Eva Soriano vuelve a RTVE tras aprender “a vivir con un filtro”: “Odio esa corrección política de hablar impostado”
Eva Soriano vuelve a RTVE con Cuánto, cuánto, cuánto, nuevo concurso producido por Encofrados Encofrasa, la productora de David Broncano, que La 1 estrena este sábado 11 de octubre en prime time. En este novedoso formato, que surge de un juego habitual en las fiestas caseras de un conocido grupo de humoristas, tal y como contó a verTele Ricardo Castella, los participantes pondrán a prueba su intuición y conocimiento para calcular todo tipo de magnitudes, siempre desde el humor y dándole una original vuelta de tuerca al arte de medir.
En este regreso a la pública, la cómica reflexiona sobre cómo va a llevar de nuevo “morderse la lengua” a la hora de evitar el humor negro que tanto caracteriza habitualmente a sus monólogos y espectáculos: “Hago un programa de radio en horario protegido todas las mañanas, con lo cual ya he aprendido a vivir con un filtro como si fuera de pronto un grifo de agua”, ironiza Soriano en una entrevista con verTele celebrada en el marco del FesTVal de Vitoria en el que se presentó el programa.
Pese a todo, la catalana reivindica recuperar un lenguaje natural en televisión “y no esa corrección política de hablar impostado”: “Odio absolutamente eso”, reconoce la presentadora. “Yo no predico lo vulgar por lo vulgar o el decir un taco porque sí, pero jolines, a veces un 'joder' bien dicho es increíble”, defiende antes de confesar “lo más aleatorio” que le ha ocurrido por ser un personaje conocido, condición de la que asegura entre bromas haberse aprovechado en más de una ocasión.
“Sería una hipócrita de mierda si te dijera que no he utilizado alguna vez el privilegio de famosa para colarme en algún sitio. O de repente, decir en un restaurante 'soy la asistente de tal' y soy yo llamando porque sí, porque soy una rata peluda y soy así. Y yo pienso utilizar todos los privilegios que pueda porque no sé hasta cuánto me van a durar, claro”, cuenta entre risas, valorando cómo va a llevar que el público vuelva a saber “cuánto, cuánto, cuánto” cobra por su trabajo de presentadora en RTVE. “Que haya esa transparencia me parece bien, yo no voy a negar que me esté llevando el dinero que me esté llevando por el trabajo que hago”, sentencia.
¿Cómo te llegó esta propuesta?
Me llegó por parte de Encofrados Encofrasa. Se sientan un día conmigo Jorge Ponce y Javi Uve y me dicen: “Hemos pensado en un formato, que es bastante cachondón y bastante divertido, y hemos pensado que la única persona en este país que lo puede presentar eres tú. ¿Te apetece?”. Y dije: “Bueno, pues si solo puedo ser yo, tendré que hacerlo, no me queda otra”. Además, somos todos colegas y el proyecto ya lo conocía, porque nace de un juego que hacemos los cómicos cuando estamos en casa de un colega, que es cuantificar cosas. Es el típico juego de colegas que puedes hacer en una casa rural pero llevado a un gran formato de la televisión.
¿Qué otro juego casero o de mesa te gustaría convertir en un programa de televisión?
Uf, a mí me gustaría mucho el Uno. ¿Tú sabes lo guay que sería decirle a alguien en su cara: 'Pues te chupas cuatro'? O sea, eso en televisión yo creo que es pico de audiencias. Sí que es verdad que tampoco voy a decir que el juego del Uno sería la hostia cuando estoy presentando otro formato, estaría feo. En plan: “Este concurso sería increíble, no como el que estoy presentando ahora”. [Risas].
¿Y has podido proponer alguna idea de medición o prueba para el programa?
Lo bueno de este formato es que todo tiene cabida y lo que se nos ocurre a Aníbal y a mí nos lo apuntamos en un bloc de notas y luego cuando tenemos reunión con el equipo decimos: “Oye, se nos ha ocurrido esto”. Es que al margen de que sea un concurso, el formato tiene una seña muy personal, que somos Aníbal y yo, que tenemos un humor muy absurdo. Entonces nos escuchan las propuestas y luego se estudia si se puede llevar a cabo y miran si se puede medir o no se puede medir. Pero sí, hay algunas pruebas que son nuestras.
