En la segunda entrega del programa especial

Julia, de 95 años, dejó claro a Évole que el coronavirus no es como la guerra: “Allí oíamos obuses por encima de la cabeza”

Julia, de 95 años, dejó claro que esto no es como la guerra: "Una guerra era los obuses por encima de la cabeza"

Paula Hergar

Lo de Évole volvió a apostar por entrevistar a rostros famosos y anónimos desde sus casas para conocer las diferentes vivencias del confinamiento a causa del coronavirus.

En esta segunda tanda del programa, los espectadores aplaudieron sobre todo una charla de Jordi Évole con Julia Pastor, una madrileña de 95 años que cuestionó una de las frases más repetidas de las últimas semanas: “esto es como la guerra”.

“No tengo miedo a la muerte, sí respeto”

Julia explicó que vive sola y encerrada por ser población de riesgo ante el coronavirus: “Llevo más de 8 días sin salir a la calle. Lo he intentado varias veces y tengo que ir a la farmacia pero por ir un día no me van a echar una multa, ¿no?”, preguntó al presentador.

También presentó a su vecina, María Jesús, que se encarga de hacerle compañía y ayudarle en esta situación: “Es una amiga que vive en la otra calle. No tengo a nadie, solo a ella. Ella me ayuda y me trae comida (...) Yo vivo solita, pero por la mañana a las 7 viene mi amiga con su perrito que es muy cariñoso y le guardo un trocito de magdalena”.

Aún así, aseguró estar perfectamente de salud: “Ni siquiera tengo un triste constipado”. Ante la posibilidad de morirse, subrayó que no tiene miedo “pero sí respeto”. Y lo afronta pensando que “será lo que Dios disponga”

La mujer, que había trabajo limpiando y cocinando, dijo que vivió de muy pequeña la guerra, y ante la pregunta de Évole sobre lo que piensa cuando muchos comparar la actual situación con el momento bélico fue contundente: “No. No es como una guerra: primero, allí oíamos obuses por encima de la cabeza, y segundo, a las niñas como yo no nos dejaban salir a la calle”.

Finalmente, aseguró que siempre ha vivido sola, y aunque “la soledad la lleva un poco triste, cuando salgo a la calle y veo a personas se me pasa”.

Para acabar, Évole le preguntó cuál había sido su mejor vivencia: “Lo más bonito que me ha pasado fue ir a Roma”, recordó.

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