Yo viví una 'First Date' infiltrada en Cuatro, sin flechazo pero mágica
Hace pocos días reviví lo que se siente en un primera cita. Mediaset nos invitó a dos periodistas a formar parte de su ‘First Dates’, el nuevo programa diario conducido por Carlos Sobera en Cuatro que permite a varias parejas tener ese primer encuentros.
La productora quería que viviéramos en primera persona lo que sienten los propios protagonistas de esas citas y, de paso, observar cómo se comportan ellos. Así que viví mi cita y la del resto.
El momento de más nervios en mi primera cita
Me presenté en el restaurante en el que Sobera (AKA Cupido) me esperaba con una media sonrisa para preguntarme cómo era mi hombre ideal y presentarme al que habían escogido. Ese, sin duda, fue el momento de mayor nerviosismo porque, aunque conocía desde hace años a mi colega, en una cita te estás mirando con otros ojos - y te están mirando otros ojos desde las cámaras, algo de lo que te olvidas por completo-.
Tras saludar a “mi cita”, pedir un coctel y dudar entre Matías – el camarero- o mi colega, fui obediente y seguí al cupido televisivo.
Nos sentamos y pedimos un delicioso menú que aún saboreo al recordarlo. Hablamos de nuestro trabajo, de temas personales, de nuestras “ex” parejas… y reímos al darnos cuenta de lo poco que nos conocíamos tras años trabajando “juntos”.
Conseguimos equilibrar la nula química entre ambos con la curiosidad que sentíamos por lo que estaba pasando a nuestro alrededor. Si algo teníamos en común era el interés periodístico por cuánto había de real en lo que retrataba el programa. Así que pusimos el oído y el ojo en todo los demás.
Gestos que delatan al enamorado o al “aterrado”
Las parejas que venían a tener una cita real (no como la nuestra) llegaron minutos más tarde y detectamos casi automáticamente, quiénes tenían feeling y quienes no, solo por su expresión corporal. En nuestro caso hubo dos parejas que parecían muy interesadas, a las que notamos el nerviosismo propio de querer gustar: los tocamientos de pelo, acercamientos fortuitos o risas continuas.
Por el contrario, estaba casi segura de que la mujer de otra de las parejas estaba totalmente decepcionada con su cita. Solo con sentarse en la silla y mirar hacia los lados, entendí que ella deseaba que pasara el tiempo para huir.
Acabada nuestra cita, en la que hubo risas (más malignas que nerviosas) salimos a entrevistar a los protagonistas reales del programa. Para averiguar si nuestras impresiones habían sido acertadas. Nos respondieron todos ellos pero eso lo dejaremos para cuando veáis el programa.
La magia de la TV logra imposibles
En definitiva, la experiencia tuvo mucha magia y os explicaré porqué: pude observar desde fuera cómo se vive ese momento único de una primera cita. Salga bien o no, las reacciones de las personas ante alguien de su agrado o todo lo contrario, son dignas de documental.
En primera persona comprobé que las cámaras están tan bien camufladas que en cuanto te sientas en la mesa te olvidas de que te están grabando. Para bien o para mal, te dejas llevar y eres tú por completo (o todo lo “tú” que puedes ser en una primera cita).
La magia de la TV llega hasta límites insospechados, de hecho, hasta consigue que las mañanas se conviertan en noches para darle más romanticismo al momento.
La única magia que no surgió entre nosotros fue la del amor, ¿o sí la hubo y yo no lo noté? Juzguen ustedes mismos y díganme si creen que él tendría una segunda cita conmigo...