Casi dos semanas después de su incorporación a Todo es mentira, la presentadora Laila Jiménez, sustituta de Marta Flich en la tertulia que modera Risto Mejide, puede sacar ya algunas conclusiones sobre esta inesperada aventura profesional que ha cambiado por completo su vida.
Es en Instagram donde ha compartido sus primeras impresiones como nueva presentadora del exitoso formato de sátira política que se emite en Cuatro cada tarde de lunes a viernes. Después de haber trabajado en informativos durante dos décadas –hasta hace solo unos días condujo El Matinal de Telecinco–, la periodista tiene ahora que adaptarse tanto al horario como a los códigos de su nuevo programa.
“No sabía que este cambio iba a ser tan complicado”, admite la catalana. Acostumbrada a madrugar cada día, ahora vive sumida en un profundo jet lag. “Hay que cambiar el ritmo circadiano y, de repente, me duermo a horas superraras, tengo hambres dispares, digestiones extrañas, me despierto por la noche... un montón de cosas”, añade. Es un proceso de adaptación que durante estas primeras semanas le ha hecho sentirse “enfadada” y “frustrada”, pero se muestra optismista porque sabe que la “renovación del sueño” se alarga de “dos a cuatro meses”, así que es cuestión de tiempo que vuelva a hacer vida normal.
No es el único reto que tiene por delante. También le está costando pillar el tono de Todo es mentira, que en nada se parece al de Informativos Telecinco. Jiménez ha chocado de frente con el humor y la improvisación de los guionistas y colaboradores de Risto Mejide, gente que tiene “una capacidad mental” más que rápida. “El programa es dinámico, ahí las cosas se mueven muy rápido. Me gusta mucho, pero todavía necesito acabar de encontrarme, de encontrar mi personalidad”, expone.
A pesar de todas estas dificultades, asegura que ha logrado en pocos días lo que no pensó que lograría: “Es un cambio muy radical y tienes muchos miedos, pero me estoy divirtiendo, con lo cual, mi impresión es muy buena porque no siempre me ha pasado esto en todos los trabajos”. Es “consciente” de que le queda “mucho por mejorar” y por “aprender”, pero también sabe que este es un proceso lógico para quien cambia los informativos por el entretenimiento. “No tuve dudas, sabía que era un reto al que tenía que enfrentarme y un tren que tenía que coger”, explica la presentadora. Aceptó la oferta sin pensárselo demasiado, “pero es verdad que salir de la zona de confort y los miedos asustan”, reconoce.