Arturo Sancho triunfa en 'La Promesa': “En mi profesión la fama te da trabajo y es un pago que hay que aceptar”

La Promesa está inmersa en su semana grande. O al lo menos, en la más grande de las 35 que lleva hasta ahora en la parrilla de La 1 de TVE. Esta semana, la serie diaria de época se emite a un ritmo de dos capítulos por día para plantar cara al desembarco de TardeAR, el nuevo programa de Ana Rosa Quintana en Telecinco.

Que TVE utilice La Promesa para tratar de contrarrestar a AR habla muy bien del éxito de la ficción y del buen trabajo que están haciendo sus integrantes. Entre ellos, Arturo Sancho, que interpreta a Manuel, uno de los personajes principales. El actor, que protagoniza junto a Jana (Ana Garcés, con la que también hablamos), una de las grandes tramas románticas de la serie, no tiene claros los motivos de este éxito, pero sí que lo de La Promesa es un todo un triunfo: “Cuando [los espectadores] te hablan de la serie, lo hacen con mucha pasión. Tienes la sensación de que en casa le gritan al televisor, y eso es maravilloso”

“Acaba con Jana” o “dale una oportunidad a Jimena” son algunas de las cosas que le dicen por la calle al bilbaíno, que asume la fama como el precio a pagar por estar en un proyecto de este calibre. Sin embargo, reconoce no llevarse bien con ella porque considera la fama como “la definición exacta de falta de intimidad”. Una sincera reflexión de quien un día concursó en Gran Hermano 12 (2010-2011), aunque aquellos eran otros tiempos: “Tuve la suerte o la desgracia de vivir la fama con 20 años, supe lo que era e intenté alejarme de ella”.

¿Las serie diarias son la mejor escuela y cantera de actores?

No me atrevería a decir escuela, pero es un training increíble, eso es verdad. Con preparación anterior, con trabajo y con amor lo que vives en una serie diaria no lo vives en ningún lado. Y una vez que puedes con esa presión, lo demás es un paseo por las nubes. Eso sí, pero escuela no. Creo que hay que venir un poquito aprendido de casa.

Antes las series diarias tenían mala fama, parecía que estaban denostadas dentro de la profesión. Sin embargo, parece que esto ha cambiado. ¿A qué lo achacas?

No sabría decirte porque no tengo tanto conocimiento sobre esto. Yo me dedico a interpretar, a aprenderme mis líneas, a hacer los personajes que me tocan con todo el cariño del mundo, y todo lo que se sale de eso se me escapa. Me encanta La Promesa, pero no soy objetivo. Me pasa como con mi hijo, le veo precioso, pero no soy objetivo.

¿Qué crees que tiene la serie para haber conquistado a los espectadores?

Uso mucho este símil: yo me he subido a un barco que ha salido de puerto y estamos donde estamos. Yo estoy en este barco y no sé por qué, porque también podría haber sido el Titanic. Ha habido muchos proyectos que se han hundido. Me subí con amor, Josep Cister (productor ejecutivo) le ha dado todo el amor posible, se ha dejado el alma en esto y parece que ha dado sus frutos. La cadena, la productora... no sé, supongo que serán muchos factores. Me dieron la oportunidad de subirme a este barco, y al igual que estamos donde estamos podríamos haber estado en otro lugar. Es maravilloso, disfruto de ir a trabajar al ver la acogida diaria. Porque esto es algo bueno de las diarias, ver la acogida diaria del público te da una fuerza extra para trabajar las tramas con más ganas y más fuerza para que la gente las siga disfrutando.

Estoy en este barco y no sé por qué, porque también podría haber sido el Titanic

¿Cuál ha sido tu camino hasta conseguir la oportunidad de 'La Promesa'?

Llevo 13 años en Madrid y 12 años dedicándome a la interpretación. Todo este tiempo, trabajando en teatro y fuera de las cámaras. Me formé en el Estudio Corazza, seguí trabajando y, bueno, la vida del actor y la actriz es así. Puedes estar 40 años o estar uno y de repente tienes la posibilidad de salir en televisión y parece que ahí te conviertes en actor o actriz. Esto es así. En mi caso, estuve trabajando, estoy trabajando y seguiré trabajando. Estuve trabajando en Madrid hasta que un día me llamaron, les gusté y todo fue muy rápido. Entré en el último momento, apostaron por mí y aquí estamos.

