Opinión

'Grand Prix', el “programa del abuelo y el niño” que no conocía el odio en redes... hasta ahora

En la presentación del nuevo 'Grand Prix'

Marcos Méndez

Aún resuenan las risas de algunos responsables de TVE cuando, durante el FesTVal de Vitoria 2021, a un joven periodista que guardaba muy buen recuerdo del formato se le ocurrió decir que la cadena pública podría aprovechar la “ola de nostalgia” que vive la televisión para resucitar el Grand Prix. Ni tan siquiera cuando otros le apoyamos, diciendo que siempre era el título que surgía entre los espectadores al publicar una noticia sobre otro remake, se frenaron esas bromas.

Las redes sociales entonces ya eran, y todavía son, un termómetro con el que poder tomar la temperatura y así testar cómo podría encajar uno de esos muchos regresos que la nostalgia televisiva ha provocado. Los espectadores y fans televisivos realmente pedían el Grand Prix, y aunque había muchas trabas y exigía adaptarlo, ha quedado más que demostrado que se echaba de menos al “programa del abuelo y el niño”.

Tras muchas noticias sobre su preparación, el nuevo Grand Prix estrenó su decimoquinta edición el pasado lunes 24 de julio. Y lo hizo a lo grande, a lo grandísimo, sin importarle que estuviésemos en pleno verano y con menos consumo para arrasar con 26.1% y 2.572.000 y ser el mejor estreno televisivo del año 2023. Veintiocho años después de su estreno original, y dieciocho después de despedirse de TVE, volvió de una manera que superó las mejores expectativas.

Los agoreros no tardaron en pensar que en su segunda noche se desplomaría, aunque era más lógico analizar que seguramente bajaría por no tener la expectación del estreno pero que se mantendría en unos datos muy altos al no tener mucha competencia. Y así fue. El lunes 31 de julio, en su segunda noche, volvió a arrasar con 24.9% y 2.251.000.

Por delante le quedan cinco galas -la tercera de este mismo lunes ya ha avanzado detalles- para completar las siete que tendrá esta temporada que nació como un “test” para TVE, pero a la que le han bastado dos entregas para demostrar que ha sido un éxito mayúsculo para TVE. Un éxito que ha borrado de un plumazo la incertidumbre del estreno, que realmente existía como en todos los formatos sin importar esas ganas que marcaban las redes sociales. Porque sí, las redes sociales pueden servir de termómetro, pero no representan la realidad, y suelen fallarles las formas.

Más del 30% y el 40% entre niños y jóvenes

De 1995 a 2005, por el Grand Prix hablaban sus audiencias. No existían las redes sociales, o al menos no como las conocemos ahora. Así que el formato (también en otra época televisiva) se dedicaba a romper audímetros con medias superiores al 20% e incluso al 30%. Resulta cruel darse cuenta de que TVE dejó de confiar en él porque en su undécima edición en el año 2005 bajó al promediar un 19.2%. Ahora, prácticamente ningún programa forma parte de ese selecto “club del 20%” del que hablamos hace unos meses. Por eso es tan sorprendente, e innegablemente exitoso, que el nuevo Grand Prix haya directamente entrado a él.

Pero ahora sí que existen las redes sociales. Los programas se siguen midiendo por los audímetros, pero también se comparten y se valoran al segundo en Twitter, Instagram, Tik Tok o Facebook, entre otras. Y ahora, el Grand Prix ha conocido a los haters. El formato, en esta nueva etapa, se ha encontrado con una realidad actualmente habitual y a la que sus protagonistas están acostumbrados, pero que en su primera etapa ni siquiera existía.

El “juicio paralelo” de las redes es en general benevolente con el Grand Prix, que incluso con sus cambios y adaptaciones ha vuelto a convertirse en un fenómeno en las calles con pantallas gigantes y espectadores 'a la fresca'. Pero no así con sus protagonistas: Ramón García y Michelle Calvó se salvan y son alabados por su labor más cercana a la tradicional (aunque ella asume más protagonismo como presentadora que sus antecesoras en la etapa original), mientras que Cristinini y Wilbur están recibiendo mucho odio de las redes junto a la nueva “mascota”, el dinosaurio Nico.

