Crítica

'Falso Amor', otro reality que se pierde en Netflix ante la solución que evidenciaron Sofía Suescun y Kiko Jiménez

Sofía Suescun, en 'Falso amor'

Paula Hergar

Netflix lanzó este jueves 13 el octavo y último capítulo de Falso Amor, su nuevo reality español con Raquel Sánchez Silva como presentadora, totalmente robotizada, y la inteligencia artificial como principal atractivo.

Teniendo detrás a Cuarzo, productora de La isla de las tentaciones, el nuevo formato también ponía a prueba a cinco parejas, separándolas para que convivieran con tentadores y después vieran el comportamiento de su pareja. La acertada innovación que presentaba era la inteligencia artificial. Es decir, los protagonistas veían imágenes de su novio/novia que podían ser o no reales.

“Por primera vez entra en juego la tecnología deepfake. Un avanzado y sofisticado software que recogerá sus movimientos, sus rasgos, sus gestos y hará réplicas exactas de los protagonistas, de forma que el nivel de conocimiento entre las parejas estará más a prueba que nunca, porque la tecnología deepfake es casi invencible” advertía la presentadora en el primer capítulo.

Falso amor empezaba con capítulo piloto interesante, sobre todo a nivel psicológico, ya que no solo jugaban con la reacción de los participantes al ver a sus parejas en actitudes comprometidas, si no que no les desvelaban la trampa hasta después de ver las primeras imágenes en las que se habían creído todo. Si se lo dicen antes de verlas podían detectar la falsedad, pero al hacerlo después, una vez se las habían creído, les quedaba lo más complejo: ponerse en duda a uno mismo.

Así, en esta última gala la plataforma descubrió qué parejas continuaban y cuáles rompían definitivamente. Además de quien se llevaba el jugoso premio de 100.000 euros por haber coincidido más en sus intentos de adivinar si las imágenes eran ficción o realidad.

El mal de los realities perdidos en las plataformas

Se trataba de una apuesta interesante que, sin embargo, ha pasado desapercibida para el gran público que ni ha convertido en trending topic sus emisiones, ni ha viralizado momentos en redes, ni habla de lo ocurrido entre los protagonistas. Tampoco ocurrió con Insiders, ni con Amor con fianza. Pero no es un mal exclusivo de Netflix, también ocurre con los Traitors de HBO Max, que ahora tendrá una posibilidad de llamar la atención en la programación en abierto, desde Dmax. ¿Alguien sabe cómo acabó? ¿O quiénes fueron los ganadores de las ediciones de El Puente en Movistar Plus+?

Parece que en las plataformas nos gusta ver lo que queramos, cuando y como deseemos, algo que funciona con la ficción. Así las series y los “falsity” arrasan en sus catálogos. En cambio, los realities son algo distinto: queremos verlos en tiempo real, en el momento en el que esas personas están allí conviviendo, donde sea, pero en este instante. Y si está grabado, al menos que lo veamos todos a la vez.

Los realities son experiencias colectivas que queremos compartir con más espectadores al mismo tiempo. Y no lanzar al océano un tuit una noche que lo vea, para que nadie me responda. También está el ingrediente de que nos gusta conocer a los concursantes de algo, saber detalles de sus vidas anteriores, para así continuarlas en la televisión. Y si son anónimos, que tengan mucho carisma.

Todo eso hace que no acaben de funcionar los realities en las plataformas, donde los catálogos son infinitos y no se diferencian los formatos de los títulos. No logran una experiencia colectiva, ni tienen una historia detrás que todos podemos compartir y seguir a la vez.

Los mayores influencers poniendo a prueba su amor sin filtros

De hecho, si de algo se ha hablado en masa sobre Falso amor ha sido de la promo que protagonizó Sofía Suescun en redes antes del estreno del reality en Netflix.

En ella, la ganadora de GH 16 y Supervivientes 2018 compartía un vídeo en su cuenta de Instagram, en el que se desmaquillaba en el baño, mientras de fondo aparecía Noel Bayarri, extronista de Mujeres y Hombres y Viceversa. Las imágenes se viralizaron rápidamente por lo que parecía ser una infidelidad a Kiko Jiménez, el novio de la joven.

Así, los cientos de miles de seguidores de los tres influencers se encargaron de multiplicar la conversación sobre lo ocurrido. Todo acabó siendo una promo de Falso amor, que utilizaba la tecnología deepfake para que pareciera lo que no era. Y ni Noel estaba en casa de Sofía, ni ella le había sido infiel a Kiko. Resultado: se habló más de esta promo que del resto de capítulos del reality.

Lo que esto demuestra es que las plataformas deberían apostar por un reality que contara con estas parejas de influencers que ya tienen una historia televisiva detrás. Que ya conocemos, podemos identificarnos y cuentan con sus seguidores (y hasta haters) para movilizar cada uno de sus pasos.

Unas Tentaciones con Sofía y Kiko, Dulceida y Alba, con María Pombo y Pablo Castellano, con Natalia Osona y Diego Sanchís o con Iván González y Teresa Bass, por ejemplo, que desmontara toda la perfección que venden en redes. A los que viéramos sin capacidad de controlar su imagen y que rompieran con la barrera de los filtros. Ese, quizá ese, sería el primer reality que arrasara en una plataforma.

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