'Better call Saul' 1x05 Review: El defensor de la tercera edad

Por Silvia MartínezSilvia Martínez

Como todos los martes, por fin tenemos un nuevo capítulo de 'Better Call Saul' en el que cada vez conocemos un poquito más de la vida que el abogado de Heisenberg llevaba antes de llegar a ser tal.

En el capítulo de la semana pasada pudimos ver cómo Jimmy McGill se hacía con un buen pellizco de dinero que le permitiría invertir un poco en su negocio y hacerse una publicidad más allá de sus cajas de cerillas. Aunque con métodos poco ortodoxos, lo cierto es que la cosa pareció haberle funcionado porque apareció en todos los medios de comunicación.

Tanto es así que hasta su hermano el ‘electrosensible’ corrió como alma que lleva el diablo hacia la calle para poder hacerse con uno de los periódicos que le contara la historia que Jimmy le quiso ocultar.

Y ahora, ¿qué?

Nuevos negocios a la vista

Si algo bueno tiene salir por televisión, es que te transforma en alguien conocido. Hablen mal o hablen bien de ti, lo importante es que están hablando y la gente está empezando a saber quién eres. Eso es exactamente lo que le ocurre a James McGill, quien ahora no para de recibir todo tipo de llamadas que requieren sus servicios.

Ahora bien, aunque no es exactamente el abogado de los criminales como creían los Kettleman, lo que sí es cierto es que los futuribles clientes de McGill son de lo más variopintos. Demasiado variopintos para su gusto, me atrevería a decir: un hombre que quiere hacer de su casa con pequeño terreno lo mismo que Artur Mas con Cataluña y hasta se ha creado su propio billete, otro que crea diálogos de tono sexual para incluirlos en su inodoro y animar a sus hijos a que se conciencien de la existencia de la tapa del váter…En fin, los clientes que todo abogado desearía tener. Menos mal que una adorable anciana con una herencia digna de un todo a cien, le hace ver un poco de luz en el túnel y, al menos en lo que respecta a su testamento, la cosa está yendo dentro de los límites de la normalidad.

Dicho esto y gracias a Kim – la abogada rubia –, Saul ve en el asunto de la abogacía para la tercera edad una posible vía para prosperar en su profesión. Menos mal, Goodman, ¡menos mal!

Alergia a la electricidad

‘¡Es alérgico a la electricidad!’ Esto es lo que le dice Saul Goodman a la doctora que habla con él cuando va a ver a su hermano Chuck al hospital y este ni siquiera puede responderle. Y es que, el abogado de HHM sufrió una crisis ‘de lo suyo’ cuando la policía intentó entrar en su casa a raíz de que robara el periódico de la vecina. Todo el drama, sí.

El caso es que al trasladarlo al hospital, totalmente expuesto a todo tipo de aparatos eléctricos, Chuck no da señales de recuperarse hasta que SúperSaul llega a su rescate apagándole todo aparato que pudiera molestarle. La doctora, alucinando un poco por ver todo el lío que se ha armado, hace como que está escuchando la historieta de Chuck McGill sobre su enfermedad y, en un descuido de éste, enchufa la cama del hospital para demostrarle a Saul que, lo que le pasa a su hermano nada tiene que ver con lo físico.

Aunque en un primer momento Jimmy se niega en rotundo a internar a su hermano en un psiquiátrico, ver cómo Howard Hamlin opina exactamente igual que él, le hace cambiar un poco de opinión: a Howard no le conviene en absoluto que Chuck esté internado, pues entonces Saul sería su tutor legal y, como todos sabemos, le sacaría del bufete más pronto que canta un gallo.

Así que de momento, Jimmy se lleva a Chuck a casa e intenta darle explicaciones de por qué hizo lo que hizo con la ya archiconocida valla publicitaria en azul hamlindigo.

Hasta en la...¿gelatina?

Si algo tiene claro Saul ahora mismo es que su carrera va a empezar a centrarse en la tercera edad. ¿Que luego no le va bien? Oye, pues ya se verá. Pero de momento invierte, otra vez, en hacerse un traje y esta vez no copia a Howard…copia a Ben Matlock, el abogado de la serie de los 80 del mismo nombre. O lo que es lo mismo, un personaje que probablemente fuera la sensación de la época de los ancianos a los que pretende conquistar. ¡Tú sí que sabes!

Un buen trajecito y un mensaje pegadizo en el fondo de las gelatinas – ‘Need a will? Call James McGill!’ o lo que es lo mismo pero sin la gracia de la versión original ‘¿Necesita un testamento? Llame a James McGill’ – son los ingredientes perfectos para que Goodman se pasee como Pedro por su casa por una residencia de ancianos haciendo gala de su ya conocida labia.

Después de su paseo, volvemos a ver la garita de Mike Ehrmantraut, por si la echábamos de menos, para conocer un poco más de su vida íntima: va a desayunar a un bar que puede resultarnos familiar, visita casi en secreto a la que parece ser su hija con la que no intercambia una palabra, coge el bate de béisbol para abrir la puerta de su casa, recibe una visita de unos policías que han debido de venir de muy lejos para verle…

Lo normal. Lo que hace todo vigilante de parking al volver a su casa, ¿no?

¡Por Dios! ¡No podéis hacer este tipo de cliffhangers! ¿Soy la única que está deseando saber más de la vida de Mike? ¿Qué quieren decir los policías? ¿Cuándo van a hacerse coleguitas más allá de los stickers Saul y él? Espero que el martes el capítulo se centre por fin en Ehrmantraut o se nos va a comer la curiosidad.

'Better call Saul' 1x05 Review: El defensor de la tercera edad 360

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