Las comedias de situación dominaban la televisión en la década de los 70. En concreto, entre 1971 y 1979, las sitcoms eran los programas más vistos durante esas nueve temporadas. Aunque el género sobrevive en la actualidad con series de éxito como Friends y Frasier en la NBC, o Todo el mundo quiere a Raymond en la CBS, los expertos ya hablan del comienzo del abatimiento del género. Hoy en día, las sitcoms han dejado su espacio a los reality shows (Survivor), concursos (¿Quiere ser millonario?) o series dramáticas (Los Soprano). Pero, ¿qué es lo que está ocurriendo exactamente? Los mejores guionistas de Hollywood se están pasando a otros géneros, explica Rafael Lima, un profesor de guión de la Universidad de Miami, en declaraciones al diario Miami Herald. “Las series de media hora de duración están siendo sustituidas por las de una hora y por miniseries, como la que producen Steven Spielberg y Tom Hanks, Band of Brothers”, añade. Una cuestión de “timing” El éxito de las sitcoms en décadas anteriores encuentra su explicación en el hecho de que el género surgió en el momento y lugar oportuno, lo que los norteamericanos definen como “timing”. Estados Unidos atravesaba una de sus mayores crisis: trataban de vencer una guerra en la que no creían (Vietnam), las mujeres luchaban por la igualdad de derechos y crecían los problemas raciales. La sitcom fue la medicina ideal para la depresión que sufría el país, porque conseguía reunir a la familia en el salón y hacerles reír. Sin embargo, ahora las cadenas buscan a un perfil de audiencia mucho más joven y especializada, no tan familiar, en el que la sitcom no encuentra tan facilmente su lugar. Por otra parte, muchos guionistas prefieren trabajar en producciones de una hora de duración, porque ese tipo de programa les permite también, en la mayoría de casos, hacer de productores, algo que no ocurre tan fácilmente con las telecomedias, señala Lima. A pesar de todo, Mitchell Shapiro, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Miami, deja lugar para el optimismo: “La programación en TV es cuestión de ciclos; las tendencias van y vuelven cada cierto tiempo. Cuando, de pronto, un programa funciona, a continuación proliferan las imitaciones, tal y como se ha podido comprobar con Gran Hermano y todas sus secuelas.