Entrevista

Carlos Santos y 'Los hombres de Paco': “Nadie nos podrá decir 'qué irreverentes', porque no lo somos más que antes”

Carlos Santos (Povedilla) en 'Los hombres de Paco'

Laura García Higueras

Los hombres de Paco volvieron -por fin- a principios de esta semana a Antena 3 y Atresplayer Premium, que acoge este domingo el estreno de su tercer episodio. Metraje que ha dado tiempo para volver a reencontrarse con Povedilla (Carlos Santos), uno de los personajes más queridos y al que los guionistas de la serie más metieron en situaciones escabrosas. Circunstancia que su intérprete agradece, porque le obligaron a “ahondar en cuáles eran mis límites como actor, ver hasta dónde podía llegar”.

Entre ambas etapas de la mítica ficción, le ha dado tiempo hasta a ganar el Goya al Mejor actor revelación en 2016 por su papel de Luis Roldán en El Hombre de las mil caras (Alberto Rodríguez). También ha aparecido en otros títulos como El crack cero (2019), y en televisión le hemos visto en El tiempo entre costuras, Bienvenidos al Lolita, Ella es tu padre y como Pedro Almodóvar en El Ministerio del tiempo.

Hablamos con él tras la presentación de los nuevos 'Pacos', en una conversación telefónica que incluyó trayecto en taxi y entrada en 'procesos' para el último día de su siguiente proyecto, Historias para no dormir. Los últimos compases de la entrevista transcurrieron mientras le ponían la barba de Chicho Ibáñez Serrador, a quien encarna en la tercera entrega del remake.

Has comentado en numerosas ocasiones que Povedilla es el personaje con el que más has aprendido en tu carrera, ¿por qué?

Para empezar, porque fue el primer personaje fijo que hice en televisión. Había aparecido como capitular en Siete vidas, Policías, Periodistas, Un paso adelante, El comisario... pero este fue el primero que pude hacer durante mucho tiempo, cinco años ni más ni menos, al que ahora sumamos otro más. Esto se añade a que a los guionistas les gustaba mucho el personaje y me hicieron pasar por todo tipo de situaciones. Había secuencias que decía: “Madre mía, ¿pero esto que me han puesto aquí? ¿Cómo lo hago desde este personaje?”.

Me obligó a ahondar un poco en cuáles eran mis límites como actor, hasta dónde podía llegar, hasta dónde no, y siempre era ir un poquito más allá. Se lo debo a la imaginación de los guionistas. Ellos mismos lo dicen: “A Povedilla le cabe todo”. Me pusieron tetas, me enterraron vivo, me encerraron en la cárcel, me hicieron padre, me casaron, me pusieron un hermano gemelo. Fue una cantidad de situaciones, y muchas más que no me acuerdo ahora, que me hicieron crecer muchísimo, me dieron confianza para luego enfrentarme a otros personajes con la seguridad suficiente como para que ninguno me diera, sí respeto, pero no miedo. Eso lo consiguieron Los hombres de Paco, José Povedilla, los guionistas y los directores.

De hecho Povedilla fue uno de los personajes más queridos y que más conectó con la audiencia, ¿por qué piensas que fue así?

Es una mezcla perfecta en cuanto a alquimia. Entre el me río de él porque es tonto perdido, le pasa de todo, le putean... pero al mismo tiempo sufro muchísimo con el. Lo que le ocurre hace reír tanto, que cuando lo pasa mal el espectador empatiza a un nivel muy alto. En general, pasaba con casi todos los personajes, pero como al mío las putadas que le hacían estaban un poco más subrayadas y acentuadas; el público se reía conmigo y de las putadas, pero cuando me veía sufrir también empatizaba.

Esa es la clave del humor. No hay nada más divertido que ver sufrir a otro. Fíjate la cantidad de vídeos que hay de tortas. Como persona me sale preguntar si “estás bien” pero para la inmensa mayoría de la gente es “uy, vaya ostia se ha dado”. Es algo que está en el ser humano. Esa alquimia hizo que el público, y lo he notado a lo largo de los años, cogiera mucho cariño a Povedilla.

¿Algún momento habías imaginado qué podría haber sido de Povedilla? ¿Tenía que ver con lo que te has acabado encontrando en los nuevos guiones?

Lo curioso es que llegamos a rodar en Atreseries un proyecto que se llamaba Secuelas, hace tres años. Consistía en fantasear sobre qué fue de Povedilla, y querían hacerlo con más personajes míticos de las series de Antena 3, como Un paso adelante o Compañeros. Al final solo se hizo el mío, que no tiene nada que ver con lo que hemos rodado ahora. Allí, después de la última temporada satánica, me había hecho investigador de lo paranormal.

Sin embargo, en el regreso de la serie he dejado la Policía y he montado una autoescuela, algo que también el va muy bien al personaje. Le pega mucho el manual de circulación y enseñar a otros a ser respetuosos con la ordenanza de circulación. Esto es el arranque, pero luego llegan Paco y Mariano y le lían, como siempre.

