Leticia Dolera se preocupa por los jóvenes en 'Pubertat': “'Adolescencia' es áspera y esta serie muestra esperanza”

Leticia Dolera, en un evento de HBO Max

Pedro Zárate

Leticia Dolera está de actualidad. La actriz, guionista y directora acaba de estrenar Pubertat, la segunda serie de televisión que lleva su firma. La primera, Vida perfecta, hablaba en clave de humor sobre la maternidad, el sexo y las crisis existenciales de la treintena. Ahora, en la segunda, reflexiona sobre el impacto que tiene para una pequeña comunidad la agresión sexual cometida por unos adolescentes a su mejor amiga.

“Me interesaba llegar a la humanidad de todos los personajes y no deshumanizar a los chavales acusados de agresión. No quería caer en dibujar una víctima perfecta y unos agresores horribles y malignos, porque la realidad luego no es esa”, cuenta la barcelonesa a verTele. Pubertat, que llegó este miércoles 24 de septiembre a HBO Max —más adelante lo hará a 3Cat, la televisión pública catalana— nace de las inquietudes de su creadora, entre las que se incluye la carencia de una educación sexual adecuada en nuestro país, algo que ella insta a revertir porque “la sexualidad nos atraviesa desde la infancia”.

La casualidad ha querido que Pubertat, que empezó a gestarse hace casi un lustro, haya visto la luz solo unos meses después de Adolescencia. “Es fortísimo. Me impresionó”, dice Dolera sobre esta coincidencia, que rápidamente deja a un lado para marcar diferencias entre su serie y el fenómeno británico de Netflix: “Adolescencia es mucho más áspera y Pubertat tiene una voluntad de mostrar vías de esperanza”. Aun así, reconoce que ambas comparten “una preocupación social para con la educación de los adolescentes” y que las dos forman parte de un mismo terreno, el de la ficción, que funciona como “una ventana al mundo que nos abre la mente y nos hace comprender al otro”.

HBO Max lanza el tráiler y fija el estreno de 'Pubertat', la nueva serie creada y protagonizada por Leticia Dolera

¿Qué te interesaba contar en esta serie y qué te aportaban los adolescentes que no te daban, por ejemplo, los adultos a la hora de ponerlos en el centro de la historia?

Pubertat es una serie con muchas capas. Es un drama familiar que arranca con una denuncia de agresión sexual en redes sociales por parte de una menor de edad. Eso pone en jaque a toda la comunidad adulta, a las familias de los menores acusados en el vídeo de redes sociales, pero también a toda la comunidad de la que forman parte. Les confronta con su propia relación con su sexualidad, con su relación con sus hijos, con un montón de cosas, de tabúes y de heridas que ellos mismos también arrastran y que, en cierto modo, están transmitiendo a sus hijos.

¿La serie parte de una carencia que tenemos como sociedad, que es la educación sexual?

Es una de las patas de la mesa, una pata importante. La educación sexual está muy ausente en los colegios porque no conseguimos llegar a un consenso como sociedad de unos mínimos. Unos mínimos que dieran a los chavales y chavalas herramientas. Siento que últimamente se habla mucho de sexualidad, pero se habla desde el tabú o desde una visión más capitalista de 'empodérate vendiendo tu sexo'. Sin embargo, no se habla en términos de vulnerabilidad, de autoconocimiento, de comunicación con otro.

Creo que la sexualidad nos atraviesa desde la infancia y creo que está bien, incluso para la prevención de abusos sexuales, que haya una educación sexual adecuada a cada edad. Pero la serie no se centra solamente en ese aspecto, sino que muestra que esa mesa, siguiendo con la metáfora de las patas, tiene otras patas. Por ejemplo, en las familias no se habla de la herencia psicológica, de lo que se transmite entre generaciones.

No quería caer en dibujar una víctima perfecta y unos agresores horribles y malignos, porque la realidad luego no es esa

Leticia Dolera

En 'Pubertat' también se tratan temas como la masculinidad y la homofobia. ¿Hasta qué punto era importante para ti construir a los personajes a partir de su propio contexto? Me refiero a las víctimas y a los agresores, pero también a las familias de las dos partes.

