Parrillada mixta Wyoming y Alfredo
Después de comprobar que las ofensas al público no resultan gratuitas, los responsables de RTVE se han quitado de en medio a Wyoming y lo han puesto donde menos molesta, en el cuarto de la plancha. Todavía habrá quien se asome mañana, de madrugada, a «La azotea» del presunto cómico para ver cómo agoniza con ese discurso -rabioso y sectario- que ha llevado a la emisora de Prado del Rey a registrar mínimos de audiencia históricos y, lo que es peor, deshonra sin barcos, a tocar fondo en las asignaturas de ética y liderazgo moral, en las que, precisamente, el equipo de la profesora Caffarel quería apuntarse sendas matrículas de honor.
No es «La azotea de Wyoming», ni mucho menos, el primer espacio que una cadena decide desprogramar este curso por sus pobres resultados de audiencia. De forma más o menos discreta, cada dos o tres semanas desaparece de las parrillas televisivas algún producto de entretenimiento y sólo su reducido y marginal grupo de seguidores lamenta su pérdida. Simple mecanismo de selección natural en un medio en el que, por pura aritmética, no caben todos. Cierto es que los catastróficos resultados del chiringuito regentado por José Miguel Monzón -premio Ondas, gloria bendita- ni siquiera son frecuentes en una emisora en la que prima el amiguismo y la revancha sobre cualquier criterio empresarial, pero la notoriedad alcanzada por su progresivo y muy celebrado batacazo televisivo está vinculada a la demonización de un modelo televisivo del que Wyoming se ha convertido, sobra decir que por méritos propios, en enseña y bandera. Como Alfredo Urdaci, pero de izquierdas de toda la vida. Al ex director de los Informativos de TVE se lo llevó por delante una jornada electoral y al cómico madrileño, un simple muestreo de Sofres.
Además de las diferentes fórmulas utilizadas para provocar la demolición descontrolada de tan señeros profesionales de la propaganda televisiva, su derribo se ha producido a distinta velocidad: los telediarios de Urdaci fueron tolerados durante cuatro años, mientras que «La azotea» de Wyoming no ha aguantado en pie ni siquiera un trimestre. Da la impresión de que la manipulación clásica -programada desde los telediarios y bien señalizada- se tolera y esquiva mejor que la camuflada en espacios de entretenimiento. Difícil papeleta para TVE y sus padrinos, porque todavía quedan tres años para las elecciones y el género de los chistes de progreso no termina de hacer gracia.