'La matemática del espejo'

Ana Belén narra en La 2 el día que un director quiso 'borrar' su sonrisa por sus dientes: “Acabé la película con complejo”

Ana Belén, en 'La matemática del espejo'

Redacción verTele

Ana Belén pasó este miércoles por La Matemática del espejo, el programa de Carlos del Amor en La 2, para repasar su carrera personal y profesional. Con respecto a esto último, la actriz y cantante se detuvo en un momento clave de su trayectoria: el rodaje de Zampo y yo, su primera película. Fue a partir de ese primer trabajo cuando Ana Belén 'dejó' de ser María del Pilar Cuesta, el nombre con el que respondía por aquel entonces (hablamos del año 1966), para empezar a convertirse en la artista que es hoy.

La madrileña apenas tenía 13 años por aquellas fechas, y la inexperiencia que tenía entonces la notó a las primeras de cambio, desde el casting inicial: “Absolutamente torpe. Tan torpe que cuando me dijeron que me habían elegido para hacer la película pensé: 'Se han vuelto locos o están hablando de otra niña que iba después de mí para hacer las pruebas”.

Cabe decir que Ana Belén no hizo aquel casting en las mejores condiciones, como ella misma contó: “Recuerdo que fue el mismo día que cumplí 13 años, me había caído jugando en la calle unos días antes. Tenía la rodilla toda desollada, con esparadrapo y el brazo escayolado”. Y aun así, tuvo que prepararse “dos canciones y el texto de una película que había hecho Rocío Dúrcal unos años antes”. La parte musical la solventó sin problemas, pero “no hubo forma” de que dijera el texto. De hecho, en el momento de hacerlo “se me nubló todo y dije muerta de vergüenza: ”Es que no me acuerdo“”.

“Dijo que me riera poco y con la mano en la boca”

“Para mí fue un horror porque no hice lo que tenía que hacer”, reconoció Ana Belén, que aun así obtuvo el papel para su absoluta sorpresa. Es más, llegó a pensar que esto del cine era “poco serio”. Aun así, aceptó el reto y se embarcó en la película, cuyo director, Luis Lucía, no destacó por sus buenos modales en el set de rodaje.

“Gritaba todo el rato y a mí no me dejaba reír. Decía que tenía unos dientes que, um, que no, que no. Que yo me riera poco y poniéndome la mano en la boca. Claro, yo terminé la película con un complejo... Dije: ”Pero bueno, ¿qué es esto?“, desveló la intérprete, que aquellos días tuvo que escuchar que tenía unos dientes demasiado ”grandes“ como para lucirlos en pantalla con una sonrisa.

“Era otra época. Él estaba acostumbrado a ser el ombligo el mundo. Era un personaje de otra época. Una persona tiránica que pensaba que todo el equipo tenía que estar bailándole el agua. Qué horror”, dijo sobre Lucía, uno de los directores más prolíficos de los años 50 y 60 y que también dirigió el debut de otro mito de nuestro cine, Marisol, con quien trabajó en Un rayo de luz y otras películas.

Afortunadamente, Ana Belén no ha vuelto a encontrarse “con nadie así en la profesión”. Además, recuperó la sonrisa “inmediatamente”, en cuanto el director teatral Miguel Narros “entró en mi vida”.

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