“Manolo y Benito” regresan hoy con nuevas chapuzas a Antena 3
Antena 3 estrena hoy en prime time “Manolo & Benito Corporeision”, secuela de la exitosa comedia “Manos a la obra” producida por la compañía de José Manuel Lorenzo y Eduardo Campoy, Drive (“Profesor en La Habana”, “72 Horas: del 11-M al 14-M”).
“Manolo y Benito” está protagonizada por los mismos actores que la serie original, Carlos Iglesias y Ángel de Andrés, como Benito y Manolo respectivamente. También vuelve a participar en esta comedia coral la veterana actriz Carmen Rossi (“Paco y Veva, ”Un lugar en el mundo“) en su personaje de Carmina.
En cuanto a los nuevos rostros, se suman a la serie Loles León (“Fuera de control”, “Aquí no hay quien viva”) como Milagros; Terele Pávez (“Cuéntame”) en el papel de Antonia; el actor gallego Manuel Manquiña (“Moncloa, ¿dígame?”) como Don Julián; Carolina Cerezuela (“Amistades peligrosas”, “Camera café”) será Lola; Diego París (“Maneras de sobrevivir”) interpretará a Tristán; mientras que Isabel Blanco (“Abogados”, “Nada es para siempre”) encarnará a Rosi.
Además, “Manolo & Benito Corporeision” contará con Darío Paso (“Ana y los 7”, “Ala... Dina”) como Ahmed; Bruno Squarcia (“Al salir de clase”, “Paraíso”) en el personaje de Serguei; Julita Martínez (“A tortas con la vida”) será lilian; Aldo Sebastianelli (“Paraíso”) dará vida a Prieto y Eloísa Vargas (“1 franco, 14 pesetas”) a Mari Tere.
Dos supervivientes a la invasión del hormigón
Después de cinco años, estos antihéroes no es que hayan llegado muy lejos, es más, siguen donde se quedaron. En el mismo barrio que ahora ha cambiado de piel. Donde había modestos bloques de pisos, una hermosa corrala del siglo pasado y una calle muy “de andar por casa”, ahora hay un sector (ya nadie les llama barrios) floreciente, en lo financiero, en lo comercial y en lo habitacional. Rascacielos, edificios de apartamentos, comercios más modernos y un hotel con clase en ciernes de inauguración.
Progreso, modernidad, renovación... si no contamos con que en medio de este bosque de cemento y acero, quedan dos humildes hogares, restos del naufragio, supervivientes de la invasión del hormigón, los capitanes de la resistencia: Manolo y Benito.
El propietario del bloque de apartamentos fue comprando, una por una, las casas de todos los vecinos, pero ni Manolo ni Benito eran propietarios si no arrendatarios de baja renta. Y a pesar de que el constructor ambicioso les ha ofrecido sustanciosas sumas por abandonar sus hogares, ellos, en su cerrazón, se van negando año tras año.
El avispado de Benito cree que, si aguantan, el especulador subirá su indemnización a la estratosfera y por eso dice no. Y en cuanto a Manolo... Manolo es un romántico: no quiere abandonar la casa donde fue tan feliz con su Adela, su añorada Adela que desapareció en Cuba.
El caso es que ambos siguen atrincherados en sus pequeños reductos. A pesar de que el villano Don Julián, dueño del bloque de apartamentos de lujo recién construidos ha hecho, y sigue haciendo, todo tipo de movimientos, maniobras y artimañas para ponerles de patitas en la calle. No puede permitir que su edificio tenga como vecinos a esos impresentables y una furgoneta aparcada en frente de su lujosa puerta.
Los dos amigos conservan el taller, la furgoneta y unas ganas tremendas de perder de vista a los acreedores. Porque navegan en deudas que han ido acumulando todos estos años. Y ahora están llegando a una situación irreversible: o cambian la manera de entender el trabajo, (es decir, empiezan a trabajar como es debido) o tiran la toalla.
Bien es cierto que, con la próxima inauguración del precioso hotel colindante, se las prometen felices: un hotel siempre es fuente de trabajo, mantenimiento, reparaciones, instalaciones. Benito tiene claro que esa va a ser la salvación. En cuanto el hotel abra sus puertas, los dos amigos tendrán curro para elegir y acabarán nadando en la abundancia.
Pero las cosas se tuercen cuando Benito descubre que a Milagros, la rígida gobernanta de camareras del hotel, empiezan a gustarle los bien cubiertos huesos de su amigo Manolo. Y por el contrario, Benito le resulta intragable.