¿Y hay alguna prueba inspirada en algún otro formato?
Si eso ha pasado, yo lo desconozco. Lo dudo mucho, porque hay un equipo de guionistas y grandes pensadores, como si fueran filósofos, ideando pruebas todo el día. Yo creo que no. Yo creo que todo lo que vais a ver en Cuánto, cuánto, cuánto es 'made in' El Terrat y Encofrados Encofrasa. Y si hay algo que se parezca a otro formato, yo creo que puede ser casualidad. Muchas veces, cuando haces cosas o haces contenido, de repente te das cuenta de que algo se parece a no se qué, o te lo comparan con una referencia que no tenías en la cabeza. Yo creo que las mentes imbéciles pensamos cosas muy parecidas.
Hay un punto de insulto gratuito en redes al que te acostumbras, pero de repente un día se te va la pinza
Este programa va sobre verificar datos. ¿Te has encontrado en Internet muchos datos erróneos sobre ti misma, sobre tu vida?
Pues fíjate que de eso no... Solamente hubo uno que me hizo muchísima gracia, que fue que decían que mi madre era Irma Soriano. Entonces claro, yo de repente pasé a ser nepobaby. Yo decía: “Joder, todo lo que he trabajado ha quedado reducido a 'es la hija de Irma Soriano'”. Que ojalá, porque Irma Soriano es increíble, pero mi madre es una tipa bastante impresionante también y me gustaría seguir manteniéndola. Pero es que ahora ChatGPT también, cuando le preguntas quién es mi madre ahora dice otro nombre. No sé por qué España está empeñada en ocultar a mi madre cuando yo en innumerables ocasiones he hablado de la Asun.
¿Buscas mucho tu nombre en Internet o miras en redes sociales lo que dicen de ti?
Pues te voy a decir la verdad, sí. O sea, soy una persona que está obsesionada con ver qué cojones está pasando. Y de repente me veo en Twitter o que alguien me anota y digo: ¿Pero por qué? ¿Qué ha pasado aquí? Y sí que lo miro. Tampoco es una cosa loca. O sea, seguramente cuando acabo una rueda de prensa o una entrevista sí que digo: “Voy a ver que se ha dicho de mí”.
¿Y te afecta luego, o has aprendido a gestionar las críticas malas o las mentiras que se dicen?
Bueno, depende el día. ¿Que digan cosas que son mentira? Ha llegado un punto en el que ya no me afecta mucho. Hay un punto de insulto gratuito en redes que es algo a lo que te acostumbras, pero de repente un día se te va la pinza y dices: “Pues hoy me apetece enfadarme”. Pero le doy la relevancia que tiene. Me permito estar enfadada un rato, porque es legítimo que te enfades cuando te ponen verde o te critican, pero luego le doy la importancia que tiene y ya está. Piensas: “La persona no me conoce, no sabe quién soy, está hablando desde un lugar en el que no sé si estará mal...”. Porque también hay veces que me pongo en el papel del hater y pienso: “Pobre, pues igual está mal en su casa o ha tenido un mal día”. Intento humanizarlo, porque cuando tú criticas a alguien, o cuando te salen cosas de odio, parte más de una cosa tuya interna que de lo que es la otra persona. A veces intento hacer ese ejercicio, otras digo “pues me cago en la puñetera que te parió”. Pero intento cada día ser una persona más zen.
¿Te da vértigo que se te juzgue mucho en ese papel de presentadora o maestra de ceremonias?
Yo al final hago un programa de televisión, soy presentadora en este momento, pero yo no dejo de ser una cómica. Con lo cual, hay un punto en el que quizá tú le pides X a Anne Igartiburu que no me lo puedes pedir a mí, porque es que somos totalmente distintas. Exigirle a alguien o proyectar a alguien el “tendría que haber hecho esto en este caso” pues esas son las expectativas del otro, yo no puedo cubrirlas. Yo cubro las mías y es que tengo lo que tengo y con lo que tengo lo tengo que solucionar, entonces lo haré lo mejor que pueda desde el perfil de cómica que soy.
¿Qué reto como presentadora crees que se te plantea con este Cuánto, cuánto, cuánto?
