'El Comecocos', ¿circo romano o circo a secas?
Cuatro presentó ayer, oficialmente, 'El Comecocos', su nueva apuesta para la franja vespertina; un original formato (si nos limitamos a la forma, y obviamos el contenido) conducido por una pizpireta Ruth Jiménez y que busca a los mejores oradores de España. Para llegar a encumbrarse como el “nuevo Azaña” de los discursos, deberán batirse en un duelo oral, demostrando su labia y su capacidad de vender arena en el desierto mediante diversas pruebas y frente a un jurado formado por una versión encorbatada de Mercedes Milá y un diputado del Parlament, Albert Rivera. Hasta ahí, un intento loable por hacer una televisión distinta y profesional.
El cásting final, una prueba de la que se avecinaba
Sin embargo, sólo viendo las pruebas de selección que nos sirvió Cuatro como aperitivo el pasado viernes, una no puede evitar tener la sensación de que los primeros que quieren vendernos la moto son ellos. Entiendo que es necesario, para hacer televisión, someter a los concursantes a determinadas situaciones y comprobar si están hechos de pasta televisiva. Lo que no entiendo es que se les pidan 60 segundos de discurso para “emocionar” al jurado y que no sean capaces de llegar más allá de un ejercicio lastimero. La consigna es “convencer”, pero ellos sólo oyeron “conmover”.
Lo que me pareció aún más lamentable es que el programa ambientara estos momentos dramáticos con una musiquilla triste de fondo, como vimos en el cásting, o que incluso las utilice descaradamente para ensalzar a sus concursantes, como la “valiente” Cristina que confesó su experiencia con el maltrato para después contarnos ayer la triste historia de su abuelita que casi muere en Nochevieja. ¿Qué nos estáis intentando vender, un concurso de oratoria o el Diario de Mercedes Milá? Exceptuando a un concursante que debió buscar “emocionar” en el diccionario de la RAE, nadie parecía entender que no sólo se trata de llorar o intentar dar pena.
Original en la forma, no en el contenido
El jurado de 'El Comecocos' se jacta de valorar la autenticidad. Sin embargo, ayer, brilló por su ausencia. Y no sólo en su estreno: también en el proceso de selección. Hubo participaciones que directamente atentaban contra la propiedad intelectual, como cuando una de las candidatas debía improvisar partiendo del famoso ¿Por qué? de Mourinho y ella, ni corta ni perezosa, perpetró una mala imitación del famoso vídeo del portugués y los sugus de piña que rula por youtube. Afortunadamente, sea por justicia divina, o por lo que sea, no pasó a la final.
¿Y ayer? Más de lo mismo. Por lo que pude comprobar, no se trata de valorar que el discurso esté bien argumentado o sea coherente. Se premia, más bien, la capacidad de parlotear sin parar, de llenar 60 segundos con palabras, aunque éstas carezcan de sentido. En la prueba de improvisación “Ponte en su lugar”, los candidatos debían meterse en la piel de los candidatos a la Presidencia analizando los resultados electorales. Ningún esfuerzo: se limitaron a repetir los mismos discursos que ellos. Y al que le daba por improvisar de verdad, hablaba sin saber lo que decía y demostrando no haberse leído un periódico, al menos en los últimos meses.
Risto apadrina a su mujer
En la segunda prueba “Ángel o Demonio”, los concursantes se enfrentan por parejas en el clásico a favor/en contra de cualquier ejercicio de debate que se precie de serlo. Lo raro fue que la sección la inaugurara Risto Mejide. Menudo papelón poner a caer de un burro al señor Evaristo delante de su señora. ¿No había más personajes? ¿Jugando con el morbo, one more time? Llamadme mal pensada, pero...
Como planteamiento, hay que reconocer que la idea es buena. El problema es que, al llevarlo a la práctica, la magia se desdibuja. En lugar de un “circo romano moderno” yo veía un circo, sin más. Con esas 600 personas jaleando y su absurda coreografía; con esas concursantes que bucean en lo más profundo de su psique para sacar a la luz las historias más traumáticas y así convencer a un jurado que no tiene más remedio que ser políticamente correcto (y que, además, es perfectamente consciente de cómo venden estas historias); con una Mercedes Milá haciendo de ella misma: riñendo a un concursante, cual alumno de primaria, por masticar chicle o censurando a aquellos que no piensan como ella.
Malos datos para el estreno
¿Es la mano negra de La Fábrica de la Tele -responsable del programa, amén de 'Sálvame' y 'La Noria'- la que convierte una buena idea en un despropósito? Despropósito, sí. Y me avalan los datos: apenas 360.000 espectadores (3,2% de cuota) para su gran estreno, como anuncia hoy vertele! Ayer Albert Rivera demostró ser consciente de que por la línea del morbo no les van a tomar en serio e intentó persuadir a sus concursantes de que ofrecieran “algo más de si mismos”. Si consiguen corregir esta tendencia, puede que acabe siendo algo bueno. Eso si consiguen el beneplácito de la audiencia, claro.
Sobre este blog