Internacional

Un reality show evade a los iraquíes del terror

Vestido con un correcto traje gris, un reportero se coloca las gafas al tiempo que anuncia que ha habido una explosión en Irak: “El microondas ha explotado en la cara de Soha mientras esta mujer preparaba una pizza”. Son palabras de Fadhel, un joven de 24 años, aspirante a presentador de televisión en el exitoso reality show iraquí “Saya Wa Surmaya” o “Fame and Fortune”. Este programa presenta al telespectador la otra cara de la vida en Irak, sin secuestros, sin asesinatos, sin explosiones: Hombres y mujeres compiten en este programa por un contrato en la televisión Al Sharqiya, que emite el reality show. “Hay muy poca ayuda a los jóvenes estos días. Pensamos que nosotros podíamos descubrir a los que tienen más talento”, explica Mustafa Kadhem, director de programación de la cadena iraquí, informa Associated Press.

Los primeros realities en el mundo árabe Los reality llegaron al mundo árabe en 2003 con programas muy similares a “Operación Triunfo”, muy criticados por los sectores más conservadores, que consideraban a hombres y mujeres bailando y cantando bajo el mismo techo como un sacrilegio, pero con un fuerte respaldo por parte de la audiencia. Al Shaqiya introdujo su primer reality de Irak en 2004, con “Contrato de Construcción”, que giraba en torno a la reconstrucción de las casas destruidas durante la invasión estadounidense en 2003. “Fama y Fortuna” arrancó este año con una temática diferente cada dos o tres meses. En una de las ediciones, el premio fue un préstamo libre de intereses para que el ganador pudiera levantar un pequeño comercio. En su última edición, los participantes son jóvenes duchos en artes visuales que tienen que llevar a cabo diferentes tareas artísticas que luego evalúan expertos profesionales. Se hicieron castings a 70 personas, de los cuales se eligieron 8 (cuatro hombres y cuatro mujeres de 17 a 30 años). Cambios en el formato para evitar polémicas El público decide con sus votos quién se va y quién permanece en el concurso. El ganador se llevará 3.000 dólares y será contratado por la televisión, que ha introducido ciertas modificaciones en el formato para no enojar a los sectores islámicos más radicales. Así, aunque los jóvenes comen y cenan juntos, relacionándose entre ellos sin problemas, vuelven a casa por la noche, para evitar que los más ortodoxos lo vieran como una ofensa a las tradiciones de Irak. Además de mandar a los concursantes a dormir a sus casas, para evitar las críticas de los conservadores, cuando un concursante es eliminado, no hay besos o abrazos de despedida, sino que las mujeres se dan sólo un apretón de manos con los hombres y se dicen un simple “Lo siento” o “Enhorabuena”. Aún así, los signos de Occidente son inevitables en el programa como la decoración de Ikea o promociones del programa con la canción de Frank Sinatra “My way” de fondo. Por sencillo que parezca, los productores del programa aseguran que es realmente complicado grabar un programa de estas características en Irak. El 80% del material se graba en interiores y las pocas escenas de exteriores que emite el programa se llevan a cabo en barrios de clase trabajadora, muy seguros. Aún así, los concursantes toman sus precauciones. Ashoha Sadeq, una joven de 24 años, dice que no se maquilla hasta que llega al plató para evitar tener problemas en la calle. “Es mejor no llamar la atención”, asegura. Por su parte, Fadhel, el concursante anteriormente mencionado, cuya mujer está embarazada de ocho meses, dice que ha sobrevivido a cuatro explosiones durante el trayecto diario que realiza para llegar a la cadena de televisión, ubicada en el centro de Bagdad. Pero el miedo no puede con Fadhel. “Tengo que practicar mi arte”, dice el joven que tiene como ídolos a Stanley Kubrick y Oliver Stone. “Sólo hay dos cosas que pueden matarme –un terrorista con una bomba y no poder practicar mi arte”.

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