Los niños son los que menos televisión ven en el panorama general de la audiencia porque prefieren otras formas de ocio como Internet, los videojuegos o el teléfono móvil, según concluye un estudio realizado por profesores de la Universidad de Navarra y el Colegio Irabia de Pamplona, en el que han participado 4.000 escolares de varias ciudades españolas. Los datos del informe revelan que frente al uso de la televisión, los niños prefieren otras pantallas de ocio por su mayor interacción. Así, si tuvieran que elegir entre TV e Internet, un 32% optaría por el primer medio y un 38% por la Red; un 47% prefiere los videojuegos frente al 34% que elige la televisión; y un 40% se queda con el teléfono móvil frente al 37% que escoge televisión. Según el profesor Xavier Bringué, “los niños dedican a la televisión entre dos horas y media y tres al día, mientras que los adultos suelen superarles en una o dos horas”. El investigador de la Universidad de Navarra expuso hoy el contenido de este trabajo en el marco del curso de verano “¿Sabes a qué juegan tus hijos? Nuevas formas de ocio digital: de los videojuegos a Internet”, organizado por el Instituto de Ciencias para la Familia en el campus de Pamplona. Entre otros datos que aporta el informe, también destaca que el 61% de los niños afirma estar solo cuando se conecta a Internet, y un 35% de los padres no vigilan a sus hijos de ninguna forma. Además, el 35% lo usa para jugar y un 44% para descargar películas, canciones y programas. En el caso de los videojuegos, el 86% juega y sus temas preferidos son la aventura y la acción; el 38% piensa que reducen su dedicación al estudio, y el 18% reconoce que pueden resultarles violentos. En cuanto al móvil, 54% de los niños tiene uno y el 29% lo utiliza para jugar. DESCONOCIMIENTO FAMILIAR DE LAS NUEVAS PANTALLAS La irrupción de estas nuevas tecnologías en la vida familiar supone para Xavier Bringué “nuevos retos educativos para los padres”. Según el experto, “los jóvenes van por delante en conocimiento y uso de estas nuevas pantallas, lo que sitúa a los progenitores en desventaja y se puede llegar a cuestionar su autoridad para ejercer cualquier mediación”. En este sentido, señala que “los niños perciben los ordenadores como divertidos, mientras que los padres los consideran realidades complejas vinculadas muchas veces al estatus social”. Además, según el profesor de la UN, el mayor foco de conflicto entre padres e hijos se centra en el número de horas que dedican a las pantallas, su influencia sobre el rendimiento escolar, el sueño o la salud, “y no en la calidad de los contenidos o su conveniencia”. Así, el 45% de los niños que usan videojuegos admite que discute con los padres por el tiempo de consumo; en el caso de Internet esta variable representa el 16,5% de las discusiones; y en los móviles, el 7,5%. En cuanto a la influencia de los videojuegos, Bringué destaca que los niños “les dedican muchas horas, los conocen muy bien o se enganchan a títulos dudosos mientras los padres están en la inopia” y añade que “los distribuidores incluyen la recomendación de edad en las cajas, pero esto no es vinculante para las tiendas, y muchos no saben lo que compran a sus hijos”. Justifica el interés del niño hacia este fenómeno porque en la consola “es parte activa y no mero espectador como ocurre en el cine o la televisión”. Sin embargo, advierte de los peligros que puede ocasionar un uso desmedido: “Son ellos los que matan, atropellan o violan. Y eso desestabiliza afectivamente y genera un problema educativo”.