¿Qué supone para ti el personaje de Manuel y el arco que está viviendo?

A Manuel le voy conociendo conforme lo vamos haciendo y se va escribiendo. También tiene que ver con el tipo de serie que es. Al ser una diaria lleva tiempo ver la evolución, porque es lenta. No tienes que contarlo todo rápido como en una obra de teatro o en una película. Aquí va lento y eso te da una capacidad de poder mimetizarte con el personaje día a día, y le vas cogiendo con las decisiones que toma. Al principio hice al Manuel que consideraba con lo que tenía, y conforme hemos ido avanzando, su historia y las escenas que tiene me van diciendo cómo es él e intento no ser incongruente con sus valores. No es tan difícil, te metes en Manuel y le das lo que le tienes que dar. No necesito un trabajo extremo previo porque en equis secuencias tengo que contar todo el personaje.

¿Qué te dice la gente por la calle?

Les digo que hablen con los guionistas [bromea]. La verdad es que sí, te dicen de todo. ‘Acaba con Jana’ o ‘dale una oportunidad a Jimena’ o incluso ‘¡qué tonto estás siendo, Manuel!’. Es maravilloso porque esto significa que la siguen y, cuando te hablan de la serie, lo hacen con mucha pasión. Tienes la sensación de que en casa le gritan al televisor, y eso es maravilloso.

¿Llevas bien la fama?

Sí. A mi la fama nunca me ha gustado porque la considero la definición exacta de falta de intimidad. Si vas a comer, a comprar, la gente siempre te está mirando. Para mí la fama es la mayor desgracia que hay en el mundo. Tuve la suerte o desgracia de vivirla con 20 años, supe lo que era e intenté alejarme de ella, pero en mi profesión la fama te da trabajo y es un pago que hay que aceptar si quieres trabajar de esto, tener más oportunidades y hacer otras cosas. No la llevo mal en el sentido de que acepto lo que hay, cuando entré sabía el precio y no me molesta.

Para mí la fama es la mayor desgracia que hay en el mundo

Esa alusión a los 20 años es por tu entrada en 'Gran Hermano 12' (2010-2011). ¿Qué te aportó aquella experiencia?

Es el pasado, tengo recuerdos maravillosos de aquello y lo pasé en grande. Viví con 20 años unas experiencias maravillosas, pero ahí se quedó.

¿Te costó romper con aquello?

Sí, me costó. Pero la vida es así, te pone barreras, te ofrece las manos. Al igual que tuve esa experiencia y tuve que irme de los focos durante mucho tiempo, después hubo un hombre, que se llama Josep Cister Rubio, que confió en mí para darme el personaje de Manuel. La vida es así y si se puede habrá muchas más cosas que nos pasarán y nos acordaremos de esto como una anécdota más.

¿Qué tal la relación entre Ana Garcés y tú?

Me llevo muy bien, la quiero mucho y es maravilloso trabajar con ella. Yo hago más el tonto, ella es más seria y me manda a callar veinte mil veces. Es increíble porque trabajamos muy bien, improvisamos muy bien y tenemos una manera de trabajar en la que hay momentos que fluimos en las secuencias y salen cosas bonitas dentro de los márgenes de libertad que podemos tener en cuanto a guion e historia. Es maravilloso tener una compañera al lado con la que no hace falta que hagas un guiño, sino que cuando ves que uno se sale, el otro le sigue. Es una comodidad a la hora de actuar muy buena.

¿Te sientes cómodo con el look de época?

Soy una persona que cuando no tengo que rodar llevo rastas, pendientes y tatuajes que me he borrado. Entonces, bueno, lo llevo… La gente dice que no me queda mal (el bigote), pero es un look muy alejado de cómo es Arturo.

Y para conocerte un poco más, ¿cuáles son tus hobbies?

Me gusta vivir la vida con lo que venga. De joven mis pasiones eran el snow, el surf, la música... Son cosas que me siguen apasionando a día de hoy, pero tengo que reconocer que, en Madrid, o surfeo en las rocas de Somosierra o poquito puedo hacer. Hay pasiones que he tenido que aparcar, pero han venido otras. Ahora mismo me apasiona la interpretación, estar con mi familia, ver a mi hijo de 3 años cada día y poder estar con los que quiero.