Entretenimiento a golpe de bisturí
La cadena estadounidense ABC estrenó ayer Extreme Makeover (Cambio de imagen extremo), la adaptación americana de un formato japonés que realiza increíbles transformaciones en gente común a través de la cirugía plástica. La promesa en este caso parece ser “cambie su imagen para tener una vida mejor”. Como viene siendo habitual con este tipo de programas, la crítica americana ya ha puesto el grito en el cielo y, entre otras cosas, le acusa de convertir “la mutilación en entretenimiento” con tal de ganar audiencia. Extreme makeover fue seguido por 13,19 millones de espectadores, situándose como segundo espacio más visto de la noche, después de la serie The west wing (El ala Oeste de la Casa Blanca). Los makeover shows (programas de cambio de imagen) no son novedad en televisión, pero casi siempre han estado asociados a secciones de belleza en programas, como las que realiza Mª Eugenia Fernández de Castro en A tu lado. Además, hasta el momento estos programas se limitaban a cambiar la apariencia física de las personas con una transformación “reversible” que normalmente se reducía a un corte de pelo estiloso, una buena depilación facial y una sesión en el departamento de maquillaje y estilismo de la cadena, como el recordado El patito feo que presentó Ana Obregón en Antena 3. Look nuevo, vida nueva Extreme Makeover, como su propio título sugiere, va un poco más lejos y lleva la transformación física al límite dándole un carácter permanente e irreversible. Hay un antes y un después del paso de estas personas por el programa. “Esta es la última vez que yo voy a parecer yo”, dicen los elegidos antes de entrar en quirófano. Además, Extreme Makeover tiene todos los ingredientes de los reality shows del momento. Desde su provocativo título hasta el modo en que se comunica a los aspirantes que han sido seleccionados, con alguien a modo de cartero llamando a su puerta al estilo de Isabel Gemio en Lo que necesitas es amor o Hay una carta para ti. El productor ejecutivo, Howard Schultz, recuerda que el casting del programa, al que se presentaron 1.000 personas, resultó muy costoso. Todos los candidatos debieron realizar un test previo de antecedentes médicos y un examen psicológico para demostrar su estabilidad emocional, de manera que ninguno pudiera reaccionar negativamente al ver su nuevo aspecto. “Buscábamos a gente a la que la cirugía podría cambiar su vida pero no tenía los recursos para permitírselo”, explica Schultz. Los elegidos fueron Stephanie, una madre soltera de 24 años, Stacey, una enfermera de 31, y Luke, un entrenador personal de 29. Los tres se pusieron en manos de un equipo de médicos, cirujanos plásticos, expertos en cosmética dental, cirujanos oftalmólogos, maquilladores, peluqueros estilistas y entrenadores personales. Stephanie se realizó un aumentó de pecho, una liposucción en estómago y muslos, se operó de miopía y se arregló los dientes. Stacey también se sometió a varias operaciones, entre ellas un transplante de barbilla, una corrección de nariz, un levantamiento de cejas, un lifting en contorno de ojos, una liposucción y una dentadura nueva. El más simpático para el público parece ser Luke, porque ya había perdido alrededor de 60 kilos cuando se presentó al programa para realizarse una nueva liposucción. Después aprovechó para operarse la nariz y corregirse los dientes. Las cámaras de ABC captaron todo el proceso de transformación llevado a cabo en estas tres personas. El programa intentó evitar o restar importancia a las escenas de dolor, las imágenes sangrientas o el morbo de las operaciones para centrarse en los aspectos más personales.