'Sin gluten', una receta en busca de sabor propio sin romper moldes y priorizando la reflexión a la carcajada gratuita
La serie Sin gluten se estrena este miércoles 8 de octubre en La 1 de RTVE y, apenas dos días después, llegará a Amazon Prime Video. Este entretenido viaje lleva el sello de Araceli Álvarez de Sotomayor, que completa su actual triplete televisivo al estar también al frente de Nails (en SkyShowtime) y de Animal (en Netflix). En verTele hemos podido ver los dos primeros capítulos que conforman la temporada, por lo que este análisis se centra en el arranque de la comedia y no en su desarrollo completo.
Hecha la presentación, Sin gluten es una serie correcta. Su producción de calidad destaca por un guion ágil que aborda diferentes tópicos que todavía forman parte de una sociedad que lucha por erradicarlos. En este sentido, la serie muestra en su arranque una línea parecida a la que ha seguido el cine español reciente con títulos como Menudas piezas o Al otro barrio, eso sí, con la capacidad de profundizar mucho más en cada una de las cuestiones tratadas.
La producción de Onza en asociación con RTVE y Amazon Prime Video es una comedia con trasfondo. Mientras sus protagonistas viven distintas vicisitudes que arrancan alguna que otra carcajada, la serie presenta distintas injusticias todavía muy presentes en nuestro día a día: discriminación por cuestiones de procedencia o clasismo, e incluso por la falta de empatía ante el sufrimiento ajeno. A juzgar por las primeras dos entregas, todas ellas se irán desmontando, pretendiendo dar ejemplo para construir una sociedad mejor.
Un núcleo sólido de intérpretes para una comedia con mensaje
Como no podía ser de otro modo, los intérpretes responden con oficio y dan credibilidad a sus personajes. Diego Martín, Antonio Resines, Alicia Rubio, Adam Jezierski, Teresa Cuesta e Iñaki Ardanaz forman el núcleo sólido que sostiene Sin gluten. Cada uno a su manera, simbolizan las dificultades de encajar en un mundo cada vez más complejo. Precisamente, la comedia surge en ese aprendizaje colectivo: más allá de aceptar la diversidad que les rodea, deben entender que las segundas oportunidades son parte inevitable de la vida.
Junto a ellos aparece una nueva generación de actores que aporta frescura y energía, alineados con un tono ya explorado en otras series como la nueva versión de Física o Química. Los más jóvenes son Tadeo Masó, Paula Muriana, Lucas Miramón, Daniel Triana o Najwa Khliwa, fundamentales tanto para entender la reconstrucción vital del protagonista de Sin gluten como para que el espectador reflexione sobre nuestra sociedad de hoy en día.
Dos escenas que resultan familiares como punto de partida
Los amantes de la comedia televisiva patria van a encontrarse con dos situaciones ya exploradas, aunque con otros personajes completamente distintos. El protagonista de esta historia es un cocinero estrella venido a menos por sus excesos con el alcohol, una trama que recuerda inevitablemente al episódico Nicolás Monzón, interpretado por Pablo Carbonell, en la temporada 10 de La que se avecina. Poco después, una mudanza improvisada evocará a Roberto Alonso, a quien dio vida Daniel Guzmán, en Aquí no hay quien viva.
Estas similitudes sirven para subrayar el recorrido televisivo de su creadora, Araceli Álvarez de Sotomayor, curtida en Contubernio Films y con evidente querencia por esas dinámicas en comedia que tan buen rendimiento han cosechado en nuestra televisión. De hecho, es necesario recordar que la propia RTVE utilizó el sello de la profesional, recordando su participación en Machos Alfa como cocreadora y sus labores como guionista en La que se avecina, para promocionar la apuesta por esta ficción.
Arranque en busca de sabor propio
Tras dos episodios, Sin gluten se presenta como una comedia ligera que cumple con su cometido: entretener. No reinventa el género, no rompe moldes, pero sí ofrece interpretaciones muy solventes de su elenco y también un retrato actual que conecta con el debate social de nuestros días.
Tampoco pretende desatar carcajadas constantes en la audiencia, pero sí despliega un humor ácido que da coherencia a la historia. Habrá que ver cómo avanzan las tramas en el resto de capítulos para degustar ese sabor propio que la ficción pretende ofrecer al espectador.
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