'El Príncipe' 2x09 Review: el “Niño” llega a Ceuta con ganas de reírse el último
Por Betty M. MartínezBetty M. Martínez
Desde que se anunció el fichaje de Jesús Castro para la segunda temporada de ‘El Príncipe’, todos esperábamos el ansiado momento de su aparición. Ha sido finalmente en el noveno capítulo cuando hemos conseguido ver al joven actor gaditano compartiendo plano con Rubén Cortada y Álex González.
¡¡CUIDADO SPOILERS!!
La verdad es que en este capítulo podríamos hablar de una toma de contacto porque no ha dado demasiado de sí. Ya tenemos claro el árbol genealógico de Paco Ben Barek, pero parece que es un familiar cercano muy lejano. Me explico. Faruq no se fía de él por algo del pasado, que debe ser especialmente delicado porque han sido necesarios tres encuentros entre los primos para que el recién llegado consiguiese un empleo. Lavacoches.
Faruq no debería confiarse. Recuerdo a cierto jovenzuelo que también empezó poniendo cera y quitando cera y acabó llevándose un trofeo, a la chica y dejando a sus enemigos en muy mal lugar.
Morey, solo ante el peligro
Y del último en llegar al primero que llegó a ‘El Príncipe’. Si Morey consigue salir vivo de Ceuta, lo va a hacer definitivamente con complejo de superhéroe. Será uno de los mejores agentes del CNI, pero en los cursillos de espía a alguien se le olvidó explicarle la diferencia entre defender la paz en el mundo (o el honor patrio, en este caso) y suicidarse profesionalmente. Morey, uno no puede presentarse en Moncloa a echarle la culpa de los males del país a los franceses sin pruebas por muy verdad que sea. Hay algo que se llama diplomacia, pero debió ser la única asignatura que suspendió.
La que sí aprobó fue la de leer entre líneas. Que le mandan una foto de Bastian recién asesinado, pues él piensa que va a ser el siguiente. Y parece que no anda desencaminado. Lo malo es que no sabe quién le está apuntando. Lo dicho, con lo listo que es para unas cosas y lo poco perspicaz que es para otras. Yo creo que a veces no se escucha a sí mismo cuando habla. No se cansa de decir eso de que “no me fío de nadie”, pues cállate que al final vas a acabar teniendo un accidente.
Cada día me cae peor la francesa y cada día deseo con más ganas que Morey abra los ojos, descubra la verdad y le dé su merecido a Serra. Jugarse la vida irá en el sueldo del CNI, pero que tus propios compañeros te apuñalen no va incluido en la nómina. O no debería.
Por cierto, señores guionistas, ¿pretenden dejar a algún personaje vivo? La última muerte de este capítulo, ¿de verdad era necesaria? Con lo bien que le vendría a Morey un aliado y lo útil que nos era a los espectadores a la hora de darnos respuestas.
Menos mal que Morey también tiene luz en su vida. Fátima ya ha olvidado el pequeño detalle del tiro entre ceja y ceja a Abdu y ha vuelto a sus brazos. Parece que para quedarse. Al fin, algo bueno para nuestro agente favorito, pero en ‘El Príncipe’ siempre hay nubes y el principal nubarrón se llama Khaled, que está emocionadísimo con ser papá. Siempre he dicho que Fátima es una gran alumna en el arte de la mentira. Hoy tengo que rectificar. No es una alumna. Ya se ha graduado y con matrícula de honor.
Faruq se toma muy en serio sus negocios
Y de una maestra a otro maestro. Faruq. O es un inconsciente o es el “empresario” con más suerte de ‘El Príncipe’. Ha conseguido hacer negocios con su cuñado, que, recordemos, es un líder terrorista que llevó a su hermano a la muerte, y, además, se planta él solito en la mismísima guarida de Akrab. Y porque la puerta estaba abierta, que, si no, me lo imagino perfectamente llamando al timbre y diciendo “Hola, soy el del transporte”.
Hay cosas que nunca entenderé. Toda la Policía, todo el CNI, los franceses y no sé cuántos más buscando al “guaperas reclutador” de Sergio en Siria y va y se lo encuentra Faruq en Tánger. Y no solo a él.
No sé muy bien cómo lo consigue, pero Faruq entra hasta el mismísimo ¿salón? ¿oficina? ¿habitáculo? en el que Khaled mantiene una tensa e importante reunión con Marwan, jefe máximo de Akrab. Y no sólo entra como si estuviera en su casa, sino que lo trata como si fuera cualquiera de sus socios. De tú a tú. De constructor a transportista. Y Khaled rezándole a Alá para que Marwan no desconfíe aún más de él y lo deje fuera del negocio.
Que tenga cuidado Morey porque Faruq le quiere quitar el puesto de héroe y por ahora va consiguiendo bastantes más resultados. Por cierto, el CNI debería poner a la familia Ben Barek en nómina porque están dando muy buenos resultados como agentes de campo.
Nayat, ¿otra Ben Barek yihadista?
Faruq aún no tiene claro si ayudar o no a Morey (aunque de facto lo ayuda), pero seguro que pronto se va a decidir si su hermana pequeña sigue por el camino que parece tomar. De ser casi invisible, Nayat se ha convertido en una parte fundamental de la trama y no pinta demasiado bien para ella. Nunca llegamos a saber claramente cómo acabó Abdu en Akrab, pero estamos siguiendo paso a paso el reclutamiento de su hermana pequeña.
Y el proceso está siendo tan simple que asusta. Un chico guapo que les dice cuatro cosas bonitas a unas cuantas jovencitas y ya están todas en fila, pistola en la mochila, rumbo al peligro. Aterrador.
Pobre Aisha. No tiene un gran protagonismo, pero probablemente sea el personaje que más sufre de toda la serie. Es una madre coraje que ha tenido que ver a su hijo mayor convertido en narcotraficante, al pequeño en la yihad, a su hija mayor enamorada de quien no es su marido y a la pequeña perdiendo el rumbo en plena adolescencia. Tiene razón Faruq. Es mejor que por ahora no descubra que no va a ser abuela. Y yo añado. Y que no se entere de que Fátima vuelve a “frecuentar” a Morey.
Al margen de todo esto, Raquel, la mujer de Fran, ha regresado a Ceuta mucho mejor de lo esperado y debe estar bastante recuperada porque ha soportado con una entereza increíble descubrir toda la verdad sobre la muerte de su hijo. Eso sí, ella misma reconoce que necesita tiempo ¿para asimilar esa información o para preparar su venganza?
En fin, que después de este capítulo tenemos un par de muertos más, un nuevo Ben Barek en el barrio, un posible atentado el día 17, una docena de muchachas desaparecidas, las dudas existenciales de una adolescente confundida, un presunto embarazo convertido en seguro de vida, un servicio de inteligencia corrompido gracias al dinero francés, un espía al que casi todos traicionan.
Paco Ben Barek quiere reír el último, pero yo creo que nadie tiene demasiados motivos para reírse.
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