'El Inmortal' se desata en su segunda temporada y crece a base de acción, violencia y giros

Álex García protagoniza la segunda temporada de 'El Inmortal'

Marcos Méndez

El Inmortal inicia su segunda temporada, que se estrena este jueves 22 de febrero en Movistar Plus+, resolviendo cómo empezó (y acabó) la primera. Pero con una declaración de intenciones ya desde su primera escena: un espectacular plano-secuencia que juega con la narrativa de los videojuegos para convertir al espectador en primera persona en uno de los dos ocupantes de la moto que acaba acribillando a balazos el coche en el que viaja José Antonio, el protagonista interpretado por Álex García como jefe de Los Miami. Un aviso directo de la acción y violencia descarnada que son las dos exitosas apuestas de los nuevos capítulos de la serie.

Lo único que aparece antes de esa primera escena es un rótulo inicial que se repite en todos los capítulos y nos permite situarnos en la historia: “A finales de los años 90, la banda de los Miami se dividió en dos facciones. 'El Inmortal' y su antiguo lugarteniente iniciaron una violenta lucha por el control del narcotráfico en Madrid. Este enfrentamiento hizo tambalear su reinado y alimentó su leyenda. Todas las situaciones y personajes han sido ficcionados”. La violencia de nuevo como primera piedra, en formato texto o en las imágenes iniciales.

Y lo cierto es que no podía ser de otra forma para ficcionar, como también aclara ese rótulo inicial, una historia de amistad y familia que en esta segunda temporada deriva por completo en la guerra por construir un imperio del crimen que toca todos los palos: narcotráfico, corrupción, extorsión, chantajes, palizas y por supuesto asesinatos. Un cóctel explosivo al que El Inmortal se lanza sin tapujos (y sin escrúpulos) en esta nueva tanda de seis capítulos de unos 50 minutos que logra hacer crecer a la ficción y que desaparezcan los miedos sobre si su historia daba para más de una temporada.

De la familiaridad humana a la bestialidad animal

La apuesta narrativa se repite: la segunda temporada comienza desvelándonos quién protagonizó ese tiroteo que dejó al borde de la muerte a José Antonio, para luego dar un salto temporal hacia atrás y desarrollar en sus cinco primeros capítulos qué llevó hasta ese momento, desde que Fausti y 'El Inmortal' iniciaron su guerra hasta que esa moto intenta acabarla matando al gran capo.

Quizás por la mayor “compresión” al contar con seis episodios y no con ocho como la primera temporada, para ese desarrollo la serie apuesta por ser menos explicativa y humana, y dar rienda suelta a sus instintos más básicos y animales. Y acierta. Desde sus dos primeras entregas, no duda en propinar golpes durísimos al espectador, con pérdidas importantes para ellos y también para su propia trama. En Juego de Tronos y otras tantas series siempre se bromeaba con que era mejor no coger mucho cariño a los personajes, lo que no resulta un mal consejo para esta segunda temporada de El Inmortal.

A la guerra entre José Antonio y Fausti, convertida en una obsesión total para ambos, se le suma un tercer foco que antes estaba controlado gracias a los sobornos y la corrupción: la policía. Un triángulo de peligro y enfrentamiento que podemos señalar y valorar gracias a haber podido ver los seis capítulos al completo, pero que no detallaremos por no hacer spoilers, sólo señalando la importancia vital que tiene en su final... tras sobrepasar todos los límites en un segundo episodio con la escena más gore y “desagradable” de la historia de la serie.

El paso adelante narrativo incluye también una arriesgada apuesta por deslocalizar a sus personajes. La “banda” se dispersa tras un explosivo incidente que está bien hilado con la trama, aunque deja un pequeño agujero al no terminar de aclarar cómo alguien puede sobrevivir a tan tremendo ataque. Más bien parece que 'el inmortal' no es el único inmortal. En cualquier caso, da pie a que la acción se divida con varios focos, y a que parte de los protagonistas tengan que salir de España y demuestren que no es que les acompañe el caos, sino que son ellos los que lo buscan y provocan.

