Por su interés, reproducimos a continuación un reportaje-entrevista de Cristina Caballero publicado ayer en el primer número del nuevo diario económico, El Economista: La tarde del 22 de octubre de 2003 fue quizá la más difícil en la vida profesional de Maurizio Carlotti, el recién nombrado consejero delegado de la cadena, un italiano de 53 años curtido en mil batallas en el mundo de la televisión. Aquel día, parte de la plantilla de Antena 3 (unas 200 personas) se encerró en el comedor de la cadena, en San Sebastián de los Reyes (Madrid), para protestar por los 214 despidos que la dirección había puesto encima de la mesa. A lo largo de la carretera de Burgos se alineaban 24 furgones policiales que, llamados por la dirección de la cadena, entraron en el edificio de Antena 3 y desalojaron a los trabajadores. Despidos, la decisión más dura Tres años después, cuando la compañía acaba de presentar las mejores cifras de su historia (1.000 millones de euros de ingresos y 207 millones de beneficios), Carlotti aún recuerda su aterrizaje en Antena 3 con amargura. “No lo olvidaré nunca. No porque esos días me hayan dejado cicatrices, sino porque reestructurar una empresa, al contrario de lo que piensa mi amigo Paolo Vasile (el consejero delegado de Telecinco) no es nada fácil ni divertido”. Pero Carlotti nunca se ha arrepentido de la medida. “Objetivamente, y por duro que parezca, sobraba gente”. Él heredaba una compañía casi en ruinas por la nefasta gestión que habían hecho los anteriores accionistas, capitaneados por Telefónica. La empresa sacó un balance extraordinario a 30 de junio de 2003 que arrojaba 300 millones de euros de pérdidas. Los despidos fueron la primera receta que Carlotti no dudó en aplicar. “Había mucha gente que decía que era imposible hacer una televisión prescindiendo de esos puestos de trabajo. Hoy, cuando la empresa va como una bala con 1.000 personas menos, que me digan si es posible o no”. La relación con los sindicatos Aquella dura reconversión no ha dejado cicatrices en Carlotti, pero sí una profunda desconfianza hacia los sindicatos. Él no cree que la negociación colectiva lo resuelva todo. Su sueño sería que todos los trabajadores, desde la última limpiadora hasta el primer ejecutivo, tuvieran un sueldo ligado a objetivos. “Los incentivos no son una manera barata de pagar a la gente. La ventaja es que si pagas significa que has conseguido cosas”. Con esta filosofía, ha repartido entre los trabajadores gratificaciones extraordinarias del 1% del beneficio neto, 2.4 millones de euros. Lo que Carlotti tiene claro es que no va a cerrar el convenio colectivo basándose sólo en subidas de sueldo lineales. Pantallas en el comedor La obsesión de Carlotti ha sido y es vincular a los empleados con la evolución de la empresa. “Cuando empezaron los trabajadores de Antena 3, eran todos entusiastas porque tenían 20 años, trabajaban en televisión, llevaban una cámara y se sentían como en Hollywood”, afirma. “Lo que no puede ser es que 15 años después, esos mismos entusiastas, que ahora tienen hijos e hipotecas, pretendan que su situación progrese independientemente de los resultados”. Sin ningún reparo, ha ordenado instalar pantallas en el comedor de la cadena (que los trabajadores consideran su bastión), donde se muestra la cotización de la empresa en bolsa minuto a minuto. “Nadie, ni el consejero delegado ni el último botones, se puede permitir el lujo de no interesarse por la evolución económica de la empresa que le paga el sueldo”, afirma. “Lo que cotiza no es sólo la compañía, sino un trozo de su vida”. La empresa, una gran orquesta La forma de Carlotti de entender la gestión de una empresa, y más una compañía tan peculiar como la televisión, es como si se tratase de una gran orquesta. “Tienes varios instrumentos y un solo director. Pero el director no sabe tocar la flauta o el violín mejor que los músicos, sólo tiene que ser capaz de componer la armonía, identificar quién desafina y sustituirlo si es necesario”, explica sin pestañear. Una televisión, como una orquesta, no es una suma de programas, piensa Carlotti. “Por ejemplo”, pregunta, “¿alguien sabría decirme la parrilla de Cuatro? Casi todo el mundo conoce la de Antena 3, TVE y Telecinco, porque le recuerda algo. Pero Cuatro no tiene una personalidad. Es igual que si Telecinco perdiera la suya: le costaría mucho reconstituirla”. Objetivo: la televisión familiar Carlotti no teme a nadie. Está seguro de lo que ha logrado en estos años. “Hemos hecho que el público se acostumbre a una televisión familiar. Ese concepto no significa que toda la familia se reúna en un cuarto a ver la televisión, sino que tenemos programas para todos los miembros de la familia”. “Antena 3 tuvo unos años malos, que yo heredé”, continúa, “pero como estábamos mal, no teníamos más remedio que buscar novedades para renovarnos”. Carlotti y su equipo comenzaron a encajar piezas, a comprar programas, a desecharlos cuando no conseguían el mínimo de audiencia, a probar con otros formatos... Hasta que la audiencia le ha dado su respaldo. Antena 3 ha comenzado el año remontando a Telecinco en audiencia por primera vez en su historia. “Esto es un circuito cerrado”, asegura. “No es lo mismo que los periódicos. Aquí, si uno sube, hay otro que baja”. Sin miedo a la competencia Carlotti no elude comentar los problemas de la competencia, aunque duda de que el momento dulce que está viviendo Antena 3 tenga que ver con la debilidad de Telecinco. “¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?”, se pregunta. “¿Vamos bien porque nos aprovechamos del momento difícil de Telecinco o Telecinco va mal porque a nosotros nos va bien?”