Ricardo Darín confesó la “barbaridad” que hace para zafarse de los fans: “No lo voy a poder usar nunca más”

Ricardo Darín, en 'El Hormiguero'

Paula Hergar

Ricardo Darín regresó a El Hormiguero este lunes, 30 de octubre, para promocionar para presentar 'Escenas de la vida conyugal', la obra teatral con la que estará recorriendo España.

Junto a Pablo Motos habló de la temática que toca en el escenario, pero también sobre esa “distancia” que requieren las parejas sanas para tener una buena convivencia durante años.

Tras emocionarse con la historia de los abuelos que están viviendo una historia de amor que no les dejaron de jóvenes, el presentador cambió de tema radical para hablar de algo que “nunca habían tratado” en el programa: la fama.

“Hay lugares donde sí soy conocido y querido por el trabajo, tengo esa suerte”, empezó explicando Darín que aseguraba que no es tan famoso como para no encontrar sitios donde poder caminar tranquilo. “Es una cuestión de ser agradecido, entiendo los que lo pueden llevar un poco mal porque se les transforme en una especie de tormento”.

Sin embargo, recordó que él también interrumpió hasta en dos ocasiones a Woody Allen a sabiendas que no lo soporta, porque es demasiado fan: “Una vez le abracé por la admiración que sentía por él, no lo pude evitar sabiendo que lo detestaba. Y la segunda vez teníamos una lista de cosas que se podían hacer y las que no, una de ellas era que detesta que le aprieten la mano cuando le saludan y yo lo primero que hice fue apretarle la mano y pedirle perdón”, dijo entre risas.

Para acabar, Motos le pidió que explicara lo que había hecho una vez cuando le pararon a él por la calle: “Si lo revelamos no lo voy a poder usar nunca más”, argumentó el actor argentino pero el presentador alegó que el público se olvida de estos datos, por lo que los acabó revelando:

“A veces cuesta entender que alguno tiene tiempo y espacio y a veces no. A veces tienes prisa, y parece que el fulano conocido no tiene vida privada. Una de esas ocasiones cometí una barbaridad. Unas señoras, como cuatro o cinco, se abalanzaron sobre mí y yo tenía mucha prisa. Y no se me ocurrió mejor idea que pedirles perdón porque me estaba cagando. Salí del cuadro y me intriga cómo habrá seguido la conversación entre ellas”, bromeó ante las carcajadas de los presentes.

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