Estalla en los programas argentinos el boom de los televisores de plasma
Hace ya un par de temporadas que llegó a nuestro país la moda de los televisores de plasma y, desde entonces, muchos programas las utilizan como recurso estilístico y de ayuda a los contenidos. Ubicados en una especie de backstage anexo al plató principal, en los talk shows son los televisores que acompañan al invitado de turno antes de que éste entre en escena. En espacios como El Diario de Patricia, Salsa rosa o A tu lado son, hace tiempo, un adorno habitual a través del cual este invitado, famoso o no, visiona lo que está ocurriendo en el programa para, a partir de ahí, actuar en consecuencia. También vemos uno de estos televisores cada noche en Crónicas Marcianas, mediante el cuál Javier Sardá da entrada a unas determinadas imágenes que después comentará con Boris o alguno de sus colaboradores. Fomentado por los fabricantes de televisores, en Argentina arrancó siendo algo novedoso y para unos pocos privilegiados que querían intentar empezar a superar la crisis económica. Pero, de repente, se extendió como un virus a la mayoría de los programas de televisión. Así como durante muchos años los productores jamás olvidaban poner una planta de potus en el centro del plató, ahora ocurre lo mismo con el televisor de plasma. Visualmente son atractivas y elegantes, pero estos modernos aparatos sufren el uso -casi abuso- de los productores y terminan perdiendo el valor de lo novedoso para convertirse en un mero elemento decorativo. Además de ser pintorescos, cada programa le ha encontrado una función diferente: algunos los usan para hacer zapping con hechos que se vieron en tele y polemizar después; otros para mostrar un testimonio a un entrevistado y que este opine; también para conectar con los móviles de exteriores o para mostrar una vista panorámica de la ciudad. Incluso hay algunos programas que únicamente las usan para exhibir sus logos, una imagen que permanece invariable durante la totalidad de la emisión desaprovechando las bondades tecnológicas que ofrecen estos aparatos: nitidez, brillo, luminosidad y alta resolución. Ironías del idioma español: la acepción biológica de “plasma” indica que es la sangre desprovista de sus células -los elementos primordiales de los seres vivos-, es decir, que estas pantallas futuristas son un líquido que recorre todo el cuerpo (están en todos los programas) pero que por sí solas (sin contenido) carecen de valor. Pero a pesar de que la industria televisiva se vio forzada a recortar un porcentaje importante del presupuesto destinado a producir nuevos programas, éste parece ser el primer signo, aunque un poco deformado, de una televisión que quiere superar la crisis y tratar de no perder el tren del adelanto tecnológico. www.television.com.ar