Creo que el Cuánto, cuánto, cuánto es una prueba bastante importante porque es un programa en directo. Creo que también me voy a medir como comunicadora porque son dos horas en directo en las que habrá una parte de guion pero luego otra de vivir lo que ocurre en el plató. ¿Cómo va a ir? Pues no lo sé. Tengo como esa cosilla de nervios por dentro de ver qué pasa y cómo va a ser. Pero claro, yo soy cómica de monólogos de bar y esa cosa de que de repente un borracho te suelte alguna barbaridad ya la he vivido. Entonces, creo que tengo mucho callo en saber gestionar el caos. Esa parte mía de cómica de bar y de estar en sitios que nadie querría estar haciendo monólogos creo que me va a ayudar a enfrentarme a un plató enorme, con 'equis' personas de público y decirles: “Os calláis ya”. Y ya está.
¿Y con las audiencias eres zen? ¿Te preocupan?
Yo no soy una persona obsesionada con las audiencias, porque creo que las audiencias lo único que hacen es añadirle un plus de presión al trabajo que haces. Las audiencias van a estar ahí y, objetivamente, me encantaría que fueran increíbles, pero si me obsesiono con ellas, lo que va a pasar es que todo el rato voy a intentar hacer algo para agradar y para que esas audiencias vengan, en lugar de creer en lo que hago. Entonces, me preocupa, por supuesto, porque de esa medición va que un programa siga o no siga, pero no me obsesiona hasta tal punto de estar todo el rato mirando y actualizando para ver cuánto hacemos. Creo que al final eso se carga un poco la esencia de cada uno, porque te obsesionas con un número y no con lo que tú estás haciendo.
¿Y cómo valoras las audiencias de tu programa de radio en Europa FM?
La audiencia que tenemos, según el sistema de medición que utilizan, que es el EGM, pues seguramente será así, no lo sé. Pero no me quiero obsesionar porque tampoco intento superar a nadie. Yo creo que hacemos un programa divertido, entretenido, blanco, y yo voy con ello. Quiero decir, si gusta más o menos, pues ahí ya tendría que venir Don Atresmedio a decirme: “Eres una mediocre y te vas a tu casa”. Pero por lo que yo recibo, y sobre todo lo que recibo de fuera, es que la gente que nos escucha está encantada con el formato. Con lo cual, ¿no son los picos de 2010 o 2017? A mí me da igual, yo no compito contra nadie. Yo lo que hago es entretener para el público que me quiere ver.
Eres muy aficionada al humor negro. ¿Cuánto te tienes que morder la lengua? ¿Cuánto cambia de hacerlo, por ejemplo, en un programa de Movistar a ahora en uno de TVE?
Sí, claro, pero es que yo hago un programa de radio en horario protegido todas las mañanas, con lo cual ya he aprendido a vivir con un filtro como si fuera de pronto un grifo de agua. Pues es lo que hay. Yo también creo que, al final, el trabajo de un profesional, ya sea cómico, periodista, o una persona que trabaja en una oficina, hay muchos sitios en los que no puedes hacer 100% lo que quieres. Entonces, tienes que también adecuarte al código que te están proponiendo, y si no te gusta, pues no hacerlo. Yo creo que me puedo divertir con muchísimas cosas. Tengo una parte de radio que me nutre muchísimo, porque hay mucha improvisación, es muy divertido, es un humor más blanco y me adapto a él y estoy guay, y ahora estaré en el Cuánto, cuánto, cuánto en el que también tendré que tener un código más blanco.
Pero luego, por contra, yo tengo un espectáculo que es todo lo contrario. Entonces, yo me alimento de esos pequeños oasis que tengo en los que puedo decir cualquier burrada y da igual. También es verdad que yo suelto alguna burrada de vez en cuando y parece que a nadie se le rajan las vestiduras. Deberíamos convivir con un lenguaje más natural. Yo no predico lo vulgar por lo vulgar o de decir un taco porque sí, pero jolines, a veces un “joder” bien dicho es increíble. Creo que hay que trasladar cómo habla la gente normalmente y no esa corrección política de hablar impostado. Odio absolutamente eso. Con esto quiero decir que es posible que suelte alguna palabrota o algún comentario, por ejemplo, sobre sífilis, porque hay que estar concienciado también con las ETS.
