Mr. Robot 3x01 Review: Principios vs caos. El regreso de la luz
Por Marta Ailouti
La tercera temporada de Mr. Robot comienza con una de esas frases que puede volverse recurrente. “Cuando olvidamos los principios, atraemos el caos”, dice Irving en pantalla, el personaje interpretado por Bobby Cannavale.
Él es una de las gratas novedades de este nuevo inicio, mucho más dinámico, a priori, que su segunda temporada. Al menos, parece que Sam Esmail hubiera recuperado un leve destello de su mejor ficción. Con más interacción entre sus personajes y algunas de sus cartas, muchas más de las que nos tiene habituado, sobre la mesa.
Un buen principio sin saltos en el tiempo que arroja luz sobre la oscuridad, y no al revés, donde, por el momento, las tretas de sus personajes parecen ir en contra de ellos mismos y no en contra de nosotros. Los comienzos, no obstante, son confusos y dependen, en parte, de las ganas con que cada uno los asuma. En mi caso lo esperaba desde hacía demasiado tiempo. Y vosotros, “¿seguís ahí? ¿Y yo? ¿Qué nos hemos perdido?”.
(Aviso: Spoilers)
Para empezar los ojos saltones de nuestro Rami Malek. Que es lo primero que vemos de él después de un breve inicio que sirve de pretexto para presentarnos al personaje de Cannavale y algo más. Irving, un vendedor de coches de segunda mano, es una de las nuevas incorporaciones de esta tercera temporada y la razón, en parte, de ese aire fresco nuevo que se respira en la serie. Un punto distendido y carismático que falta hacía. A Elliot también. Especialmente a él, supongo, que ya ha vivido demasiado tiempo encerrado, literalmente y no, en sí mismo.
En cualquier caso, retomamos la serie donde la habíamos dejado. Tyrell Wellick parece real. ¿Lo es? Creo que ya lo he dicho más veces pero el que fuera el niño bonito de E-Corp no se parece ya mucho a aquel en realidad. Así que, o tomamos la teoría de los universos paralelos como cierta, que de momento yo no la compro, o hay algo que nos estamos perdiendo. Sea como sea, parece casi tan real como el balazo que recibió Elliot a final de temporada y su sangre.
Por suerte, ninguno de nosotros llegó a temer de verdad por su vida y él está, según lo previsto, de vuelta. No solo eso, sino que se ha propuesto ordenar el caos, o recuperar sus principios si se prefiere, y eliminar la Fase dos, aquella que pasa por volar por los aires el centro de recuperación del conglomerado por excelencia, de una vez por todas. Desgraciadamente para él, preveo, no va a ser una temporada nada fácil.
Plan modo ahorro de energía
No lo será porque Angela, la única en la que cree que puede confiar de verdad, está en “modo ahorro de energía”. Ella no quiere a los que la quieren, sino a los que no. Fantástica definición esta. Y es que mientras Elliot se aferra a sus principios, Angela se abraza al caos. Un caos que tiene nombre de rosa blanca y un gran acto de fe. La mayor deslealtad de la señorita Moss no es que mienta y utilice la debilidad del informático, que también, sino esta precisamente. Creer antes en la palabra de Whiterose que en las posibilidades infinitas del que fuera su amigo de la infancia. Existen muchas formas de romper a Elliot, las hemos vivido casi todas hasta ahora, pero me temo que ninguna más cruel que esta.
Así con todo, ¿y si te dijera que podemos borrar lo que ha pasado?, pregunta ella. Retrocedamos unos meses un momento, al final de la segunda temporada, ¿no hablaban Mobley y Trenton precisamente de deshacerlo todo? La apuesta de Sam Esmail, una que, ya lo he dicho, no me gustaría tener que comprar por ahora, es arriesgada. Podemos lidiar con la locura de Elliot, pero ¿también con la existencia de universos paralelos y viajes temporales al más puro estilo de Fringe? Por lo pronto, tiene toda la temporada para convencernos de que es posible o de que solo se trataba de generar humo y algo de distracción.
Mientras tanto, no será Angela la única en traicionar al hacker. También nosotros, de algún modo, que por primera vez sabemos desde el principio algo de los planes de unos y de otros y no se los contamos. Es más, como Moss, conocemos la existencia de su alterego en pantalla, creo que por primera vez de una manera tan obvia, mientras él está convencido de que ha sido eliminado.
Por lo pronto, todo el mundo, el Ejército Oscuro, el propio Mr. Robot, Whiterose, Moss, Tyrell Wellick y el chico nuevo en la oficina, Irving, quiere algo de Elliot. Todos menos Darlene. ¿Y en qué punto esta ella precisamente? No solo es la única que se opone a derribar el edificio de E-Corp, y con ello a sus empleados, en esa manida Fase dos, Darlene es además la única que aparece en un lugar diferente a donde la dejamos.
Ella sí esconde algo y eso no nos lo han contado. ¿No os parece sospechosa la manera desesperada en que trata de sonsacarle información a su hermano? ¿Habrá ganado esta batalla la agente del FBI, DiPierro, o solo será un espejismo?
Vuelta al principio
Con todo, el primer capítulo de la tercera temporada funciona, y además bien, porque de algún modo la serie ha recuperado la luz, también aquella chispa de sus mejores momentos. Ha regresado a sus principios donde antes había caos, ha acabado con la oscuridad, en esa bonita secuencia donde todo se va iluminando al paso de Angela y Mr. Robot en autobús, y ha creado nuevas y extrañas alianzas, como la de estos dos personajes. Ha reconstruido a un Elliot que gana cuando escapa de su encierro y al que además, feliz noticia, veremos de vuelta en E-Corp. Ha regresado a los discursos ideológicos desmesurados, con “cameo” de Trump incluido, y un “mea culpa” que se hacía casi hasta necesario.
Atrás queda Fun Society y por delante un nuevo local, guiño a su final de temporada, con aquel poema de William Carlos Williams que ya recitó Tyrell Wellick y que tendrá algo de pesa en toda esta trama. Ya sabéis: “tantas cosas/ dependen de/ una carretilla/ Roja”. La Carretilla Roja, el bar, lleva el título además del diario de Elliot. Su encuentro con Irving discurre allí. ¿Casualidad? “Pero usted no cree en las coincidencias”, responde uno de sus personajes. ¿Honestamente? Yo tampoco, ¿y vosotros?
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