Crítica VERTELE

La catedral del mar, una adaptación valiente con un gran talón de Aquiles

La catedral del mar

Laura Pérez

Convertir en imágenes una historia ambientada la Barcelona medieval y que resulte verosímil a ojos del espectador actual no es fácil, más si esta ya ha sido recreada en el imaginario de más de 6 millones de lectores en todo el mundo.

Con este reto por delante puso La catedral del mar su primera piedra el pasado miércoles en Antena 3, cinco años después de comenzar a amasar el cemento mano a mano con Diagonal TV. Lo hizo rodeada de una gran expectación y logró que casi 4 millones de espectadores se asomasen a conocer el primer tomo de su historia.

En su salto a la pantalla, el equipo dirigido por Jordi Frades ha conseguido su propósito de ser fiel a la obra de Ildefonso Falcones. Tanto, que no ha escatimado esfuerzos en plasmar como lo hacen las páginas la crudeza de la época.

Ese es el gran punto fuerte de La catedral del mar: no se corta a la hora de mostrar la violencia, es valiente y promete ya desde su primer capítulo que va a ir con todo para no dejarse nada por contar. Si algo marca en el debut son escenas fuertes como la de Natalia de Molina (Francesca) en los primeros compases y la de Julia Carnero (Habiba) en los instantes finales, que dejan al espectador sobrecogido en su sofá.

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La serie consigue trasladar la incomodidad y la angustia en momentos puntuales de un capítulo que agradece su duración, algo menor que la habitual en ficciones nacionales. Esta es la segunda gran noticia de La catedral del mar, que evita las secuencias de relleno y va al grano.

Esto ocurre al menos en la primera parte de una ficción que va a cambiar en cada capítulo al ritmo del crecimiento del personaje de Arnau, y que se evidenciará más si cabe cuando Daniel Grao entregue el relevo a Aitor Luna en los próximos episodios.

Una “fachada” mejorable

Así como La catedral del mar ha construido bien los cimientos de sus tramas con respecto a la obra original, no logra lucirlos como se esperaba de una superproducción de su envergadura. La “fachada” de La catedral, más aún llegando después de proyectos de Atresmedia que han subido el nivel de la ficción nacional en cuestiones audiovisuales como La casa de papel y Fariña, y de producciones como La Peste que han demostrado que sí es posible equipararse al cine.

Aunque lo intenta, la serie de Diagonal TV no consigue hacer creíble su escenario para un espectador que ya se ha acostumbrado a un nivel superior. La ambientación, la iluminación y los efectos son el telón de Aquiles de una Catedral del mar que funciona mejor en escenarios naturales, pero que no da la talla en el “cartón-piedra” y en recreaciones como la playa que aparece en el primer capítulo.

Está todavía por ver si el resultado audiovisual de las batallas, en las que ha participado un número de figurantes muy ambicioso en la ficción nacional, logra llevar a los espectadores al barro, o si por el contrario se queda en un buen intento.

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