Que el 'Grand Prix' esté funcionando indica que hay una nostalgia televisiva en la que estamos como huérfanos de contenido
¿Qué pesa más para un humorista: el reconocimiento de la risa o hacer de tu don tu trabajo?
Yo creo que es un poco las dos cosas. No entiendo muy bien por qué pero tengo la capacidad de hacer reír y es algo que he conseguido monetizar. Entonces, yo creo que esa es la base del éxito de una persona, tener una cualidad o tener una habilidad y de pronto poder vivir de ella. Es decir, la gente que juega bien al fútbol pues se les da bien jugar al fútbol, lo hacen increíble y pueden vivir de ello. Si algo se te da bien es genial poder monetizarlo. Yo creo que todos tenemos siempre algo que se nos da increíble y cuando te das cuenta de que puedes hacerlo tu profesión pues es bastante la hostia la verdad.
¿Qué te parecen esas conexiones en directo con los pueblos que también van a tener protagonismo en el programa?
Yo creo que eso también te acerca un poco a formar parte de este formato. Esto no va de que tú seas un mero espectador sino que te puedas sentir parte de ello. La declaración más clara de intenciones es que si vas de público puedes acabar siendo concursante y eso da un plus a la gente de estar nervioso en plató por si le toca participar. Eso hace que el espectador se sienta que forma parte de algo. Creo que lo más importante ahora del entretenimiento es hacer que la persona que está consumiendo algo se sienta parte de ello. Vivimos mucho en el mundo de las redes sociales y en el crear tu propia comunidad. Lo vemos en los grandes streamers que hacen que sus seguidores formen parte de ello. Nosotros también queremos jugar un poco a que la gente sienta que está formando parte del delirio colectivo que es este Cuánto, cuánto, cuánto.
¿Crees que este formato es posible gracias al revivir el éxito de la tele de antaño que ha tenido también el Grand Prix en esta última etapa en RTVE?
Que el Grand Prix esté funcionando indica que hay una nostalgia televisiva en la que estamos como huérfanos de contenido. Estamos como deseando tener formatos en los que se vuelvan a hacer como grandes eventos alrededor de ese programa. Yo recuerdo de pequeña que era el día del Juego de la Oca y no había ni Dios que se perdiera el puñetero Juego de la Oca. Estábamos todos delante de la tele viendo a un señor dando vueltas con una motocicleta. Esos grandes eventos televisivos los hemos perdido, los hemos dejado un poco como que se perdieran en el tiempo y el rescate de formatos como el Grand Prix e incluso que llegue un programa como este hacen eso de traer de vuelta ese gran evento televisivo. Eso de me puedo sentar un día a la semana con mi gente, ya sea tu familia canónica o tus amigos con unas pizzas. Queremos que se convierta en el evento de la televisión.
En plató habrá invitados. ¿A qué famoso te gustaría tener en el programa?
Se me pasan por la cabeza muchísimas personas. Yo lo que sí quiero son famosos activos. Quiero decir, famoso activo es un perfil de famoso que no ha ido allí solo a calentar la silla, que eso a veces tú lo ves en algunos formatos y dices “esta persona ha ido, se ha llevado los 'billets' y ha sido un cactus”. A mí me gusta el famoso que se pica, el famoso que lo pasa mal, el famoso que de verdad se involucra en las pruebas. Por ejemplo Chanel, Chanel es una persona que se pica con cualquier cosa. Yo agradezco como presentadora a alguien que se atreva a exponerse ante una audiencia como: “Mira soy una persona terrible, me gusta picarme y voy a muerte con esto”. Ese es mi perfil de famoso.
¿Crees que los famosos tienden cada vez más a cohibirse para proteger su imagen o para no buscarse un lío?