. Además de los problemas internos (reorganización de los informativos y huida de ejecutivos de la filial de publicidad), la audiencia de Telecinco cae día a día, quizás debido a un agotamiento de su modelo basado en los reality shows. Carlotti opina que su crisis va más allá. “¿Cuándo se ha visto que a Telecinco le vaya mal un estreno?”, pregunta. “En los últimos meses ha tenido que retirar cinco o seis programas que han fracasado”. En televisión, la retirada de un programa antes de haber agotado todos sus capítulos es una medida muy grave, ya que el auditor obliga a contabilizar la pérdida de los capítulos que no se hayan emitido. “Será curioso ver qué pasa con Telecinco este año”, reflexiona Carlotti. “Si se desplomara, veremos si son capaces de reflotarla como hemos hecho nosotros”. Tampoco teme a La Sexta (participada por seis grandes productoras y el Grupo mexicano Televisa), pero duda de su éxito. “Es un proyecto con una clara génesis política. Yo no tengo nada en contra de que una productora se ponga a explotar mi negocio, pero que no me hablen nunca más de productoras independientes”. Además, La Sexta nace con una limitación técnica: sólo llegará a un 70 por ciento del territorio. “Una tercera parte de la inversión se perderá siempre, porque no se ve”. Lo importante, la receta La máxima del consejero delegado de Antena 3 es que no es tan importante la materia prima como la receta. Y pone un ejemplo: “Para mí, la mejor serie de televisión que se ha producido en los últimos años ha sido Urgencias (emitida por TVE, y que dio un 12 por ciento de audiencia). Estoy convencido de que el mismo producto programado en Telecinco a las 10 de la noche del lunes hubiera superado el 25 por ciento de share”, afirma. Y otro ejemplo que ilustra los misterios de la televisión. “Friends, una serie mítica, la emitía Canal + en abierto, y conseguía un 8 por ciento de audiencia. Ahora la emite Cuatro, la misma cadena, en la misma frecuencia, a la misma hora, y hace sólo un 4 por ciento. ¿Por qué? Parece que no ha cambiado nada, pero ha cambiado la receta. Antes era Canal +, que tenía una imagen, de gente bien, con dinero, progre, y ahora está en una cadena que nadie sabe definir qué es”. Carlotti está cómodo en su nuevo papel. Las cifras le acompañan y, además, Antena 3 ha logrado por fin igualarse prácticamente a Telecinco en bolsa. En su despacho, en un corcho en el que se mezclan fotos familiares con noticias de prensa, el directivo ha colgado una portada del diario Expansión publicada el 25 de octubre de 2003 (cuatro días antes de su estreno bursátil) en la que se lee: “Temor en bolsa a un desplome de Antena 3”. No sólo no se ha cumplido ese vaticinio, sino que los títulos, desde entonces, se han revalorizado un 258,6 por ciento. “Pobres inversores los que hicieran caso a Expansión”, concluye Carlotti con una sonrisa pícara. LAS CINCO REGLAS DE ORO DE CARLOTTI 1. La televisión es para vender publicidad No se vende publicidad para hacer televisión, sino al revés. Si una cadena vende más publicidad con un programa que hace un 18 por ciento de audiencia que con otro que hace el 30 por ciento, hay que apostar por el primero. 2. Lo que funciona no se toca Si te proponen un formato que arrasa en todos los países europeos, cómpralo y hazlo igual, pero igual, sin ningún cambio. Nunca se sabe por qué funciona un programa, pero puede depender de una minucia, la iluminación, por ejemplo, y si lo cambias te lo cargas. 3. Lo que no funciona, tampoco se toca Hasta que no sepas exactamente qué vas a poner en el lugar de un programa fallido, no hay que quitarlo. Porque puede pasar que los sucesivos cambios den audiencias cada vez más bajas. Y entonces te acordarás de lo feliz que vivías con el primer programa. 4. Evitar los cantos de sirena No hay que tener la tentación de pensar, siendo consejero delegado, que eres el hombre más poderoso y puedes jugar al poder, como han hecho algunos. Eso te desvía del rumbo de la empresa, como también seguir los cantos de sirena del glamour y acudir de fiesta en fiesta acompañado de dos rubias espectaculares. 5. El mejor es el que menos se equivoca Nadie sabe a ciencia cierta si un programa funcionará. No se puede pretender triunfar todos los días del año. Tampoco sabes qué factores te hacen triunfar. Hay presentadores estrella que cautivan al público y a los dos años nadie se acuerda de ellos.