El pacto de los 12 puntos
A continuación reproducimos por su interés el artículo de Patricia F. De Lis que publica hoy el diario El País: La Universidad de Oxford acaba de confirmar lo que los espectadores saben desde hace años: hay camarillas de países, como Chipre y Grecia, o Suecia y Dinamarca, que siempre votan de la misma manera en el Festival de Eurovisión. Cuatro investigadores del prestigioso centro británico han analizado las decisiones de los países participantes en el certamen, con el objetivo de averiguar cuáles son las conexiones que hay entre ellos.
Y tal y como predijo José Luis Uribarri, comentarista de TVE durante más de una década, el estudio concluye que se han formado grupúsculos de interés donde es fácil predecir quién votará a quién. Pero hay algunas sorpresas. Los datos demuestran que el país que está más en línea con los gustos generales es, sorprendentemente, quien más suele proclamar sus diferencias: el Reino Unido. Y el más euroescéptico, aquél cuyos votos no corresponden con los de ningún otro país, es Francia.
Los investigadores pertenecen al departamento de Física de Oxford, y su objetivo es averiguar si en las relaciones de los países europeos hay patrones de comportamiento identificables. El informe está repleto de fórmulas matemáticas y cuadros estadísticos, y ha sido publicado en arxiv.org, archivo en Internet de sesudos estudios de física, matemáticas y biología. Pero, ¿por qué unos investigadores de Oxford realizan un estudio geopolítico basándose en los resultados de un festival donde compiten canciones de dudosa calidad musical?
“Es el único foro internacional donde un determinado país puede expresar su opinión abiertamente sobre otro, libre de restricciones económicas o gubernamentales”, explican. Eurovisión es, dicen, como un mercado donde los países no intercambian sus productos con quien deben, sino con quien quieren. Y que si las canciones fueran valoradas por su calidad, o porque sean pegadizas, recibirían la misma cantidad de votos. Como no es así, la conclusión de los investigadores es que debe de haber razones más profundas que las puramente musicales.
El estudio ha analizado los votos del periodo comprendido entre 1992 y 2003, y ha identificado diversos grados de amistad. Grecia y Chipre forman el primero y más estable de los grupos, y son los que más a menudo coinciden en los votos. El segundo es el formado por Dinamarca y Suecia, a quienes a menudo se unen Islandia, Noruega, Finlandia y Estonia. Los investigadores señalan tres hechos que les confunden: la falta de sintonía musical entre Chipre y Turquía, que Estonia vote con los países nórdicos y que España no lo haga con Francia y Portugal.
España es, de hecho y junto con la propia Francia, el país más euroescéptico del concurso. Sus patrones de voto no se corresponden con los de ningún otro país, ni con la media general. Una actuación que choca tanto como la del Reino Unido, que, por el contrario, parece mostrar tal falta de personalidad que sus elecciones siempre están en línea con la media.
¿Se puede concluir que los países votan según un patrón definido, como si tuvieran personalidad propia? “Bajo lo que se denomina el gusto nacional está la idea de que un país puede tener, de manera colectiva, preferencias razonables y bien definidas, igual que un individuo”, concluyen los investigadores. Ahora, prometen seguir muy pendientes de los futuros concursos.