A mí me interesaba llegar a la humanidad de todos los personajes y no deshumanizar a los chavales acusados de agresión. No quería caer en dibujar una víctima perfecta y unos agresores horribles y malignos, porque la realidad luego no es esa. En la realidad, las personas que cometen una agresión sexual son nuestros amigos, nuestros primos, nuestros hijos, nuestros padres... Entonces, ¿qué pasa cuando no es la víctima la que forma parte de tu entorno, sino que es el agresor? Esto también pasa en los delitos de agresión sexual. La principal afectada es la víctima, de eso que no quepa ninguna duda, pero son delitos y cuestiones que luego afectan a toda una comunidad, a una familia y demás.

Por eso muchas veces cuesta denunciar, por el miedo a las consecuencias que puedas generar de romper una familia, de romper amistades. Y por eso me interesaba humanizar a todos los personajes, pero también colocarlos en un lugar incómodo. Lo cómodo es decir 'tú eres el malo y tú eres la buena', y ya está. ¿Pero qué pasa cuando hay grises y cuando hay humanidad en todas partes? Este es otro tema, el de los grises, que también quería explorar con la serie. Contar cómo el tema de las relaciones, la sexualidad y el poder está lleno de grises. Y muchas veces hay agresiones de muchos tipos: están las que son más obvias y más claras, las que cuesta identificar pese a ser agresiones, y las situaciones donde no ha habido una agresión, pero sí una falta de empatía y de comunicación que, si bien no han sido una agresión, sí que han generado un malestar y tiene algo de lo que está bien hablar.

De hecho, hablando de los grises, leía una entrevista tuya de hace cuatro años en la que decías que tú misma estabas aprendiendo a ver los grises, a que ya no todo es blanco o negro. Entiendo que la serie forma parte de ese proceso que tú misma has realizado.

A ver, literalmente no dije que estaba aprendiendo a ver los grises porque los llevo explorando desde Vida perfecta, pero digamos que en aquella etapa yo ya estaba trabajando en Pubertat. Entonces, cuando hablaba de los grises, hablaba con todo el peso que ya llevaba preparando la serie. Yo me documenté mucho y hablé mucho con psicólogas que han trabajado con víctimas, pero también con agresores. Eso me abrió mucho la mirada. Además, me di cuenta de esa necesidad de reparación que hay a veces, de ver que los conflictos y los delitos se pueden resolver de muchas formas, siendo la reparación y la justicia restaurativa una de ellas. No todo pasa por simplemente castigar al delincuente, sino también por ver qué necesita la víctima.

Que se estrenen dos series así demuestra que existe una preocupación social para con la educación de los adolescentes

Leticia Dolera Sobre 'Adolescencia' y 'Pubertat'

Llevabas varios años trabajando en la serie y de repente explota el fenómeno 'Adolescencia'...

Ya, ya, ya, fortísimo.

Siendo series diferentes, ambas comparten preocupaciones comunes sobre los adolescentes. ¿Cómo reaccionaste tú al estreno?

Primero me impresionó. Dije, '¿qué?' Y encima se llama Adolescencia, así, también con una palabra. Pubertat llevaba mucho tiempo anunciada ya, pero que se estrenen dos series así demuestra que existe una preocupación social no solo en España, sino en el resto de Europa, para con la educación de los adolescentes sobre el espejo que les estamos poniendo delante y sobre el espejo que nos están poniendo ellos delante. Pero más allá de esto, Adolescencia es mucho más áspera y Pubertat tiene una voluntad de mostrar vías de esperanza.

Que sirva un poco como aprendizaje, ¿no? Al final, todos los personajes aprenden algo sobre lo que han vivido.

Sí, sí, todos los implicados aprenden. Y la serie muestra cómo lo podemos hacer bien como colectivo. Para mí era importante poner en valor la colectividad, el poder de la comunidad, de lo colectivo. Y por eso también los castells, que hoy en día, en tiempos de individualismo y de pantallas, me parecen algo prácticamente revolucionario. Son un lugar de colectividad y presencialidad, pues un castell no lo puedes hacer por videollamada. Cuando me puse a trabajar en Pubertat tenía claro que quería el contexto de la cultura popular para mostrar esa tensión entre tradición y progreso. O sea, las miradas más tradicionales, que serían las que vienen de la cultura popular, pero que también integran esa mirada progresista de la sociedad, porque los contextos de la cultura popular no viven alejados del mundo. Me interesaba ver esa coexistencia entre esas dos miradas: la conservadora y tradicional, y la más progresista; y cómo al final se trata de que convivan.

