GH 20 se estrenó en Telecinco por todo lo alto para demostrar su intención de erigirse como una edición histórica. Para ello arrancó con Jorge Javier Vázquez, por primera vez, desde dentro de la nueva casa de Tres Cantos, donde conoció a los tres primeros concursantes.
Paralelamente, Nagore Robles conectaba desde la feria de atracciones montada en el exterior de Mediaset, con Payasín y algunos finalistas del casting, que esperaban a que mencionaran su nombre para entrar.
Así, fueron anunciando a los 20 concursantes oficiales, con los que jugaron al despiste, porque 16 acabaron conviviendo de forma habitual en la casa, y 4 de ellos se quedaron fuera en el Oasis: Rocío, Noah, Cristian y Sofía. La última creyó ser la expulsada de la noche, hasta que descubrió que había sido una falsa eliminación.
“El próximo domingo entenderéis la nueva mecánica de expulsión” advertía el presentador que, a su vez, había dejado que dos concursantes - Íñigo y Edurne- se trasladaran a la 'pajarera', un espacio inédito en el que vivirán, a cambio de ser inmunes e ir vestidos de pájaros. Mientras que el resto está en peligro.
Primeras tramas de los concursantes: peleas familiares y flechazos de casting
Desirée y Rocío hicieron historia al ser las dos primeras personas que pisaban la nueva casa. Dos amigas procedentes de Jerez de la Frontera, celebraban estar juntas. Hasta que Jorge Javier les pidió que decidieran quién de ellas se iba a plató con él y acababa su experiencia.
Rocío se prestó voluntaria a ser la desafortunada y Desirée aceptó. Por lo que la primera se marchó llorando con el presentador. Una vez en Mediaset, le anunciaron que podía volver, pero sin que el resto lo supiera. Se quedó en el oasis.
Diego entró a la casa y contó que había tenido una disputa familiar con su hermano Marcos. Algo que había roto su relación por completo. Lo que no sabía es que este también había sido seleccionado para entrar al reality.
Sin embargo, Marcos declinó la propuesta, a pesar de ser su sueño, porque prefería no hacer sufrir a su madre, con los dos dentro de la casa.
“Creo que tenemos mucha vida detrás como para que el programa se base en una pelea familiar, demasiado reciente. En todas las familias hay historias. No hay buenos ni malos, hay versiones diferentes”, y prefirió limitarse a ser colaborador.
Por último, Edurne se había presentado al casting de Barcelona y se había fijado en Íñigo, que también era aspirante. El programa les convirtió a en concursantes a los dos y allí se reencontraron.
A pesar de no parecer un flechazo, al menos por parte de ella que ni se acordaba del nombre de él, los dos decidieron compartir la pajarera, para ser inmunes y seguir conociéndose.