La edición británica de ¿Quién quiere ser millonario acusa a uno de sus concursantes, el comandante del ejército Charles Ingram, de haber hecho trampas para conseguir acertar las 50 preguntas y ganar el premio de un millón de libras, ayudado por dos cómplices: su mujer y un profesor de universidad que se encontraban en el público. El juicio, que se está celebrando actualmente en Londres, recuerda al escándalo protagonizado en los años 50 por el concurso de preguntas y respuestas Twenty One, que inspiró la oscarizada película de Robert Redford, Quiz Show. En concreto, la acusación mantiene que Ingram, de 39 años, estaba “compinchado” con una persona del público, el profesor de Universidad de 53 años Tecwen Whittock, que tosía en clave para indicarle la respuesta correcta. El programa está grabado aunque es muy probable que no llegue a emitirse ya que los responsables creen haber descubierto el engaño a tiempo. El fiscal mantiene que cuando el presentador, Chris Tarrant, hacía la pregunta, el comandante repetía las cuatro respuestas posibles haciendo una pausa entre ellas para que su cómplice, situado en las gradas a una distancia relativamente cercana, hiciera un carraspeo sonoro en la respuesta acertada. Durante el juicio, Tecwen Whittock ha sido firme en su defensa alegando que sus tosidos se debían a que padece alergia al polvo, al polen, rinitis y problemas de garganta. “Me entró una tos horrible que empeoró según avanzaba el programa y es casualidad que mis tosidos coincidieran con las respuestas correctas”, declara. “No ponemos en duda que tenga alergia, pero es demasiada casualidad que tosiera justo cuando el concursante decía la respuesta correcta”, responde el fiscal, al que también sorprende que “la tos se apagara justo cuando el presentador entregó a Ingram el cheque por valor de un millón de libras”. El profesor defiende este punto alegando haber tomado un vaso de agua en un descanso de 10 minutos“. Por otra parte, Tecwen declaró a la policía que ”él jamás hubiera conocido la respuesta a todas las preguntas que llevaron a Ingram a ganar el premio final“. El fiscal sacó entonces como prueba que en el registro efectuado en la casa de Tecwen se había descubierto un libro escrito a mano con conocimientos de cultura general en el que aparecía justo la información de la que él había asegurado no tener el más mínimo conocimiento”. Los sospechosos descartaron un plan A A lo largo del juicio se ha descubierto también que es muy probable que Ingram y su mujer, Diana, tuvieran un plan A mucho más sofisticado, basado en “buscas” de alta tecnología distribuidos estratégicamente por el plató y conectados a un teléfono móvil, aunque no está demostrado que éste llegara a ser utilizado. La policía ha llegado a esta conclusión después de descubrir varias llamadas sospechosas a “buscas” desde los móviles del matrimonio Ingram. “Los mensajes no tenían ningún sentido, eran sólo una sucesión de cifras como 2222”, dice el fiscal. El plan era el siguiente: el concursante habría situado un teléfono móvil abierto en un punto estratégico del plató de manera que recogiera las preguntas que hacía el presentador para que se transmitieran a otro teléfono fuera del plató, donde su mujer las escucharía y entonces enviaría la respuesta correcta a través de alguno de los cuatro buscas que habían sido previamente distribuidos por el plató. “La policía ha descubierto que un mensaje numérico tarda entre 20 segundos y un minuto en llegar al busca y hacerle vibrar, por lo que el concursante tendría que tomarse su tiempo en contestar para dar tiempo a que el busca se activase y acertar en la respuesta”. Este plan no era muy seguro, ya que un móvil encendido en el plató corría el peligro de ser registrado por los ingenieros de sonido, aunque también se ha sabido que justo al lado del plató había una zona VIP donde las interferencias de móviles no son percibidas en la sala de control. Para apoyar esta tesis, el fiscal recordó al jurado que el hermano de la mujer de Ingram, Marcus Powell, estuvo presente en el público cuando el comandante estaba concursando. Powell dijo entonces a la producción del programa que era muy tímido para salir en pantalla y pidió ver el programa desde la sala VIP, donde fue visto haciendo una llamada telefónica desde su móvil. El fiscal concluyó que la pareja habría descartado este plan por considerarlo “demasiado arriesgado” y optado en su lugar por los tosidos. El juicio no ha hecho más que comenzar. Seguiremos informando de lo que podría dar lugar a un “manual para tramposos de concursos de televisión” o a otro interesante guión de Hollywood.