Rocío Carrasco vuelve a ser una mujer “disfrutona” en Hasta el fin del mundo junto a su compañera Anabel Dueñas, con quien mantiene una amistad desde hace años. Ambas coinciden en que el reality show de RTVE, que se emite cada miércoles después de La Revuelta en La 1, ha sido una experiencia “liberadora” pese a poner a prueba sus límites físicos y emocionales. Después de vivir esta aventura, la hija de Rocío Jurado marca distancias con Supervivientes, de Telecinco: “Es completamente diferente, no tiene nada que ver. Esto es pureza, es compañerismo y son vivencias”.
En un encuentro con verTele y otros medios, el regreso de Rocío Flores o Amador Mohedano a los platós de Telecinco sale a relucir. Sin embargo, Carrasco frena tajantemente la posibilidad de abrir un nuevo debate: “¿Sabes lo que pasa? Que no tengo nada que comentar sobre eso”. Con esta declaración, la concursante opta por mantenerse al margen de toda polémica relacionada con su familia, dirigiendo su discurso a lo que ha supuesto Hasta el fin del mundo: “Estoy muy agradecida a RTVE por haberme dado esta oportunidad”.
La aventura es ya un punto de inflexión en la vida de Rocío Carrasco. Reconoce que llevaba un tiempo sintiendo que volvía a ser una persona positiva, pero necesitaba confirmarlo: “Estaba siéndolo otra vez, pero yo quería reafirmarme en que eso era real”. Siempre había sido una mujer que se reía hasta de su sombra, sin ver nunca “la parte mala de una historia”. De hecho, Anabel Dueñas destaca un pensamiento en este sentido: “Si ya pensaba que Rocío era una guerrera por lo que le tocó vivir, para mí ahora es una heroína”.
¿Qué balance hacéis de estos dos meses de aventura siendo relativamente anónimas?
Rocío Carrasco: Fue una maravilla, de verdad, una maravilla. Y fíjate que es tontería porque vas acompañada por una cámara y te está viendo todo el mundo. Al final, es el no sentirte observada de tú a tú. No sentirme observada ni filmada en ese momento, para mí ha sido liberador. He podido hacer lo que me ha dado la gana, ponerme lo que me ha dado la gana, no maquillarme, irme con el pelo mojado o con un calcetín de cada color.
¿Habéis abierto los ojos en Hasta el fin del mundo sobre aspectos que damos por sentados en el día a día?
Anabel Dueñas: Totalmente. Por ejemplo, el teléfono ha sido una cosa que yo cuando me lo quitaron me sentí libre. En el sentido de que volvieron las ideas a la cabeza, recuerdos que lo tenía olvidado… El no estar con este aparatito que tenemos todos, que nos tiene adormilados, fue darme cuenta de que deberíamos actuar como hicimos el día del apagón: la gente hablaba con todo el mundo, veías que los niños jugaban en los parques… He vuelto a tener esa sensación durante dos meses y me ha encantado.
Rocío: Sí, yo lo he dicho siempre. El móvil lo uso para hablar por teléfono, para ver los WhatsApp y mirar la hora. A veces no contesto los mensajes, cojo las llamadas si me apetece… Quiero decir que no estoy pendiente, además no tengo redes sociales. No me ha supuesto un esfuerzo.
¿Qué habéis descubierto la una de la otra en este viaje, teniendo en cuenta que os conocéis desde hace mucho tiempo?
Anabel: Pues yo he descubierto que si ya pensaba que era una luchadora y una guerrera por lo que le ha tocado vivir, para mí es una heroína después de esta experiencia. Es de Marvel.
Rocío: Hemos afianzado lo que pensábamos la una de la otra. Estoy muy orgullosa de ella, siempre he sabido cómo es y lo maravillosa que es. Anabel va a ser el descubrimiento de este programa. Ha superado un montón de miedos que siempre tuvo: le daban pavor los bichos, daba igual el que fuera. En este viaje, no ha tenido más remedio que enfrentarse a ello. Parece una tontería, pero el reparo o el miedo a los animales es fuerte. Nos han pasado cosas muy fuertes, entonces, yo siempre he estado orgullosa porque la quiero. Ahora lo estoy más.
Si ya pensaba que Rocío era una guerrera por lo que le tocó vivir, para mí ahora es una heroína
Rocío, durante la presentación aseguraste que este reality te demostró que seguías siendo la misma persona de siempre. ¿A qué te referías?
Rocío: Siempre he sido una persona muy disfrutona, que me he reído hasta de mi sombra, que me ha gustado siempre el cachondeo, bien entendido, que me han gustado siempre las fiestas… Nunca he visto la parte mala de la historia. Hacía mucho tiempo que no era así, y estaba siéndolo otra vez, pero yo quería reafirmarme en que eso era real y que no era algo que yo estaba pensando porque sí. Cuando me lo propusieron, yo lo comenté con Fidel, y me dijo: “¿Tú estás bien y crees que lo puedes hacer? ¿Te sientes emocionalmente preparada y te apetece?”. Lo hice para reafirmarme en que lo que yo estaba sintiendo o pensando era real.
