No le digas a Dios lo que tiene que hacer
La ATV recoge en el último número de la revista Carta de Ajuste algunas opiniones sobre el informe para la reforma de medios públicos. Hoy, la de Javier Pérez de Silva, director adjunto de Producciones 52 y autor de los libros “La televisión ha muerto” y “La televisión contada con sencillez”. No le digas a Dios lo que tiene que hacer Siempre me ha fascinado aquel conocido gag circense en el que un payaso busca en un círculo luminoso un objeto que ha perdido, no porque dicho objeto se haya perdido en ese lugar, sino porque “aquí hay luz”. Esta historia tiene un significado oculto, como el objeto que se busca. Nos dice que es mejor buscar donde hay luz. Si no encontramos el objeto perdido, tal vez hallemos otra cosa. Sin embargo, en la oscuridad no encontraremos nada. Bueno, pues nuestros rectores encargaron a unos sabios, inmersos en la oscuridad televisiva más absoluta, que encontraran la identidad perdida de la televisión pública. No sé, como decía el maestro Joan Ramón Mainat, “yo desconfío sistemáticamente de los académicos, que suelen ser unos analfabetos audiovisualmente hablando, porque nunca han pertenecido ni quieren pertenecer a nuestro mundo”. Y estos señores han intentado acercarse a la luz durante unos meses, para regalarnos acto seguido hace unos días ¿qué? una lista repleta de obviedades esperanzadoras, un alarmante optimismo y medidas tan lunáticas que sólo las podían haber recogido un grupo como éste, alejado de la realidad cotidiana de la TV. Este no era un trabajo para cinco teóricos. Este era un trabajo para profesionales de la luz televisiva. Que los tenemos. Entre ellos, muchísimos miembros de este foro que es la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión. Y es que la televisión, recordémoslo una y mil veces, no es una teoría llevada a la práctica. Es una teoría construida a partir de la práctica.
En fin, me da la sensación de que para llegar a las conclusiones que propugna el informe de este comité no hacía falta montar tanta parafernalia. Incluso, tomando prestado el título de un reciente libro sobre Einstein, creo que estas maniobras de distracción significan sólo unos tremendos fuegos de artificio para “no decirle a Dios lo que tiene que hacer”. Y en muchos campos, demasiados, no sólo en lo referente a nuestra televisión pública. Alguien ha contado las veces que los sabios han utilizado la palabra “control” en su escrito: más que la pitonisa Lola en todas sus apariciones en “Crónicas Marcianas”. 166 veces. Qué quieren que les diga. Todos quieren el control de la televisión, la máquina de enriquecer e idiotizar más poderosa del mundo. Pidamos soluciones, pues, a quienes están en la luz. Y no hace falta ser sabio para darse cuenta de esto. Javier Pérez de Silva
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