El odio es más fuerte que el amor. Las diferencias culturales son más interesantes que las compatibilidades. Y no hay sentimiento más puro que el aborrecimiento de una madre hacia los hijos de otra mujer. Según interpreta el New York Times, es por eso que los dos programas de intercambio de madres de ABC y Fox son mucho más fascinantes que otros realities que ofrece la televisión norteamericana. El programa de la Fox “Trading Spouses” (“Comercio de esposas”) y el que entrenará la ABC en otoño, “Wife Swap” (“Cambio de esposa”, basado en el formato homónimo británico), son tan artificiales como otros espacios de telerrealidad. Sin embargo y a diferencia de otros, consiguen en algunos momentos captar sentimientos verdaderos. Es bonito contemplar como en un primer momento la nueva madre pone empeño y buena voluntad para adaptarse a su nueva familia. Pero lo que de verdad engancha al espectador es la mirada de desprecio que dirige la recién llegada al obeso hijo de la otra mujer cuando le observa comer, sentimiento que se convierte en aborrecimiento cuando descubre que el padre del chaval está más que acostumbrado a sus malos modos. Éxito inmediato Este verano, los ejecutivos de las cadenas de televisión no han dejado de darle vueltas al descaro de la Fox, que se ha atrevido a copiar la idea del comercio de madres de ABC y encima emitirla meses antes que su rival. ABC pensaba programar “Wife Swap” esta primavera, pero decidió reservar el espacio al otoño creyendo que entonces le reportaría mejores resultados de audiencia. La versión de su competidora, estrenada recientemente, obtuvo un éxito inmediato, a pesar de que se encuentra lejos de conseguir los registros de otros realities de la cadena de Murdoch como “American Idol” (formato anglosajón rival de “Operación Triunfo”) o “Survivor”, (en España, “Supervivientes”, que emitió Telecinco y que ha dado lugar a desarrollos posteriores del formato con personajes conocidos, “La isla de los famosos”). Los reclamos que ha utilizado la Fox para llamar la atención sobre el programa son poco originales, según el rotativo estadounidense, y se basan en el tópico de “El príncipe y el mendigo”. “Wife Swap” nació en Gran Bretaña y ha conocido múltiples desarrollos, como “Trading Places” (“Intercambio de lugares”) en ABC, espacio dirigido a un público familiar y donde alumnos de segundo grado cambian hogares, escuelas y madres. “Trading Spouses” parte de una idea similar pero más oscura; las esposas se convierten en meros accesorios que se pueden intercambiar como una fregona o una cazuela. Jugar a divorciarse del marido Por supuesto, la versión de ABC parte de una fantasía más ingenua. Pero los dos programas utilizan la telerrealidad para profundizar en la intrincada psique humana: parten de la premisa de que es imposible casarse con alguien y no imaginarse casado con otra persona. Parte del encanto del programa consiste en que permite a las mujeres jugar a divorciarse de los maridos y unirse a otro hombre sin ninguna consecuencia a largo plazo. Y la jugada de la Fox para conseguir ser la primera no implica que el espacio de ABC se encuentre abocado al fracaso. Los seguidores de los realities constituyen un público difícil de satisfacer; tal vez Fox sólo haya conseguido abrir el apetito de los televidentes. Los dos programas recogen a mujeres que viven en ambientes extremos y que deben adaptarse a unas normas completamente distintas a las que ellas conocen durante una semana. Durante la siguiente, cambian las tablas y son las mujeres las que imponen sus propios hábitos a su hogar adoptado. Pero existe una diferencia entre el programa de ABC y el de la Fox. Si en la primera cadena se dedica a cada experimento un episodio de una hora, en la Fox son dos. Así, se obliga al espectador a sintonizar una semana más con el canal para descubrir el emotivo desenlace. Y tal vez para prevenir pleitos, Fox añade un premio en metálico de 50.000 dólares por familia. La única pega es que son las madres adoptivas las que deben decidir en qué se empleará el dinero en las familias que no son las suyas. No al adulterio Sin embargo, ninguno de los dos espacios promueve el adulterio. Incluso el espacio de la Fox, menos preocupado por preservar los valores familiares, se asegura de que la nueva madre cuente para dormir con una habitación propia. Ambos cuentan con el mismo tono irónico: dolientes banjos cuando la familia procede del medio rural y es pobre; acordes propios de Hitchcock cuando una sorpresa desagradable va a aparecer en escena; pero hay una ligera diferencia en el trasfondo. ABC, subsidiaria de Disney, sacrifica parte del puro y duro voyeurismo por una ración de espíritu sentimental y moral, que contrasta con una ejecución más anárquica de la Fox. Pero la conclusión es que las dos coinciden en lo esencial: explorar los conflictos de personalidad y de clase, que son el verdadero corazón de un reality. Información extraído de un artículo de “The New York Times”