¿Te apetece seguir ligada a RTVE?
Rocío: Por supuesto, estoy muy agradecida por haberme dado esta oportunidad y por vivir esta experiencia.
Durante la experiencia, distintas personas de tu familia volvieron a hablar en televisión. ¿Lo has visto? ¿Preferiste que ocurriera mientras estabas fuera?
Rocío: ¿Sabes lo que pasa? Que no tengo nada que comentar sobre eso.
Y sobre Terelu, también se ha dicho que ya no sois amigas…
Rocío: Amigas hasta el fin del mundo. Tengo que ir al teatro a verla.
Paula Vázquez os describió como las 'disfrutonas' del reality show. ¿Podéis contarnos alguna anécdota, más allá de lo que ocurrió durante el cumpleaños de Anabel?
Anabel: Bueno, el día de mi cumpleaños simplemente fuimos a coger un autobús. Que no pasó nada, simplemente, como era mi cumpleaños, pues me quería poner mi banda de cumpleañera. Además, cumplí los 40 en Huacachina, Perú, en el desierto. ¡A ver quién puede decir eso! Nos llama 'disfrutonas' porque lo hemos pasado muy bien, nos hemos reído de todo, ¡de cualquier circunstancia! Y luego, pues, la felicidad por ver a Rocío bailar salsa en mitad de una plaza en Cali. Yo decía: “Esto en España es imposible”.
Al margen de ser disfrutonas, ¿hubo espacio para el llanto?
Rocío: Hemos llorado por cosas bonitas y por numerología. Ahí lo dejo, el que lo vea lo entenderá.
¿De qué habéis trabajado para poder subsistir en Hasta el fin del mundo?
Anabel: Nos hemos remangado lo más grande, así te lo digo. Hemos sido limpiadoras de hotel con nuestro buen uniforme. Casi me intoxico con el Ajax, que era en polvo. Nunca lo había utilizado porque aquí tenemos spray. Casi me muero. Pero vamos, que el hombre nos dejó solas porque le estábamos dejando el hotel mejor de lo que lo dejaban ellos.
Rocío: Hemos hecho de todo. Hemos trabajado en cocina de chiringuitos, también sirviendo, hemos estado con animales en granjas y en reservas naturales. Hemos cargado carbón y hemos floreado llamas. Anabel incluso cogió una llama a lazo a la primera. ¡Y a 3.800 metros de altura!
Anabel: De eso no hemos hablado tampoco. A esa altura se tienen unas conversaciones tan raras… El oxígeno no te llega. Claro, tú empiezas a hablar una cosa y de repente dices: “¿Pero de qué estamos hablando, Dios mío?”. ¡Le pedí al hombre del hotel que nos trajese oxígeno porque no fluía!
Ahora que habéis vivido esta experiencia, ¿os atreveríais con otro reality show estilo Supervivientes?
Rocío: No tiene nada que ver, es un formato completamente diferente. Es de aventura y supervivencia, pero no tiene nada que ver. Esto es pureza, es compañerismo y son vivencias: es un formato completísimo.
Anabel: Veo más duro Supervivientes. Además, no estás en un mismo sitio. Vas cambiando de paisaje y de país. En ese aspecto te nutres más, es mucho más puro; por eso es diferente. En el otro, estás en una isla y de allí no sales. No hay mal rollo.
'Supervivientes' y 'Hasta el fin del mundo' son completamente diferentes. Esto es pureza, es compañerismo y son vivencias
¿Qué fue lo que más añorasteis durante los dos meses de aventura?
Rocío: Yo tenía un rollo raro en mi cabeza porque no quería que terminara, pero al mismo tiempo estaba loca por volver. No tenía ganas de que se acabara. Todos dimos un lote de llorar, desde dirección a producción. Absolutamente todo el mundo lloró a moco tendido porque se había terminado. Pero es verdad que yo le decía a Anabel: “Bueno, tú quédate. Yo quiero marido, baño y cama”.
Anabel: Lo que más añoré fue el jamón. Y en mi caso, yo me hubiera quedado. Me tiré llorando desde que me desperté el último día hasta que nos fuimos. Y cuando llegué aquí también.
¿Hasta el fin del mundo os permitió descubrir alguna faceta de vosotras que os ha sorprendido?
Rocío: Yo no, porque yo me conozco y sé quién soy.
Anabel: Sí, pero tu pipí no hace en cualquier baño. ¡Y has llegado a hacerlo!
Rocío: Sí, pero porque lo hacía o explotaba; no había más.
Anabel: En mi caso, he superado un montón de miedos con los animales. No sé qué suerte hemos tenido pensando, porque yo he escuchado a mis compañeros hablar de insectos o cucarachas. Solo vimos a Batman, que era una polilla gigante. Pero no vimos ni a un escorpión ni a una araña con pelo, que era lo que a mí me hubiera dado un poquito de respeto. Solo vi un escarabajo enorme, que le pedí que me llevase al siguiente destino.
.