Cualquier “Barrio” marginal de alguna gran urbe
Esta noche a partir de las 23:15, La Primera de TVE1 emite, dentro de su espacio semanal Nuestro cine, el filme español Barrio. Dirigida en 1998 por Fernando León de Aranoa, autor también del guión de la misma, fue galardonada con tres Premios Goya en la edición de ese año. La película cuenta la historia de Javi (Timmy), Manu (Eloy Yebra) y Rai (Críspulo Cabezas); tres quinceañeros de un barrio periférico que están condenados a pasar el largo verano en el suburbio. Se dedican a hablar de chicas y a compartir sus secretos, y ven como todas las familias tienen dinero para irse de vacaciones... salvo las suyas. Con mucho tiempo libre por delante, empiezan a cometer trapicheos para ir introduciendose paulatinemente en el mundo de la delincuencia. Siguen soñando y esperando con poder tomar uno de los barcos que se anuncian en los escaparates de las agencias de viajes, salir del barrio y ver el mar. Han nacido allí donde no llega ni el metro ni el dinero. Podría ser cualquier ciudad dormitorio que rodea cualquier capital de provincia, pero Fernando León de Aranoa (Familia) convirtió al madrileño barrio de San Blas en la espina dorsal de su segunda película. El paisaje gris, hermético, dominado por grandes edificios de arquitectura desordenada, todavía no ha podido envenenar la corta existencia de sus protagonistas. A sus 15 años conviven con la miseria, con los vagabundos, con los sin techo y con la droga. Viven en esa estrecha línea que separa el bien y el mal, soñando con paraísos desconocidos, con mujeres estupendas y con esas vacaciones en Benidorm que nunca tuvieron. Ellos se buscan la vida como pueden. Reparten pizzas a domicilio en autobús, sueñan con grifos de los que sale coca-cola, se regalan trofeos robados de un escaparate... y para una vez que tienen suerte, les toca en sorteo una moto acuática. La vida con la que sueñan no está tan lejos, viven separados por la M-30, por una renta de 200.000 pesetas y por la falta de un padre o una madre con trabajo. Basta salir a la periferia de cualquier gran urbe para encontrar muchos jóvenes que, al igual que ellos, ven pasar el tiempo sentados en un banco o repartiéndose los coches que pasan por debajo de sus pies en un puente de la carretera. Todo lo que sucede en Barrio, al fin y al cabo una película, es real como la vida misma.