Esto no va de tensionar la cuerda y atrincherarnos cada uno en nuestra ideología y no ver que existen grises y lugares de consenso. Y creo que la ficción, además, es el lugar que te permite mostrar todas esas aristas y esas contradicciones, esas luces y sombras que son tuyas pero también son del otro. Es decir, que la ficción te permite ponerte en el lugar del otro y ver que, aunque sea distinto a ti, a lo mejor no siente algo tan distinto a ti.

Manu, Pol y Steven, tres de los protagonistas de 'Pubertat'

'Adolescencia' se ha proyectado en institutos y 'Pubertat' también podría hacerlo. Teniendo esto en cuenta, ¿qué poder le atribuyes tú a la ficción, ahora que vivimos en un mundo tan audiovisual, para poder concienciar al público sobre los problemas de la sociedad?

La ficción tiene un poder de motor social y de transformación social. También toda la cultura, la música, la literatura, el teatro, el cine, la tele... Las ficciones son ventanas al mundo que nos abren la mente y que, además, como nos ponen en viajes emocionales, nos hacen comprender al otro. Te ayudan a no ver al otro como un conjunto de ideas, sino a ver al otro como un ser humano igual que tú. Eso es lo maravilloso de la ficción, que al final tú vas con el protagonista, sea bueno o sea malo. Por eso también el cambio de punto de vista en la serie, para que te pusieras en la piel de todos.

Una cosa que habla muy bien de 'Pubertat' es su financiación. Para sacarla adelante se han juntado una televisión pública (la catalana 3Cat) y una plataforma que asociamos con el lado más capitalista de la industria (HBO Max). Es decir, que hablamos de dos polos opuestos apostando por una serie como esta.

Así es. El proyecto se ha levantado desde lo público, pero en coordinación con lo privado porque, de no haber sido así, no habríamos podido levantarlo. Pero, al final, aunque HBO sea una multinacional, ahí trabajan personas y en su departamento de adquisiciones tienen a gente sensible con amor por la cultura.

Las ficciones son ventanas al mundo que nos abren la mente y que nos hacen comprender al otro

Leticia Dolera

Justo hace diez años estabas estrenando tu ópera prima, 'Requisitos para ser una persona normal'...

Ya, qué fuerte. Cómo pasa el tiempo.

Desde entonces no has vuelto a dirigir ninguna película, pero sí has sacado adelante dos series. No sé si esta inclinación por el formato serializado se debe a un tema de financiación, de tiempo para desarrollar la historia que quieres contar...

Al final cada historia pide su formato. Cuando empecé a pensar en Pubertat, como venía de hacer dos temporadas de Vida Perfecta, pensé '¿ostras, ¿otra serie? Voy a intentar que sea una peli'. Pero cuando tuve que escoger un único foco vi que no, que esta historia debía ser una serie porque tenía que contar todas las familias y los puntos de vista, así que necesitaba varios capítulos para poder contar todo lo que quería.

Hay productores que lo ven diferente, pero yo no creo que tengas que escoger el formato y adaptar tu historia a él, sino que tiene que ver con qué formato te pide la historia. Ojalá hubiera sido una peli, pero no lo fue [ríe]. Digo 'ojalá' porque escribir y dirigir una peli es menos extenso. Es muy difícil también, pero escribir y dirigir una serie es mucho más complejo. El desarrollo te toma mucho más tiempo. Entonces, bueno, ha sido como casualidad.

¿Todo se reduce a que encajen las piezas? ¿Tú partes de una idea, y luego esa idea te lleva para un lado u otro?

Totalmente. Es ver qué te pide la historia que te late.

¿Lo bueno de la era del streaming es que las series, y también un poco las películas, pueden tener viajes y recorridos que resultaban inimaginables cuando solo se emitían en abierto?

De hecho, hace poco estuve en el pase en un instituto de Requisitos porque la usan mucho en programas educativos. Estuve ahí charlando con los chavales y tal, así que nunca sabes qué vida va a tener una ficción, porque permanecen.

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