baboso” y actitud paternalista en periodistas que reciben invitadas. Por no hablar de la batería de preguntas que se preparen. Las actrices, escritoras, pintoras, presentadoras y un sinfín de profesiones, merecen contestar sobre aspectos que vayan más allá de sus trucos de belleza, de qué comen para mantenerse tan bien, cómo han hecho para estar tan delgadas nada más haber dado a luz o cómo les ha cambiado en su trabajo haber sido, o no, madres. Por citar solo algunos casos. ¡Stop señoros!

Que no haya brecha salarial y sí igualdad de oportunidades

Necesitamos a mujeres en todos los puestos, ya comentó Rosa María Calaf que desde que ella comenzó en los 70 habíamos avanzado en cuanto a número de mujeres en la profesión, pero no tanto respecto a los espacios ocupados. Por ello, queremos que haya más mujeres delante, pero también detrás de las cámaras. Y en puestos de poder donde puedan ejercerlo.

Por supuesto, los sueldos han de equipararse. La brecha salarial ha de empezar a ser una antepasada, también en la pequeña pantalla, y que no dependa de que haya que convertirse en una estrella mediática para poder si quiera pedirlo. ¿Qué pasa con todos los puestos intermedios hasta el más bajo? Importan todos y cada uno de los escalones.

No bajar la guardia en la ficción

Aunque parezca que cada vez menos, la ficción sigue siendo otro aspecto fundamental de la televisión. Es cierto que ahora ya no marca tanto la agenda de las series que ve el público. No obstante, aunque las plataformas hayan tomado la delantera, todavía son muchos los que se sientan a ver las producciones que ofrecen las cadenas generalistas, tanto las que se emiten en prime time como las diarias de la tarde. Es importante que éstas, de nuevo, representen a una sociedad igualitaria.

En los últimos años hemos podido comprobar cómo el catálogo se ha vuelto más variado. Ya no solo tenemos series protagonizadas por hombres y que narren sus historias. Tenemos ejemplos como La otra mirada (TVE), Las del hockey (TV3), Señoras del (h)AMPA (Telecinco), Néboa (TVE) y, la aún por llegar, Madres (Telecinco), entre otros tantos, en los que ellas también importan y protagonizan, en las que el enfoque y la mirada han virado para darnos espacio a todos. Y también más allá de las emisiones de horarios de máxima audiencia. Las diarias Mercado central y Amar es para siempre; y títulos de plataformas como Vida perfecta o Skam permiten un diagnóstico positivo que esperamos solo sirva para seguir mejorando y conformando la ficción representativa y feminista que necesitamos.

Formatos adecuados a nuestro tiempo

Entendemos que las cadenas tienen que reinventarse a pasos agigantados, sobre todo porque van poco a poco perdiendo terreno. Pero no es excusa. Nos gustaría que asumieran hasta sus últimas consecuencias la responsabilidad de construir una sociedad igualitaria. En esta voluntad entra en juego apostar por formatos que vayan en esta línea o, por lo menos, que no la perjudiquen, como todavía ocurre. Por poner un ejemplo, Telecinco emitió el año pasado Me quedo contigo, un dating de otro siglo con unos cuantos gritos de más.

Más First Dates y menos Mujeres y hombres y viceversa. Teniendo en cuenta el tirón que tienen los dating shows, nos quedamos con el primer ejemplo, en el que toda persona, de cualquier edad, talla -insistimos-, orientación sexual, personalidades e intereses es recibida en su restaurante en busca del amor. Por ello, si las cadenas necesitan innovar, que lo hagan para dar pasos hacia adelante, y no hacia atrás.

Y recordamos, una televisión feminista no es aquella en la que solamente aparezcan mujeres, se hable de mujeres, se valore y se represente a las mujeres. Una televisión feminista es aquella en la que todos estamos. No importa cuánto quieran desvirtualizar la lucha aquellos que la temen -y a los que quizás se da demasiado espacio en TV-, repetiremos hasta la saciedad que este movimiento no defiende supremacías, sino igualdad. La que todxs merecemos.