Precisamente ellos dos son los que tienen labores más transgresoras y diferentes respecto al formato original. Cristinini, como narradora de las pruebas para trasladar el fenómeno streamer y caster (sin ser la primera vez en TV) que tanto siguen los jóvenes. Wilbur, como contrapunto cómico y para explicar la mecánica de las pruebas demostrando sus habilidades atléticas y conectando con los más pequeños, igual que la figura del dinosaurio Nico que desde el primer programa Ramontxu ya presentó como “la mascota favorita de los niños”.

No es muy difícil ver que, especialmente con ellos tres, lo que ha buscado TVE es atraer a los niños y a los jóvenes, los sectores de edad que cada vez se alejan más de la televisión. Y al igual que con las audiencias, su éxito ha sido incontestable. La consultora DOS30TV detalló que el día de su estreno, un 40.2% de los niños de 4 a 12 años que veían la tele optaron por el Grand Prix. Entre los jóvenes de 13 a 24 años, el porcentaje fue de un gran 36%. En su segunda noche, el dato incluso mejoró y alcanzó el 40.5% entre niños de 4 a 12 años.

En un contexto en el que las cadenas están desesperadas por atraer a niños y jóvenes, un formato estrenado hace 28 años consigue porcentajes del 30% y el 40% en esas franjas de edad. TVE los buscaba, y los ha encontrado. Y los papeles de Cristinini, Wilbur y Nico tienen mucha culpa de ello.

Llegó el 2023, y el 'Grand Prix' conoció a los 'haters'

La explicación es sencilla, y se demuestra con datos. Pero todos sabemos que para opinar en redes no hace falta estar bien informado. Las labores de Cristinini, Wilbur y Nico han recibido las aceptables críticas desde la subjetividad (“no me gusta”, “me sobra”, “me carga”), pero también intolerables ataques de todo tipo que por supuesto no reproduciremos, y que se dirigen no sólo a su trabajo sino también a nivel personal.

En el caso de la streamer, cómo no, el machismo ha salido a relucir. Y no nos referimos a la reclamación que en ese mismo sentido ha realizado Mar Regueras, que tiene base y conocimiento de sobra para realizarla ya que copresentó el programa, sino a cantidad de contenido para atacar y desestabilizar a Cristinini. Su labor puede no gustar, pero no hay excusa para soportar los comentarios que ha recibido, por los que ha sido defendida por otros compañeros y por Ana Pastor.

Igual que no es difícil saber que TVE buscaba acercarse a los jóvenes y los niños con Cristinini, Wilbur y Nico, no es difícil saber que todos desarrollan la labor que les pidió el formato, y que además se ha demostrado acertada. Pero aún así, la streamer tuvo que explicarla para salir al paso de las críticas, demostrando un buen entendimiento del lenguaje televisivo: “No me lo he tomado como algo personal. Creo que si hubieran puesto a alguien que se llame Pepa, también se habría criticado. Ha sido más por el formato que por quién lo hace”, valoró, añadiendo en el mismo sentido: “Cuando traes un programa tan antiguo y con tanta nostalgia, la gente lo quiere exactamente igual pero eso no puede ser, las cosas cambian y la TV evoluciona. No podía volver tal cual, la productora quería avanzar”.

Cristinini intentó que los que la critican lo valoren igual que ella: “Estoy supercontenta de ser la primera que ha abierto este camino. Tengo que dar las gracias por eso, porque allano el camino para los que vendrán después, y eso, ojito, vale mucho”, y con el callo que da tener millones de seguidores, lo que supone también muchos haters, fue tajante con ellos: “¿Los que me han criticado a mí? Me da absolutamente igual. Estoy súper ultra bien, no les hago caso. Entiendo las críticas al formato, pero el que se meta conmigo, no va a conseguir nada. Hay gente que me tiene asco y va a criticarme por todo lo que hago”.

El éxito del Grand Prix es incuestionable. A nivel general, con audiencias de otra época, que además a nivel particular se disparan entre niños y jóvenes que son a los que más buscaban. Es un éxito de la realidad, esa que no representan las redes sociales, que sí sirven como termómetro y para tomar nota, pero vuelven a convertirse en un nido de odio que ojalá no desanime la apuesta de TVE por el formato y por sus protagonistas.

Etiquetas
stats