De esa huida y viaje vuelven con un importante contacto y acuerdo que más tarde cambia su devenir. En realidad nada que no haya contado incluso el Equipo de investigación de laSexta, pero que El Inmortal sabe ficcionar para introducir en su historia y que da lugar a uno de los grandes giros de su final. Junto a la acción y la violencia, precisamente los giros de guion son sin duda el gran aliciente y acierto de la segunda temporada, y vuelve a poner en valor el trabajo de los guionistas David Moreno, Raúl López Matesanz, Andrés Koppel y Diego Sotelo para desarrollar la historia producida por José Manuel Lorenzo (que como en la primera, de nuevo aparece en un breve 'cameo').

Los últimos dos capítulos son una buena muestra de cómo plasmar un ritmo de ficción frenético. Quizás demasiado, ya que hay un salto temporal que no queda suficientemente aclarado, sin permitir que el espectador se sitúe pero sin impedir que siga adelante con la trama. Venganzas, atropellos, enfrentamientos y estrategias; pero también nuevas esperanzas y alianzas inesperadas en dos episodios de acción disparada que ponen un broche de oro a la segunda temporada y desembocan en una crítica social para empujar al espectador a abrir los ojos y darse cuenta de que, en definitiva, todos no son más que piezas de un enorme engranaje que les va muy grande a los propios personajes.

La diversión de ficcionar el caos real

El buen engranaje de la segunda temporada de El Inmortal no sólo lo demuestra esa labor de guion. Es un concepto que no existe, vale, pero la serie de Movistar Plus+ es capaz de acuñar la categoría de “sitios mafiosos”. Lo intentamos explicar: si alguna vez dando un paseo has acabado perdiéndote y llegando a un emplazamiento grande y espacioso pero que al mismo tiempo te diese escalofríos, seguramente el equipo de la serie ya lo había barajado, o directamente ha grabado en él. Es de destacar la labor de localización y fotografía, que no sólo mete al espectador en la serie en sus sitios habituales, sino que también es capaz de encontrar sitios precisos para desarrollar algunas de sus escenas más cruentas.

Curiosamente, una de esas localizaciones puede resultar familiar a los fans seriéfilos. Un capítulo tiene una importante celebración por todo lo alto (no diremos más), y el jardín en el que se sitúa es el mismo en el que los ladrones de La casa de papel se concentraron para planificar su robo. Se trata de una finca situada en el municipio madrileño de Torrelodones, que desde que acogió la serie de Netflix se ha convertido en un sitio predilecto para celebrar bodas... y para repetir rodajes, como sucede en El Inmortal.

Más allá de curiosidades, conviene también fijarse en cada vez que los protagonistas aparecen oyendo la radio, sobre todo al principio de cada capítulo. La serie lo emplea como un recurso para situar al espectador en la época, pudiendo escucharse noticias como la muerte de Lola Flores, o el estreno de la película Seven en cines. Aportaciones también culturales y sociales, que recuerdan que se encuentra en la segunda mitad de los año 90.

Y por encima de todo, y dejándolo para el final con la intención de que sirva como recipiente para todo lo anteriormente comentado, esta segunda temporada de El Inmortal refuerza a sus actores y actrices. El protagonismo de Álex García sigue firme, con la dificultad añadida de ocultar en muchos momentos su pierna amputada (en lo que también tienen algo que decir los directores David Ulloa y Rafa Montesinos); pero otros ganan fuerza y relevancia. Se agradece especialmente en el caso de Iván Massagué (Nano), y se confirma en los de Teresa Riott ('La Rubia') y Marcel Borràs (Rober). Incorporaciones como las de Irene Esser y Richard Holmes amplían su abanico de personajes de una forma determinante, y Jon Kortajarena logra lo más difícil: dejar de verle “a él” para ser completamente su personaje, reafirmando sus pasos interpretativos.

El Inmortal vuelve a Movistar Plus+ sin complejos, más atrevida y despiadada que nunca, y el resultado es una segunda temporada que encuentra el equilibrio perfecto entre lo que tiene que contar y cómo lo cuenta. Una buena forma de reafirmarse dentro de la plataforma y de reclamar convertirse en saga pudiéndose alargar más allá con nuevas temporadas.

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