Depende del famoso, depende del tipo de famoso y depende de la profesión. Hay profesiones en las que son un poco más herméticos por así decirlo. Por ejemplo, los actores sí que suelen ser un poco más reservados pero la gente del entretenimiento somos gente con un sombrerito y unas maracas. Los actores sí tienen esa parte de preservar su intimidad, creo en esa profesión está esa cosa de ser un poco enigma para que te vean en diferentes trabajos y tal. Pero en general creo que ahora hay un tipo de nuevo famoso que sí que se deja ver. Creo que en parte por las redes, que hacen que te acerques mucho más a tu audiencia y luego eso lo proyectas en televisión. Antes, en la tele de los 90, a los famosos los veías como si fuesen “wow”, porque no había ese acercamiento. Ahora es todo lo contrario, con las redes hemos conseguido tener personalidades que tú las ves y dices: “Joder es una persona humana”. Se ha humanizado un poco más al famoso y ese tipo de famoso es el que queremos en Cuánto, cuánto, cuánto.
¿Qué es lo más aleatorio o raro que te ha sucedido a ti por ser famosa?
Bueno, a mí me confundían mucho con una influencer que se llama Paula Gonu cuando éramos morenas. Pero es que a mí me han llegado a decir que si yo era Victoria Martín. Claro, por discurso, por forma de hablar y tal como que de pronto me confundían. Por eso me he puesto ahora de rubia, solo para diferenciarme de las cómicas morenas.
Sería una hipócrita de mierda si dijera que no he utilizado alguna vez el privilegio de famosa para colarme en algún sitio
¿Ser famosa te ha dado alguna ventaja alguna vez?
Sería una hipócrita de mierda si te dijera que no he utilizado alguna vez algún privilegio de famosa de colarme en algún sitio. O de repente, decir en un restaurante “soy la asistente de tal” y soy yo llamando porque sí, porque soy una rata peluda y soy así. Y yo pienso utilizar todos los privilegios que pueda porque no sé hasta cuánto me van a durar, claro. Hay que aprovecharlos hasta que te duren porque en esta sociedad ahora que es todo tan efímero, ¿quién me dice a mí que mañana dejo de ser conocida y ya no puedo utilizarlo?
¿Piensas mucho en el futuro? ¿Ahorras mucho por si el día de mañana llega una época de vacas flacas?
Yo soy una rata del puño cerrado. Yo no gasto ni un céntimo. Todo lo que me pueda ahorrar me lo ahorro. O sea, soy de verdad un... Bueno, pues no dejo de ser catalana, ¿no? Esto es precioso, ¿no? Como de repente tirar de estereotipos y un poquito de costumbrismo. Pero sí, sí, yo ahorro mucho porque tengo esa conciencia de que en el mundo de la tele en cualquier momento se puede terminar todo y que hay que seguir viviendo de las rentas. Entonces, me estoy haciendo un colchoncito y así seguirá siendo. En el momento en el que pare, pues todos sabréis que tengo un colchoncito y que me he ido a vivir a Mykonos pero con un colchón y ya está. Yo siempre cuento lo del colchoncito. Creo que soy de las personas más honestas cada vez que va a La Revuelta y digo siempre cuánto tengo en ese momento. Eso sería una buena prueba del programa: '¿Cuánto dinero cobra Eva Soriano por programa en Televisión Española?' [Risas].
TVE, al ser entidad pública, tiene obligación de compartir los sueldos y presupuestos del programa. ¿Te incomodará que eso ocurra?
A mí ya me ha pasado, yo ya estoy curtida en este tipo de polémicas. O sea, mi sueldo es público y cualquiera que lo desee lo puede consultar. Evidentemente que haya esa transparencia me parece bien, yo no voy a negar que me esté llevando el dinero que me esté llevando por el trabajo que hago. El que quiera preguntar que pregunte y, vamos, si me lo quieren preguntar por Instagram también lo voy a decir. Ya que lo van a preguntar y ya que sale, pues yo te lo digo.
Pero a veces parece que es un perjuicio, ¿no?
También hay veces que en las producciones se cuantifica el grosor total de todo y a veces se dice: “Se va a llevar 14 millones por programa”. Y es como, no, la producción se va a llevar esto y desde esto se divide entre tanto y tanto a cada departamento. Se cuantifica el total como “menuda burrada” pero luego cuando ves la realidad no es tanto. Aunque tampoco voy a negar que se cobra bien en televisión y creo que no es una locura decirlo. Es un sector en el que se cobra bien y me parecería absurdo decir lo contrario. Pero que nunca es tanto como parece.
.