Karmele Deluxe, Princesas de Barrio y otros realities del montón
Este fin de semana lo que me resignaré a llamar telerrealidad, aunque con serias dudas sobre su verdadera naturaleza y su intención, nos ha dejado dos nuevas perlas, a cuál más bizarra: La Caja Deluxe, y Princesas de Barrio.
Por partes: El viernes y en prime time, después de muchos días cebando el asunto y pretendiendo darle una dimensión psicológica al marujeo de toda la vida, a esa conversación de escalera y boatiné, dio comienzo una nueva mutación genético-televisiva de La Fábrica, que ahora ha pensado que añadiendo la etiqueta Deluxe, se le pueden insuflar aires nuevos a algo que en su momento no cuajó.
“Un salvajismo con tintes delictivos”
La Caja Deluxe es el escenario perfecto para que los colaboradores de Sálvame expongan sus miserias y nos muestren que debajo de su piel de tertuliano se esconde un ser humano de carne y alma. En cierto modo, cumplieron parte de su misión: después de conocer la infancia de Karmele entendemos algo mejor el por qué de ese carácter tan rocambolesco. Pero lo que se nos vendió no fue eso. Fue un episodio más del circo Sálvame. Grescas, insultos, y después, la catarsis. Hasta que vuelvan a tirarse del moño y dedicarse apelativos tan tiernos como borracha o nazi. Pero hasta Pablo de Tarso necesitó tres días de ayuno y ascetismo para convertirse en San Pablo y dejar de degollar cristianos. Y aunque pretendieron hacernos creer que el hacha estaba enterrada, que Karmele podría curarse de su fobia al plató de Sálvame –donde, y cito textualmente, se practica “un salvajismo con tintes delicitivos”, según Bibiana-, la voz de Kiko Matamoros, casi espectral, como un Poltergeist, ya se me había manifestado hacia el minuto 4:00 de La Caja de Karmele para confirmar mis sospechas. Juzgad vosotros mismos (se necesitan cascos y aguzar bien el oído). Ver el video.
Además de ésta, se oyeron otras lindeces como la de Lecquio, que le propinó la mayor patada a la profesión periodística que he presenciado en mi vida, afirmando que periodistas y personajes “están en el mismo bombo”, dando a entender que para trabajar en televisión da igual si has estado cinco años en la facultad de Periodismo o te dedicabas a ser la road manager de estilismo de Rocío Jurado.
Bibiana Fernández aportó su idea de la política, comparando el desgaste que producen cuatro años de mandato en La Moncloa con el que ha sufrido Karmele, tras sus largos años peleando de plató en plató. Se habló del Pacto de No Agresión firmado por los personajes/periodistas de Sálvame con la misma trascendencia que se habla en un periódico del Pacto de Toledo. Por lo visto, todo es lo mismo.
Princesas de barrio: “¿un buen casting o una exageración?”
Y allí estaba también Belén, sin mucho que aportar a la causa. Ella, la mujer que se ha convertido en referente para las Princesas de Barrio, que se estrenó el domingo en La Sexta llegando a tener más de un millón de espectadores. Aunque el formato es un calco de Mujeres Ricas, estaba más guionizado si cabe. Si en MR asistimos a un espectáculo de derroche y glamour, con las mujeres chonis no eché a faltar ningún tópico: Camela, chicas que trabajan en fábricas, que se hacen llamar La Jessy, que se ponen aros en las orejas del diámetro del Cosmos y que no salen del Bershka. ¿Un buen cásting o una exageración? Recuerda peligrosamente a las técnicas de España Directo, ese querer convertir la recreación en realidad pura y dura, y cruda, cuando en realidad hay un trabajo previo de esa realidad.
Mi catarsis: la sombra del guión es alargada y está ensombreciendo ese género que nació con Gran Hermano y que ya hace tiempo que perdió la gracia y la frescura.
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