Con lo que sí que había fantaseado es con la idea de retomar Los hombres de Paco. Lo comenté con uno de los productores ejecutivos hace unos años, cuando en Estados Unidos se puso de moda retomar series. Aunque no fuera una temporada completa, pero sí a lo mejor una miniserie de seis capítulos sobre un caso en concreto. Al final ha sido mucho más grande, con dieciséis episodios y con vistas a seguir encarnando a estos personajes, porque los amamos. Para todos los que hicimos la serie está en un lugar muy muy especial.

¿Cómo ha sido reencontrarse con ellos, diez años después, teniendo en cuenta lo que han cambiado tantos ellos como la sociedad? También a la hora de abordar según qué casos y el tono.

Ahora, sobre todo en lo que se refiere al humor, tenemos la piel muy fina. Parece que hay ciertos temas de los que no se puede hablar, ciertas cosas que no se pueden decir. El humor está continuamente puesto a prueba sobre con qué se puede hacer comedia y con qué no. Pero nosotros contamos con que Los hombres de Paco ya existíamos, ya hicimos humor de todo lo habido y por haber, incluido el terrorismo de ETA, el Golpe de Estado y el rey. Nadie nos podrá decir “qué irreverentes” porque no lo somos más que antes. Somos los mismos.

A pesar de que la cosa esté muy desquiciada en ese sentido en la sociedad actual, y solo han pasado once años, que parece mentira; nos han dado manga ancha a la hora de retomar ese tipo de humor. La gente ya sabe qué puede esperar de nosotros. Espero que nadie se ofenda, aunque siempre habrá alguien; pero tampoco vamos a dejarnos tiranizar por la opinión de uno o dos. La mayoría del público es adulto y tiene capacidad como para poder reírse de la independencia de Cataluña o la reina Letizia. Seguimos en nuestra línea, no se nos resiste nada.

La serie es un policíaco, ¿es este un buen género para hablar de cosas sin “molestar” o “molestando” menos que con otros?

Exacto. El dónde se enmarca la serie, como ficción policíaca de investigación de casos, nos da un poquito de libertad. Pero sobre todo, porque es una serie de comedia en la que unos señores muy torpes tienen en sus manos el destino de la humanidad en algunos momentos. Si te crees y te tomas a coña ciertas cosas, pues tómate también a coña cuando se nombra aquello que te molesta un poquito más. Hay que saber reírse de todo.

Recientemente se ha visto Antidisturbios con un tono y una visión completamente diferente de la Policía, mientras que a los Pacos era imposible no quereros. ¿Ayudó la serie a mejorar su imagen en su momento?

Sin duda. Recuerdo que al inicio de la emisión había que poner un cartel diciendo que la serie se hacía con todo el respeto a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. Aclarar que no pretendíamos reírnos de ellos, sino que era una manera simpática de acercarse a ellos. Duró los ocho primeros capítulos, luego lo pudimos quitar y nadie se sintió ofendido.

De hecho, la inmensa mayoría de policías que nos hemos encontrado a lo largo de los años nos ha dado las gracias y nos ha dicho que nos quedamos cortísimos. Pasan más cosas, que a la vez es normal, ¿no te pasa a ti como periodista que dices en algún momento madre mía que cagada la que acabamos de liar? Pues en este trabajo también.

Y por supuesto, todos los que van a la academia de Ávila me dicen “yo era el Povedilla de la Academia”. Es inevitable. Me lo han dicho infinidad de veces. Ayudamos a que la gente entendiera que la policía puede llevar pistola, puede ponerte multas; pero tienen familia, hijos, hijas, novios, maridos, mujer, suegros... Se dedican a algo en la que se juegan la vida, pero son exactamente como nosotros, y servidores públicos.

Más allá de Los hombres de Paco, ¿qué tal va Freddy, capítulo del remake de Historias para no dormir en el que apareces?

Ahora mismo me están afeitando y me van a poner la barba de Chico Ibáñez Serrador, hoy es el último día de rodaje. Estoy en el capítulo que dirige Paco Plaza con Miki Esparbé, Adriana Torrebejano y Enrique Villén. Está siendo magnífico. Son nuevos acercamientos a cuatro historias en concreto de la mítica serie.

En el que estoy yo, contamos qué ocurrió en el rodaje de la que en el 82 se llamó Freddy. Interpreto a Ibáñez Serrador y me han puesto de ayudante de dirección e este rodaje ficticio al hijo de Chicho, Alejandro Ibáñez, que es productor ejecutivo de la serie. Es decir, tengo que hacer de Chicho delante de su propio hijo. Esto, que podría parecer bastante tenso, gracias a que este señor es un encanto, está siendo muy divertido. No creo que tarde mucho en estrenarse porque en breve empiezan a rodar el último capítulo [grabación que ha comenzado esta misma semana a las órdenes de Paula Ortiz].

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